A la caza de perseidas en Uju¨¦
Una se?ora nos cont¨® que apenas hab¨ªa ni?os en el municipio.
Coincidiendo en el tiempo con la investidura de la nueva presidenta de Navarra, Uxue Barkos, estuvimos de visita en el pueblo que le da nombre, Uxue o Uju¨¦. Mi intenci¨®n era ir all¨ª con mis hijos a ver las perseidas de agosto, ya que, seg¨²n los especialistas (lo le¨ª en este mismo diario), es uno de los mejores lugares para disfrutar de las l¨¢grimas de San Lorenzo. Uju¨¦ se encuentra a pocos kil¨®metros de Olite, en la zona media de Navarra. Son tierras llanas. San Mart¨ªn de Unx, pueblo vecino a Olite, se puede divisar desde lo alto de las murallas del palacio real de Olite, aunque aquel dista a varios kil¨®metros. Uju¨¦ est¨¢ a poca distancia de San Mart¨ªn, oculto en los montes que cierran la llanura, y se llega a ¨¦l subiendo por una carretera sinuosa.
Uju¨¦ est¨¢ a poca distancia de San Mart¨ªn, oculto en los montes que cierran la llanura
Reconoc¨ªa la silueta de este pueblo medieval por un cuadro del pintor donostiarra Eloy Erentxun. Una elevaci¨®n en mitad de una llanura, coronada por una iglesia-fortaleza de estilo rom¨¢nico. Las colinas circundantes estaban moduladas por la mano del hombre, que a lo largo de los siglos hab¨ªa construido terrazas para su cultivo. Sin embargo, al llegar al pueblo, descubrimos que la silueta era diferente a la del cuadro de ?Erentxun. Desde el crucero que est¨¢ a la entrada del municipio se notaba que la mayor¨ªa de las terrazas estaban abandonadas, sus muros medio ca¨ªdos.
Aparcamos cerca de la iglesia. Aunque era jueves y agosto, no hab¨ªa mucha gente en Uju¨¦. Eso s¨ª, hab¨ªa turistas visitando el monumento medieval, muy bien conservado por otra parte. En el p¨®rtico de piedra arenisca se pod¨ªa adivinar la imagen de la ¨²ltima cena o los tres Reyes Magos, aunque mis hijos se fijaron en los monstruos y dragones que adornan las columnas circundantes. Dicen que el rey Carlos II de Navarra hizo enterrar su coraz¨®n all¨ª, como muestra de su apego al lugar.
Caminamos cuesta abajo hacia la plaza Mayor, muy modesta en su tama?o, pero toda ella empedrada, preciosa. En la plaza hab¨ªa un bar en una planta alta que ten¨ªa los ba?os en el portal. WC para ellos y WS para ellas. C de caballero y S de se?ora, supuse, aunque en realidad las siglas WC quieran decir water closet. Me hizo gracia la imaginaci¨®n del pintor.
No nos cruzamos con nadie en las calles medievales. Aun as¨ª, las mujeres se asomaban a las ventanas al escuchar voces?
No nos cruzamos con nadie en las calles medievales. Aun as¨ª, las mujeres se asomaban a las ventanas al escuchar las voces cantarinas de nuestros hijos de corta edad. As¨ª es como conseguimos hacernos con los t¨ªpicos dulces de Uju¨¦, las almendras garrapi?adas, y es que una de las mujeres result¨® ser la propietaria de la tienda que los vend¨ªa. Llam¨® a su hijo, un chico joven. ?l mismo elaboraba las almendras como hace cientos de a?os. Me alegr¨® saber que una persona tan joven segu¨ªa con la tradici¨®n. Le preguntamos cu¨¢nta gente viv¨ªa en el pueblo, a lo que nos contest¨® que cada vez eran menos. ¡°No llegamos a cien, y la mayor¨ªa de los j¨®venes han optado por mudarse a Pamplona. Cuando yo era peque?o ¨¦ramos 500, y durante la Guerra Civil, unos 1.500¡±. Le pregunt¨¦ por las terrazas labradas del cuadro de Eloy, y ¨¦l dijo que quedaban muy pocos labradores y que eran ya muy mayores.
Volvimos hacia el coche. De nuevo, las ventanas se abr¨ªan a nuestro paso. En esta ocasi¨®n, una se?ora de mediana edad que viv¨ªa en una casa preciosa con muebles antiguos y dibujos de sus nietos en las paredes nos dio conversaci¨®n. Nos cont¨® que apenas hab¨ªa ni?os en el municipio, ¡°unos siete debe de haber en edad escolar, a partir de los 12 a?os se los llevan a Tafalla¡±. Todo ello contrastaba con los tres restaurantes que pudimos contar en nuestro paseo por el pueblo.
De noche se nubl¨® y no volvimos a Uju¨¦ a ver las perseidas. Aunque s¨¦ que en realidad no son estrellas fugaces, sino solo meteoritos, y que lo de cumplir un deseo es un cuento; mis mejores deseos son para este pueblo, Uju¨¦, y sus pocos habitantes. Puede que una parte de mi coraz¨®n se quedase enterrado all¨ª, como en todos los pueblos que van perdiendo habitantes.
elpaissemanal@elpais.es
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