Traficantes de emociones
Las redes sociales no sirven para organizar la solidaridad ni para generar reflexi¨®n conducente a la acci¨®n
La historia del le¨®n Cecil?corri¨® como la p¨®lvora por las redes sociales, indignando a millones de personas. Lo mismo ocurri¨® con el v¨ªdeo sobre el traficante de ni?os ugand¨¦s Joseph Kony, que detenta el r¨¦cord mundial de viralidad (70 millones de visualizaciones en cuatro d¨ªas). Y m¨¢s recientemente, las im¨¢genes del ni?o sirio de tres a?os, Aylan Kurdi, yaciendo ahogado en un playa turca, tambi¨¦n conmovieron al mundo.
Esas im¨¢genes activaron las emociones de millones personas. Sin embargo, en los tres casos, el v¨ªnculo entre emoci¨®n y acci¨®n se desvaneci¨® r¨¢pidamente. El caso del le¨®n Cecil, que ejemplifica los problemas econ¨®micos y morales que rodean a la caza, sea furtiva o ¡°enlatada¡±, no est¨¢ siendo de gran ayuda para cambiar el horizonte de extinci¨®n que enfrentan muchas especies africanas (sobre todo los rinocerontes, hu¨¦rfanos de la empat¨ªa popular que el cine y la literatura han creado en torno a los leones). Por su parte, el v¨ªdeo sobre Kony tampoco ha servido para dotar de m¨¢s recursos a la misi¨®n con la que Naciones Unidas intenta estabilizar la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo ni para llevar al ugand¨¦s Kony ante la justicia internacional. Respecto al conflicto sirio y la crisis de asilo y refugio, a la vista de todos est¨¢ el hecho de que, reuni¨®n tras reuni¨®n, el Consejo Europeo no ha conseguido lo esencial: establecer corredores seguros para impedir que ni?os como Aylan se ahoguen cruzando el Mediterr¨¢neo.
Todo esto, nos dice Byung-Chul Han, un coreano de nombre imposible doctorado en filosof¨ªa en la Universidad de Friburgo con una tesis sobre Martin Heidegger y autor de un inquietante libro (Psicopol¨ªtica), se debe a que las redes sociales no sirven para organizar la solidaridad ni para generar reflexi¨®n conducente a la acci¨®n, sino para comerciar con nuestras emociones. Nuestras emociones, tan aut¨¦nticas y loables, son la materia prima (que encima suministramos gratuitamente) de un inmenso negocio consistente en recopilar dichas emociones, estudiarlas, agregarlas y as¨ª vender a otros la informaci¨®n con la que nos puedan ofertar productos de consumo. Las emociones se han convertido en una mercanc¨ªa y las redes sociales en el mercado donde se trafican. @jitorreblanca
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