Emoticonos
Mis preferidos son el delf¨ªn, la surfera rubia, la ballena con chorrito, el caballo de carreras y el imb¨¦cil que sale con un gorrito de Pap¨¢ Noel
Yo no quiero ponerme profundo, pero llevo unas semanas utilizando emoticonos. Primero con un c¨ªrculo reducido de amigos que empezaron interpret¨¢ndolo, en su soberbia, de modo autopar¨®dico, como cuando escribes con una falta de ortograf¨ªa llamativa y no consigues que nadie se la crea (gracias a esta pr¨¢ctica conozco carreras literarias de gente que escribe ¡®mi bida¡¯ en serio mientras los correctores piensan que es un cachondo). Al final he terminado usando los emoticonos para todo, tambi¨¦n con gente que no conozco, y puedo tardar veinte minutos en su selecci¨®n minuciosa. Mis preferidos son el delf¨ªn, la surfera rubia, la ballena con chorrito, el caballo de carreras y el imb¨¦cil que sale con un gorrito de Pap¨¢ Noel. Por supuesto los pongo sin sentido: al final hay una reputaci¨®n. Por culpa de esto alguna correspondencia la llevo con retraso: tengo en el diario una carta de cinco folios de la Fundaci¨®n Franco en la que se me pone de vuelta y media mientras se me reivindica (?con n¨²meros!) la dictadura; al final nos van a vender el franquismo como algoritmo. Todas las noches dedico diez minutos a buscar un emoticono que re¨²na la ternura que me levant¨® la carta y pintarlo en un folio como respuesta, de momento sin ¨¦xito.
Esta man¨ªa ha tenido algo de crisis prematura de los 40, una inseguridad que empuja a los hombres al gimnasio y al descapotable de segunda mano. Tanto que tengo emoticonos de amigos como Edu Gal¨¢n, al que guardo fotografiado con todo tipo de emociones para expresar a trav¨¦s de esa subcontrata mis estados de ¨¢nimo. He sabido que Monedero tiene una colecci¨®n de emoticonos con sus fotos m¨¢s famosas, esas poses sobre la moto o con el dedo en los labios que ejecuta primorosamente dependiendo del WhatsApp. Este uso m¨ªo de emoticonos en alguien ya a salvo se inscribe en un patr¨®n de conducta, el mismo que me llev¨® a empezar a beber cerveza a los 27 y a fumar a los 29. Toda mi vida ha consistido en escuchar un ¡°si no lo ha hecho ya, no va a empezar ahora¡± y decepcionar de forma inmediata. Los emoticonos me sirven para despojar de dramatismo el mensaje y convivir con la idea secreta de a?adirlos en los art¨ªculos a modo de se?ales de tr¨¢fico. Veo las portadas de los peri¨®dicos y traduzco de forma autom¨¢tica los titulares en emoticonos, casi siempre la folcl¨®rica y el coche de polic¨ªa, y quiz¨¢s alg¨²n partido en campa?a se atreva a presentarse con el monito de ojos tapados o el perrito de lanas, o el mismo Monedero sentado en una silla mientras levanta la mano como si recitase a Shakespeare. Lo que sea con tal de que las emociones se nos sugieran, no se nos impongan.
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