El oficio m¨¢s antiguo
El Museo de Orsay ha dedicado una pol¨¦mica muestra a la prostituci¨®n en el arte decimon¨®nico que est¨¢ batiendo r¨¦cords de visitanes
La Olympia que retrat¨® Manet lo fue. Tambi¨¦n Agostina Senatori, musa ef¨ªmera de Van Gogh. Igual que las f¨¦minas de los lienzos de Toulouse Lautrec, asiduo de los burdeles parisienses. Pintores como Picasso, Munch y Courbet utilizaron como modelos a estas mujeres de vida supuestamente alegre, tal vez a cambio de algunas monedas. Pero ninguna exposici¨®n de envergadura les hab¨ªa dedicado hasta ahora la atenci¨®n merecida. Si uno no es arzobispo ni ayatol¨¢, su primera reacci¨®n ante la gran muestra que el Museo de Orsay dedica a la prostituci¨®n en el arte decimon¨®nico ¨CEsplendores y miserias. Im¨¢genes de la prostituci¨®n, 1850-1910, hasta el 17 de enero¨C no ser¨¢ necesariamente la indignaci¨®n. M¨¢s bien el asombro: cuesta creer no haber entendido hasta ahora que esas mujeres viv¨ªan del oficio m¨¢s antiguo del mundo, como lo llam¨® Rudyard Kipling.
Isolde Pludermacher, comisaria del museo parisiense, ha pasado tres a?os trabajando en la muestra, ante la admiraci¨®n de sus colegas estadounidenses, que le juraban que nunca habr¨ªan podido hacer algo parecido. ¡°La prostituta ha sido un personaje ignorado por la historia del arte, pese a haber sido una figura central de la pintura del siglo XIX. Existi¨® entonces una identificaci¨®n entre el artista y la meretriz, fruto de su apego por la vida bohemia¡±, explica. La exposici¨®n revela que Par¨ªs se convirti¨®, en tiempos del Segundo Imperio y la belle ¨¦poque, en capital europea del sexo remunerado. Los artistas reprodujeron un fen¨®meno que se extend¨ªa por bistr¨®s y bulevares, convirtiendo la fren¨¦tica actividad de esquineras en el tema moderno por definici¨®n. ¡°Solo logro pintar a estas mujeres con colores chillones, tal vez para expresar as¨ª la intensidad de sus existencias¡±, dej¨® dicho Van Dongen, bien representado en la muestra.
El d¨ªa de la inauguraci¨®n, hasta 7.000 personas se adentraron en la exposici¨®n, batiendo un r¨¦cord en la historia del museo. Desde entonces, los visitantes no dejan de api?arse en sus salas. En especial, en dos galer¨ªas prohibidas a los menores de 18 a?os, repletas de fotograf¨ªas que revelan qu¨¦ suced¨ªa dentro de las llamadas casas de tolerancia. Se ha acusado al museo de recurrir al sexo para seducir a un p¨²blico masivo en tiempos de crisis. El a?o pasado, la muestra oto?al estuvo dedicada al Marqu¨¦s de Sade. Y el anterior, a la desnudez masculina. ¡°Es una operaci¨®n comercial que aspira a contrariar al burgu¨¦s biempensante a trav¨¦s de la prostituci¨®n¡±, protesta Gr¨¦goire Th¨¦ry, secretario general del Mouvement du Nid, veterana asociaci¨®n que lucha por su abolici¨®n. ¡°La iniciativa refleja la fascinaci¨®n de muchos artistas por la prostituci¨®n, de la que, a menudo, tambi¨¦n fueron consumidores. Convirtieron a esas mujeres en figuras ejemplares que escapaban al control de la sociedad, cuando en realidad eran v¨ªctimas de explotaci¨®n y dominaci¨®n masculina. Un reflejo de la cultura patriarcal que sigue perturbando nuestro presente¡±, a?ade.
La exposici¨®n coincide con un largo debate en el Parlamento franc¨¦s, que estudia aprobar una nueva ley que sancionar¨¢ al cliente y no a la prostituta que oferta sus servicios, como fue el caso en tiempos de Sarkozy. En junio, un colectivo de prostitutas se manifest¨® ante la Asamblea Nacional. Su pancarta dec¨ªa: ¡°Os acost¨¢is con nosotras. Vot¨¢is contra nosotras¡±. De vuelta en las salas, los retratos demuestran la pronunciada ambivalencia que los franceses, siempre divididos entre la tentaci¨®n del libertinaje y el peso del conservadurismo, siguen sintiendo por el fen¨®meno.
elpaissemanal@elpais.es
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