Ambiciones
La dimisi¨®n de Arantza Quiroga al frente del PP vasco ha sido tratada como una an¨¦cdota pol¨ªtica
La dimisi¨®n de Arantza Quiroga al frente del PP vasco ha sido tratada como una an¨¦cdota pol¨ªtica en las horas agitadas de la conformaci¨®n de listas de cara a las pr¨®ximas elecciones. Culmina as¨ª la mirada fr¨ªvola que ha caracterizado el paso de esta persona por la vida pol¨ªtica. Si su irrupci¨®n vino jaleada por un caudaloso reguero de atenciones medi¨¢ticas que ten¨ªan demasiado que ver con su saludable aspecto externo y hasta con sus h¨¢bitos anticonceptivos, el episodio de su dimisi¨®n y sustituci¨®n por un cargo fiel al liderazgo central, culmina la ramploner¨ªa. El proyecto abortado de Arantza Quiroga apunta a la l¨ªnea de flotaci¨®n de una est¨¦tica de poder que ha definido la legislatura de Rajoy, fundamentada en la petrificaci¨®n de los problemas, lo est¨¢tico como ¨²nico movimiento y permitir que los conflictos se pudran bajo la autoridad de la gimnasia pasiva. Nadie le puede negar su eficacia en el corto plazo, termina sus cuatro a?os de gobierno en condiciones de volver a ganar las elecciones, pero una mirada ambiciosa hacia el futuro de nuestro pa¨ªs ofrece una estampa mucho m¨¢s desoladora.
Estos cuatro a?os sin asesinatos ni atentados conceden un espacio precisamente para celebrar lo contrario, la ambici¨®n pol¨ªtica de quienes se movieron para cambiar las cosas, para variar las rutinas a¨²n a riesgo de perder en el esfuerzo su cr¨¦dito y su comodidad. Nadie sabe si los espa?oles son conscientes de ello, pero fueron tan atronadoras las frases que culpaban de traidores a quienes se mov¨ªan en ese cenagoso proceso negociador que conviene recordar el m¨¦rito de todos los implicados en el final del terror. La ambici¨®n pol¨ªtica de Arantza Quiroga se basaba en una nueva orientaci¨®n estrat¨¦gica del partido, pero cuando una escuela pol¨ªtica fomenta y bendice el juego del escondite, asomar la patita es tan solo un gesto condenado a la mutilaci¨®n.
Estamos inmersos en un proceso que la aparente inmovilidad no va a evitar que se produzca. Abarca demasiados a?os y demasiadas sensibilidades, pero la victoria principal es la de haber llegado todos al acuerdo de que el asesinato es injustificable. As¨ª van surgiendo tambi¨¦n libros curiosos, como el brev¨ªsimo descargo de conciencia de un encargado de las pol¨ªticas de asilo francesas en plena transici¨®n espa?ola, que ha dejado constancia en "El camino de los difuntos" del funcionamiento impune de la guerra sucia. El librito de Fran?ois Sureau se viene a sumar a otros relatos del dolor de v¨ªctimas o familiares y de tantos otros salpicados por la irresponsabilidad, la ceguera y el dogmatismo.
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