¡°Para nosotros, vivir de forma ordinaria es un hecho extraordinario¡±
El salesiano lleva cuatro a?os en Siria intentando hacer la guerra m¨¢s leve a los ni?os y adolescentes m¨¢s afectados por el conflicto

Habla en plural. Cuatro a?os en Siria y se siente uno m¨¢s. Alejandro Jos¨¦ Mendoza ha vivido cuatro a?os de guerra en Damasco intentando hacer una vida rutinaria a pesar del conflicto. A finales de 2010 Mendoza se orden¨® sacerdote en las Misiones Salesianas y, cuando le preguntaron d¨®nde quer¨ªa ir, dijo sin dudar que quer¨ªa ir a Damasco. Sin embargo, el 15 de marzo comenzaron las manifestaciones, las represiones y la guerra, y su superior le volvi¨® a preguntar si hab¨ªa cambiado de opini¨®n: ¡°Absolutamente no, yo quiero ir a Damasco¡±.
Aunque es venezolano, habla el castellano con dificultad y le cuesta dar con la palabra adecuada de vez en cuando. Hace a?os que abandon¨® Venezuela y desde entonces ha estudiado en Italia y ha viajado por todo Oriente Pr¨®ximo. Cuando lleg¨® a Siria lo hizo motivado por "esos j¨®venes necesitados de formaci¨®n, con pocas posibilidades econ¨®micas". Y por gratitud con los salesianos, quienes, dice, le han dado todo y se han sacrificado por darle la alegr¨ªa que ha cambiado su vida. Nadie imagin¨® en 2011 que iban a ser tantos a?os de guerra y que iba a cambiar tanto el tablero y las personas que en ¨¦l se encontraban. Al misionero no se le pas¨® por la cabeza volver en ning¨²n momento. ¡°Por respeto, decid¨ª quedarme¡±, razona. ¡°Por honestidad y convicci¨®n¡±, a?ade. Y para los j¨®venes con los que trabaja ¡°fue muy significativo¡± que ¨¦l no les abandonase.
¡°Nosotros estamos consentidos¡±, explica, hablando del d¨ªa a d¨ªa. En el centro de la capital siria cortan la electricidad y el agua seis horas al d¨ªa, mientras que en la periferia ¡ªdonde m¨¢s bombas caen¡ª est¨¢n sin luz y agua hasta doce. En Alepo ¡ªuno de los frentes m¨¢s cruentos¡ª s¨®lo tienen electricidad una hora cada dos d¨ªas, y agua tres o cuatro veces por semana. Mendoza se queja de que la situaci¨®n est¨¢ empeorando y que, aunque viven en ¡°una zona muy segura¡±, ahora caen muchos m¨¢s misiles.
La vida sigue a pesar de la guerra
¡°La lucha es vivir lo m¨¢s normal que se pueda". Y tratar de ir a trabajar, de estudiar, de quedar con los amigos... Por eso, en el centro donde ¨¦l trabaj¨® intentan seguir con las actividades; hecho que no es del todo f¨¢cil: ¡°Es vivir el cielo si vivimos un d¨ªa lo que nosotros consideramos, m¨¢s o menos, normal¡±. Porque su rutina se ve afectada por lo que ¨¦l llama accidentes, es decir, muertes, misiles, heridos, pobreza...
En el centro salesiano trabajan con ni?os y j¨®venes por las tardes y los fines de semana. No todos los d¨ªas van todos porque a Mendoza le gustan los grupos peque?os donde pueda conocer a cada uno y ¡°hacer di¨¢logos seg¨²n la situaci¨®n de cada uno¡±. Este verano, han pasado de atender a la treintena de menores que acud¨ªan otros a?os a m¨¢s de 1200 ni?os y adolescentes, as¨ª que se han volcado a estar con ellos todo el d¨ªa, ofreci¨¦ndoles actividades y d¨¢ndoles comida.
El invierno es m¨¢s dif¨ªcil. ¡°El primer d¨ªa de nieve lo disfrutan¡±, cuenta,? pero la realidad es que no hay electricidad suficiente para calentarse. Estas ¨²ltimas navidades, una guarder¨ªa del norte de Italia decidi¨® vender la artesan¨ªa que los alumnos hac¨ªan en clase para recolectar dinero y envi¨¢rselo a su centro juvenil. Con todo lo que recogieron, consiguieron fabricar 500 chaquetas para los ni?os. ¡°?A d¨®nde hemos llegado?¡±, se preguntaban los j¨®venes cuando ve¨ªan que ni?os de guarder¨ªa les ten¨ªan que regalar cosas porque ellos no ten¨ªan nada. Los sirios, como explica el sacerdote, son muy dignos y les cuesta recibir este tipo de ayuda. El hecho de llevar cuatro a?os sin apenas poder trabajar es muy duro para el pueblo.
¡°Perderle miedo a la muerte me ha dado libertad¡±
En estos cuatro a?os, asegura el salesiano que ha entendido el valor de la vida. "No tengo miedo a la muerte¡±. A pesar de seguir con el d¨ªa a d¨ªa, todos son muy conscientes de que pueden morir. Cuenta Mendoza que los j¨®venes, al despedirse, le dicen hasta luego a sus madres, pero tambi¨¦n le dicen el color de la chaqueta que llevan puesta, por si no regresan. ¡°Porque a veces es la ¨²nica manera de reconocer el cuerpo¡±. Perderle el miedo a la muerte hace vivirla con m¨¢s intensidad y. en el caso del sacerdote. afirma que le ha dado libertad.

¡°Los j¨®venes tiene hambre y fr¨ªo, pero lo que necesitan es dar un sentido a su vida¡±. De hecho, ¨¦l confiesa que lo que m¨¢s le han aportado estos a?os es fe. Trabaja con la comunidad cristiana de Damasco, donde la creencia musulmana de que todo est¨¢ escrito est¨¢ muy arraigada. Por eso cree que es vital que los j¨®venes se den cuenta de que lo importante no es que un hecho parezca casual o no, sino aprender que eres "el hijo amado de Dios en la situaci¨®n que sea". M¨¢s que el miedo a su propia muerte, teme por las vidas de sus ¡°muchachos¡±. "Han vivido muy poco y lo que han vivido son cuatro a?os de guerra".
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos ha documentado m¨¢s de 250.000 muertes desde el primer fallecido, el 18 de marzo de 2011. ¡°Los n¨²meros dicen y no dicen¡±, critica Alejandro Jos¨¦ Mendoza, que cree que la cifra se queda corta. Y ya no son s¨®lo los n¨²meros sino las implicaciones. Relata una de las ¨²ltimas vivencias all¨ª, cuyo protagonista fue un joven de 25 a?os al que le acababan de aceptar en un m¨¢ster para ser juez de la Rep¨²blica. "Le faltaba una semana para casarse, y un misil de los cientos que caen en Damasco le mat¨®". Al misionero se le hace muy dif¨ªcil seguir diciendo al resto de ni?os que estudien cuando ven que gente que se ha esforzado tanto acaba as¨ª. Esta es una historia, ¡°ahora multipl¨ªquenlo por 250.000¡±, pide el misionero.
"Dejar Siria fue muy dif¨ªcil¡±, reconoce Mendoza. ?ste ha sido su hogar durante estos a?os, pero ahora tiene que abandonarlo. El v¨ªnculo seguir¨¢ ah¨ª, pero ahora va a coordinar las misiones en toda la zona de Oriente Pr¨®ximo y los retos son igualmente llamativos. ¡°S¨¦ que para los refugiados de Sud¨¢n en Egipto o los de Irak y Siria en Turqu¨ªa la situaci¨®n es la misma¡±, explica. As¨ª que la motivaci¨®n sigue intacta. ¡°Voy a estar m¨¢s alejado de los j¨®venes, pero voy a hacer un trabajo necesario para que mis hermanos puedan continuar haciendo la labor que hice yo¡±. No le amedrenta el desaf¨ªo, pues las vivencias de estos ¨²ltimos cuatro a?os le han recargado las bater¨ªas.
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