El lenguaje de las piedras
Los cementerios civiles atesoran la historia de las muertes que difieren del canon. Reducto de la heterodoxia espa?ola, su elecci¨®n es m¨¢s pol¨ªtica que confesional He aqu¨ª una topograf¨ªa de la muerte laica
En las ma?anas de oto?o, el cementerio civil de Madrid parece el escenario de una novela g¨®tica, especialmente en su zona antigua. El aspecto que ofrece, descuidado y decadente, introduce al visitante en un espacio cargado de s¨ªmbolos.
Se ven bastantes cruces, m¨¢s de lo que cabr¨ªa prever dado el car¨¢cter aconfesional del recinto, y algunas de ellas son ortodoxas. La estrella de David, tambi¨¦n presente, convive con la roja de cinco puntas del marxismo y con la estrella flam¨ªgera de los masones, con el caduceo y la columna truncada ¨Cde resonancias cl¨¢sicas¨C, con el pu?o y la rosa de los socialistas y las palomas con ramas de olivo. Se ven, en fin, muchos panteones familiares con nombres extranjeros y otros que son propiedad de asociaciones, partidos pol¨ªticos (como Izquierda Republicana) o sindicatos.
En este rinc¨®n ex¨®tico de la Necr¨®polis del Este de Madrid, m¨¢s conocido como cementerio de la Almudena, las piedras hablan para contarnos historias de las muertes que difieren del canon. Por definici¨®n, los cementerios son espacios plurales, donde la diversidad ¨Cya sea cultural, social, religiosa o de poder¨C intenta superar la uniformidad a la que nos conduce la muerte, de ah¨ª que sean uno de los espacios sociales con mayor carga simb¨®lica.
Hoy, primer d¨ªa de noviembre, algunos visitantes tambi¨¦n pasar¨¢n por aqu¨ª para recordar a sus difuntos, en una costumbre inveterada que se mantiene exclusivamente en los pa¨ªses de tradici¨®n cat¨®lica. La festividad de Todos los Santos, como muchas otras del santoral cristiano, se superpone a ritos paganos: en este caso, el origen se encuentra en el calendario celta, donde Samhain ¨Cen la mitad misma del oto?o¨C se consideraba el inicio del A?o Nuevo. Samhain era, pues, la antesala del invierno, como Beltane ¨Cel primero de mayo, en el punto central de la primavera¨C lo era del verano. Para cristianizar esta celebraci¨®n dru¨ªdica, el episcopado franco formaliz¨® la festividad de Todos los Santos en tiempos de Carlomagno y a partir de ah¨ª se fue extendiendo por toda la cristiandad.
Donde descansan los librepensadores. Los cementerios civiles han sido el reducto de la heterodoxia espa?ola y el enterramiento en ellos representa, a¨²n hoy, una opci¨®n pol¨ªtica m¨¢s que confesional. Este de La Almudena data de 1884. Antes de su creaci¨®n, los muertos considerados indignos de recibir sepultura can¨®nica eran enviados al corralillo, una especie de pasillo extramuros del camposanto donde iban a parar paganos, jud¨ªos e infieles; los no bautizados en general, incluso ni?os reci¨¦n nacidos; herejes y ap¨®statas, suicidas, duelistas, pecadores p¨²blicos que mor¨ªan sin confesar y aquellos que incumpl¨ªan el precepto pascual. Los suicidas pod¨ªan ser liberados de esta condena post mortem si se demostraba que estaban locos.
La simbolog¨ªa mas¨®nica se expresa a trav¨¦s de algunos mausoleos, a pesar de que Franco orden¨® en 1938 que todas las inscripciones o s¨ªmbolos de car¨¢cter mas¨®nico o que pudieran ofender a la religi¨®n cat¨®lica fueran eliminados de los cementerios de la zona nacional en el plazo de dos meses. De resultas de esta enconada persecuci¨®n, no es de extra?ar que conservemos esa imagen de secretismo en cuanto a los francmasones, aunque ellos insisten en que son ¡°discretos, no secretos¡±. Proliferan la escuadra y el comp¨¢s, las ramas de acacia, la estrella flam¨ªgera, la columna truncada o la cuerda de nudos. Una parte de la masoner¨ªa del XIX se vio influenciada por el espiritismo o la teosof¨ªa y estas escuelas de pensamiento impregnaron la simbolog¨ªa mas¨®nica.
Jos¨¦ Jim¨¦nez Lozano, premio Cervantes en 2002, reflexionaba as¨ª en su magn¨ªfico ensayo de 1978 Los cementerios civiles y la heterodoxia espa?ola (Seix Barral): ¡°La condici¨®n de espa?olidad es una expresi¨®n sociopol¨ªtica: supone y presupone la fe. Es la Iglesia la que se ha hecho Estado aqu¨ª [¡]. El cementerio civil supone el fracaso de la secularizaci¨®n pol¨ªtica en Espa?a, donde parece que sufrimos de una incurable impotencia para la laicidad y, por lo tanto, para la civilidad¡±.
Cementerios ingleses, brisa marina. Leyendas de n¨¢ufragos fantasmas rodean los or¨ªgenes de los cementerios brit¨¢nicos que acogieron, antes de la creaci¨®n de los espacios funerarios civiles, a los muertos diferentes, convirti¨¦ndose as¨ª en los primeros cementerios segregados. El m¨¢s antiguo es el de M¨¢laga, que contin¨²a activo ¨Caunque ahora solo acoge cenizas¨C y data de 1831.
Existe la costumbre de que en cualquier lugar del mundo donde haya un consulado ingl¨¦s, ha de haber tambi¨¦n un cementerio brit¨¢nico. Aqu¨ª, debido a las relaciones comerciales y pol¨ªticas con las islas, la mayor¨ªa de ellos se sit¨²an en ciudades costeras y surgen ante la negativa de la Iglesia cat¨®lica de enterrar en suelo cristianizado cualquier cuerpo susceptible de contaminarlo. As¨ª, se dio el caso de que el cad¨¢ver de un alto funcionario ingl¨¦s fuera arrojado al mar y que los pescadores lo sacaran de all¨ª, para dejarlo a merced de la carro?a, ante el temor de que el hereje les estropeara la pesca. El suceso data de 1622 y tuvo lugar en Santander.
Adem¨¢s del bell¨ªsimo cementerio malague?o de San Jorge, catalogado como bien de inter¨¦s cultural, est¨¢n en activo unas 25 necr¨®polis y a¨²n quedan otros que se mantienen con car¨¢cter patrimonial. El del monte Urgull, en San Sebasti¨¢n, exhibe a¨²n ante los paseantes mausoleos con referencias marinas.
Del rito a la arqueolog¨ªa. Los datos sobre la preferencia de los espa?oles a ser incinerados apuntan a una paulatina desaparici¨®n de los cementerios tal y como hasta hoy los concebimos. Desde que en 1964 la Iglesia cat¨®lica lo autoriz¨® ¨Clo que a¨²n no se admite en otras religiones mayoritarias¨C, los porcentajes de incineraci¨®n se han ido incrementando exponencialmente.
El primer crematorio se abri¨® en Madrid en 1973, con la idea de ser utilizado por los extranjeros que mor¨ªan en Espa?a, y ese a?o se inciner¨® all¨ª a 14 personas. En 1980 solo se escogi¨® esta opci¨®n para un 1,5% de los difuntos, de los cuales casi la mitad eran extranjeros. Los porcentajes van aumentando ¨Cen Madrid, por ejemplo, en 1992, un 20%; en 2006, un 40%¨C hasta sobrepasar largamente el 50% en las grandes ciudades, alcanzando una media del 35% en el conjunto del pa¨ªs, seg¨²n un estudio elaborado el a?o pasado por la Confederaci¨®n de Consumidores y Usuarios (CECU).
Es de prever que, en el futuro, los cementerios queden como espacios patrimoniales donde las piedras nos relatar¨¢n la historia, y donde iremos a pasear como a cualquier yacimiento arqueol¨®gico o a cumplir con el rito en una desangelada ma?ana de oto?o.
elpaissemanal@elpais.es
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