Hacer pol¨ªtica

E l giro dado por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para afrontar el reto secesionista planteado en el Parlament de Catalu?a se asemeja por fin a la forma en que se deben afrontar los problemas de Estado en nuestro pa¨ªs: buscando la fuerza del consenso de los principales partidos pol¨ªticos en defensa de la legalidad y la legitimidad constitucional. Las reuniones con los l¨ªderes del PSOE, Ciudadanos y Podemos (a las que habr¨ªa que a?adir el resto de las fuerzas parlamentarias relevantes) abren un camino que se tendr¨ªa que haber tomado hace mucho tiempo: el di¨¢logo y los acuerdos son los que permitieron construir y desarrollar el proyecto democr¨¢tico en Espa?a, y es la ¨²nica v¨ªa para reconducir un problema que est¨¢ fracturando la sociedad catalana y la del conjunto del pa¨ªs.

La respuesta ante la deriva independentista de Catalu?a requiere, adem¨¢s de firmeza para hacer cumplir la ley, reconducir el debate en t¨¦rminos pol¨ªticos y hacer part¨ªcipe al mayor n¨²mero de partidos en la b¨²squeda de una soluci¨®n que, en el fondo, est¨¢n pidiendo la mayor¨ªa de los catalanes y los espa?oles.

La encuesta que publica hoy EL PA?S, realizada el 28 de octubre, indica que una mayor¨ªa de catalanes es contraria a la propuesta de resoluci¨®n llevada al Parlament por Junts pel S¨ª y la CUP, que si se planteara un refer¨¦ndum plenamente legal sobre la independencia de Catalu?a votar¨ªa que no y que son favorables a lo que se ha dado en llamar la tercera v¨ªa. Adem¨¢s, el 71% de los encuestados cree que Artur Mas no deber¨ªa repetir como presidente de la Generalitat.

Estos datos refuerzan la idea de que es posible abordar la cuesti¨®n catalana en t¨¦rminos pol¨ªticos, por encima de las emociones y de la contienda partidista. Mariano Rajoy, como presidente del Gobierno, debe liderar ese di¨¢logo en busca de consensos, con generosidad, ojal¨¢ que llegando a formular una propuesta seductora para los catalanes o, al menos, para una parte de los catalanes que se han sumado a las filas independentistas s¨®lo por su frustraci¨®n ante la falta de alternativas. Y todos deben de hacer esto renunciando a utilizar el problema catal¨¢n como arma arrojadiza en la campa?a electoral, porque si las conversaciones no se conducen en un ambiente de confianza mutua acabar¨¢n fracasando y ofrecer¨¢n m¨¢s bazas a los insurgentes.

El golpe al Estado planteado por dos coaliciones que ni siquiera cuentan con el respaldo de la mayor¨ªa de los catalanes requiere respuestas firmes, r¨¢pidas y consensuadas. Llevamos muchos meses asistiendo a un movimiento continuo hacia la independencia en el que sus patrocinadores act¨²an con una hoja de ruta al margen de la legalidad, sin que el Gobierno haya sido capaz de responder y sin que los leg¨ªtimos representantes de todos los espa?oles hayan ofrecido su unidad para frenar ese desprop¨®sito.

El Parlamento es la casa com¨²n de todos los espa?oles (incluidos los catalanes), y ser¨ªa el marco adecuado para una declaraci¨®n institucional y consensuada en defensa de una legitimidad constitucional que se quiere quebrar desde el secesionismo.

Merece la pena el esfuerzo de buscar los puntos de encuentro imprescindibles para armar un discurso de unidad democr¨¢tica frente al enorme desaf¨ªo planteado. Hacer pol¨ªtica es eso: buscar lo que nos une para proteger un marco de convivencia que cost¨® mucho conseguir. Ya habr¨¢ tiempo, despu¨¦s, para la contienda electoral.