Casi una vez

La media de veces que las prendas adquiridas en Primark son vestidas es de 0¡¯9. Tiene sentido, pues la marca irlandesa es una experiencia, ese concepto vac¨ªo con el que se trata hoy de dotar de contenido a lo que no lo tiene. Lo divertido es ir de compras, lo gratificante es contar que se ha ido donde hab¨ªa que ir y se ha hecho lo que tocaba hacer.

Vivimos en una sociedad en la que todos hacen lo mismo para parecer diferentes, y este templo de reafirmaci¨®n llamado Primark es m¨¢s consecuencia que causa. Desde que la econom¨ªa financiera se impuso a la productiva, otorgamos m¨¢s valor a la acci¨®n de comprar y vender que a lo que realmente compramos y vendemos. Lo in¨²til tiene el respeto social que perdi¨® lo pr¨¢ctico. Hablar de in¨²til en el marco de esta columna me parece lo m¨¢s meta que he hecho en la vida.

Recuerdo que, un d¨ªa, mientras est¨¢bamos en una clase de Semi¨®tica en la facultad, un amigo, airado por la inutilidad que intu¨ªa en la asignatura ¡ªa m¨ª me gustaba un poco, debo admitir¡ª, se dirigi¨® a un tipo que se nos hab¨ªa sentado al lado. ¡°?Te das cuenta de que los que fueron al colegio con nosotros cuando acaben sus carreras sabr¨¢n extirpar un tumor o construir un puente?¡±, le dijo. El chaval se gir¨® y respondi¨®: ¡°No s¨¦. Yo tengo un Premio Ondas¡±. Le llamamos Premio Ondas el resto del curso. Con sorna, pero, sobre todo, con rencor. En el fondo, no quer¨ªamos aprender a construir un puente, quer¨ªamos un Premio Ondas como el suyo para poder decir que pose¨ªamos uno, al menos, 0¡¯9 veces al d¨ªa.