Las tres l¨®gicas de La Haya
La Marcha Verde sobre el Sahara Occidental se sirvi¨® de la ambig¨¹edad del Tribunal
Se cumplen 40 a?os de la Marcha Verde sobre el Sahara Occidental. Una efem¨¦rides que el rey de Marruecos celebrar¨¢ en la capital del Sahara, El Aai¨²n. Unos d¨ªas despu¨¦s, el 14 de noviembre, ser¨¢ el turno del aniversario de los acuerdos de Madrid. Pretend¨ªan cerrar una cuesti¨®n colonial demorada demasiado tiempo y no sirvieron m¨¢s que para crear un gran problema y un drama con muchos miles de v¨ªctimas (y no hablo s¨®lo de los desaparecidos o torturados sino de los aparcados en campamentos sin horizonte durante cuatro d¨¦cadas) que a¨²n colea sin soluci¨®n visible. Viv¨ª aquel momento como profesor en la Universidad de Fez y no pude sustraerme al ambiente festivo que j¨®venes y adultos vivieron ante lo que creyeron la restauraci¨®n de un derecho hist¨®rico a la reunificaci¨®n de un pa¨ªs dividido por la colonizaci¨®n. Y tal vez no les faltaban razones. Juan Goytisolo se atrevi¨® a decir algo parecido en la revista Triunfoen 1976, suscitando ¡°el tole, o m¨¢s bien el griter¨ªo¡± ¡ªfueron sus palabras¡ª de la izquierda espa?ola de entonces.
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Cuarenta a?os despu¨¦s, los marroqu¨ªes siguen convencidos de que ten¨ªan raz¨®n tras una presi¨®n medi¨¢tica que ha hecho de la cuesti¨®n sahariana la ¡°causa nacional¡± sobre la que pende toda la acci¨®n exterior del pa¨ªs y buena parte de la interior. Recientemente, la crisis entre Marruecos y Suecia, cuando este pa¨ªs baraj¨® la posibilidad de reconocer a la Rep¨²blica ?rabe Saharau¨ª Democr¨¢tica (RASD), ha demostrado hasta qu¨¦ punto esta causa, como expresaba un editorial reciente de la revista marroqu¨ª Telquel, es m¨¢s bien un tab¨², tan ausente est¨¢ el debate p¨²blico sobre esta cuesti¨®n crucial.
Parece oportuno volver en este momento sobre lo ocurrido hace cuatro d¨¦cadas, cuando Hassan II aprovech¨® el ambiguo dictamen del Tribunal de la Haya, que reconoc¨ªa v¨ªnculos legales de lealtad entre el sult¨¢n marroqu¨ª y algunas tribus saharauis, lo que indicaba cierta autoridad o influencia sobre ellas para lanzar, con un Franco en trance de muerte, su espectacular Marcha Verde. Omiti¨® a su pueblo las otras partes del dictamen, que han sido ocultadas todo este tiempo contribuyendo a la visi¨®n cerrada, fr¨¢gilmente unanimista, que todav¨ªa es la oficial y popular en Marruecos.
Conviene insistir en la ambig¨¹edad del citado dictamen de La Haya. No soy el ¨²nico en se?alarlo. Tambi¨¦n recientemente, en un seminario en San Sebasti¨¢n, Eric Sottas, de la Organizaci¨®n Mundial contra la Tortura, insist¨ªa en ello. A su juicio, el Tribunal fue contundente en la conclusi¨®n pero no en la argumentaci¨®n. Visto desde el interior de Marruecos y en boca de uno de sus intelectuales m¨¢s conocidos, Abdallah Laroui en su libro Marruecos, S¨¢hara (Diarios 1974-1981). Pensamientos de la ma?ana (Almuzara, 2015), aquel fue un momento cr¨ªtico en el que Marruecos hubo de optar entre aceptar la autodeterminaci¨®n de los habitantes del Sahara, con los riesgos de perder la partida, o el aislamiento internacional como resultado de dar la espalda a la doctrina y decisiones de las Naciones Unidas.
La l¨®gica imperante en 1975 no era la del pasado, sino la de un presente con otros imperativos
Ante el dilema que entreve¨ªa Laroui, Marruecos opt¨® por una tercera v¨ªa, el recurso al Tribunal de La Haya en busca de una legitimaci¨®n de su postura. Lo hizo, seg¨²n parece, para dar tiempo a una negociaci¨®n con Espa?a. Pero lo har¨ªa con el falso convencimiento ¡ªas¨ª lo se?ala Laroui en su diario ¨ªntimo¡ª de que la corte de La Haya tomar¨ªa en consideraci¨®n la existencia de un ¡°derecho internacional isl¨¢mico¡±. Pues conviene recordar, como hac¨ªa Laroui el 5 de octubre de 1975, que tres l¨®gicas se opon¨ªan en la cuesti¨®n a dirimir por el alto tribunal:
¡°En lo que se refiere al concepto de soberan¨ªa, Marruecos se apoya en la l¨®gica de la ley isl¨¢mica, mientras que Mauritania lo hace en la l¨®gica tribal; y Espa?a y Argelia, en la l¨®gica colonial occidental, que dictamina que la soberan¨ªa anterior al expansionismo europeo no es, en el mejor de los casos, concluyente¡±.
El error de base de la pol¨ªtica marroqu¨ª siempre estuvo en ignorar que la l¨®gica imperante en 1975 no era la del pasado, en el que se pod¨ªan encontrar razones hist¨®ricas que justificaran sus aspiraciones, sino la de un presente con otros imperativos que obligaban a tener en cuenta a los protagonistas del asunto en cuesti¨®n, los saharauis. La ambig¨¹edad del dictamen de La Haya estuvo en reconocer las tres l¨®gicas (v¨ªnculos de lealtad al sult¨¢n, derechos territoriales de las tribus y necesidad de aplicar la resoluci¨®n 1514 para la descolonizaci¨®n del Sahara), aunque concluyera que la ¨²ltima era la dominante.
Bernab¨¦ L¨®pez Garc¨ªa es catedr¨¢tico honorario de Historia del Islam contempor¨¢neo en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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