El ¨¦xito de la telebasura explicado por la ciencia
No te sientas mal. Hay varios argumentos cient¨ªficos que apoyan y explican tu afici¨®n a los programas de cotilleo
¡°Se?or Aznar: no somos telebasura. Respetamos su opini¨®n; pero, si nos viera, nosotros somos personas que ense?amos cosas. Hemos dibujado las camisetas, tocado casta?uelas¡¡± En mayo de 2003, Malena Gracia y Yola Berrocal dirig¨ªan estos alegatos al por entonces Presidente del Gobierno mirando a una c¨¢mara situada en el techo de Hotel Glam, el reality show en el que participaban. La telebasura copaba casi toda la programaci¨®n. El jefe del ejecutivo hab¨ªa concedido una entrevista a Onda Cero en la que le preguntaron sobre el fen¨®meno. S¨ª: s¨®lo exagero un poquito si afirmo que la cosa ya hab¨ªa pasado a ser casi un asunto de Estado. Paradigm¨¢ticamente, esta defensa sigue siendo recordada como uno de los grandes momentos de eso, de la telebasura. Merece la pena transcribir completamente su discurso:
¡°¨C Somos personas normales que cada d¨ªa r¨ªen, lloran¡ ?Ay! No somos basura. ¨C Y somos cat¨®licas: hay que creer en Dios. Dios existe y est¨¢ con nosotros. Yo en mi habitaci¨®n tengo un crucifijo que era de mi abuela. ¨C Y nos encantar¨ªa saludarle, darle la mano a usted y a su mujer, Ana Botella¡±. ?De verdad alguien, por muy alto que tenga su gusto, es capaz de resistirse a esbozar una sonrisa tras contemplar semejante escena? Muchos no. En concreto, los casi cuatro millones de personas que cada gala del programa reun¨ªa frente al televisor.
¡°La telebasura en la retransmisi¨®n en televisi¨®n de contenidos que tratan sobre las verg¨¹enzas del g¨¦nero humano¡±
Por resumir, la telebasura es un subg¨¦nero televisivo que muestra sin pudor y con exageraci¨®n la esfera ¨ªntima y privada de las personas que participan en el mismo. Dicho de otro modo: es la retransmisi¨®n en televisi¨®n de contenidos que tratan sobre las verg¨¹enzas del g¨¦nero humano; aquellos temas que, en casi cualquier otro contexto, no ser¨ªan sacados a la luz. Es cuando entra la televisi¨®n de por medio cuando se deforma la situaci¨®n: famosos y an¨®nimos destapan sus intimidades a cambio de fama o dinero ¨Csin¨®nimos en muchas ocasiones. Aqu¨ª entrar¨ªan los programas de coraz¨®n, los reality shows, los talk shows, talent shows¡ casi todo lo que termine por show.? Pero, ?por qu¨¦ algo tan un¨¢nimemente sancionado como ¡®lo que no se debe ver¡¯ siempre ha cosechado audiencias tan elevadas?
?Somos cotillas por pura supervivencia?
Por muy sorprendente que pueda parecer, es una parte de nuestro instinto de supervivencia lo que nos hace reaccionar con inter¨¦s frente a los datos morbosos que nos ofrecen estos programas de televisi¨®n. Dicho de otro modo: en las primeras etapas de evoluci¨®n del ser humano, cuando ¨¦ramos cazadores, la obtenci¨®n de informaci¨®n era lo que decid¨ªa en muchas ocasiones estar vivo o muerto. Saber si ciertos animales peligrosos habitan una zona de noche, conocer si en un terreno crecen ciertas plantas comestibles o tener la certeza de que beber el agua de alg¨²n r¨ªo provocaba enfermedades¡ toda informaci¨®n ¨²til para sobrevivir era el bien m¨¢s buscado y preciado. Antes de la llegada de la televisi¨®n a las sociedades contempor¨¢neas, este instinto por obtener informaci¨®n hab¨ªa evolucionado en forma de tertulias en las plazas de los pueblos: sus habitantes comentaban a modo de chascarrillo las intimidades y aspectos personales de sus vecinos, con el fin de advertir estados de ¨¢nimo o prevenir sobre ciertos comportamientos. Para ilustrarlo con algunos ejemplos: si alguien sabe que uno de sus vecinos acaba de tener una bronca con su esposa, ese alguien no le sacar¨¢ el tema y sabr¨¢ que tiene que tratarlo de forma que no se altere, puesto que est¨¢ susceptible por esa situaci¨®n personal.
¡°Conocer las situaciones personales de la gente nos ayuda a movernos m¨¢s c¨®modamente en un contexto, situaci¨®n o ambiente¡±
Es una evoluci¨®n de ese instinto: conocer las situaciones personales de la gente nos ayuda a movernos m¨¢s c¨®modamente en un contexto, situaci¨®n o ambiente; afortunadamente, saber o no esa informaci¨®n no deber¨ªa ser determinante para seguir con vida, pero s¨ª para movernos con m¨¢s comodidad y precauci¨®n a la hora de tratar con los dem¨¢s; tambi¨¦n saber con qui¨¦n debemos y con qui¨¦n no nos debemos relacionar. El chismorreo es una forma social de aprendizaje afectivo.
Casi a la vez que la llegada de la televisi¨®n a mediados del siglo XX, la migraci¨®n rural hizo que las sociedades se conformaran en torno a las ciudades: la plaza del pueblo hab¨ªa desaparecido. Y ¨¦sta, la televisi¨®n, serv¨ªa como una herramienta ideal para llegar a esos p¨²blicos masivos desde la comodidad de un plat¨®. La p¨¦rdida de contacto vecinal en las grandes urbes (debido a la gran cantidad de habitantes por poblaci¨®n) no hizo perder, sin embargo, el instinto de recopilar datos sobre nuestros semejantes.
Y aqu¨ª es donde la telebasura hace aparici¨®n: tal como explica el profesor Ant¨®n R. Castromil en sus clases de Opini¨®n P¨²blica en la Universidad Complutense de Madrid, el televisor hab¨ªa pasado a convertirse en esa ¡®plaza del pueblo¡¯, donde sus personajes hab¨ªan pasado a ser lo que antes eran los vecinos, y los programas se convert¨ªan en las tertulias donde se comentaban las intimidades.
No hemos cambiado: no somos m¨¢s inmorales.? Simplemente, lo que ha cambiado ha sido el formato.
Esa droga llamada televisi¨®n
Numerosos estudios confirman la teor¨ªa de que el televisor, por s¨ª mismo, provoca cierta adicci¨®n. La exposici¨®n de luces en constante movimiento sobre el campo de visi¨®n de un sujeto que se encuentra relajado y receptivo (normalmente sentados en un sof¨¢ con el ¨¢nimo de ¡®desconectar¡¯ y descansar) roba toda nuestra atenci¨®n; mucha m¨¢s de la que nos imaginamos. De hecho, mientras se ve la televisi¨®n, el cerebro tiene menos actividad que cuando se est¨¢ durmiendo. ?Por qu¨¦? No hay que imaginar, no hay que reflexionar, tampoco hay apenas nada que leer. El electrodom¨¦stico lo da todo hecho.
?Sabes a d¨®nde se dirige un ni?o cuando entra en un bar? Va directo a la m¨¢quina tragaperras. Las luces le provocan un ¡°efecto llamada¡± en sus instintos m¨¢s primarios. ?Tienes hijos peque?os? Entonces sabr¨¢s que una de las cosas que m¨¢s les gusta hacer ¨Cy que, para comodidad de los padres, menos vigilancia requiere¨C es ver dibujos animados frente al televisor.
La telebasura es, simplemente, los dibujos animados de los adultos.
La serialidad: fraccionar las historias engancha. Y mucho
Volviendo al ejemplo de las tragaperras: la adicci¨®n que provocan estas m¨¢quinas ¨Cal igual que otros juegos de azar¨C est¨¢ provocada precisamente porque el cerebro no concluye el proceso: siempre se piensa que, al existir la posibilidad de ganar un premio m¨¢s grande, y/u otro m¨¢s, no ha cerrado un ciclo de actividad. Nunca hay final, por lo que siempre se est¨¢ expectante.
¡°Cuando se ve la televisi¨®n, todas las categor¨ªas imaginativas est¨¢n adormecidas¡±
En la telebasura, la mayor¨ªa de historias o situaciones que se nos presentan tampoco presentan finales claros: siempre forma parte de otra historia m¨¢s grande (por ejemplo: una boda tiene que ver con la historia de una relaci¨®n, la relaci¨®n con una etapa de una vida, y una vida est¨¢ interconectada con otras). Adem¨¢s, estos programas tienen muy dominada la t¨¦cnica del cebo: mostrar durante los programas o bloques publicitarios historias que aparecer¨¢n en las siguientes ediciones. Es as¨ª como el espectador habitual de estos programas siempre se siente interesado por cualquiera de las ¡°noticias¡± o situaciones que se exponen.
La vida real ya no es suficiente
Dejar el televisor para salir al aire libre o para mantener una conversaci¨®n corriente se ha vuelto algo insatisfactorio cuando la vida, adem¨¢s, se ha vuelto dif¨ªcil y aburrida. Sin embargo, la televisi¨®n tiene siempre algo interesante que ofrecer.
Piensa en ti mismo cuando hablas sobre una pel¨ªcula con tus amigos: ?por qu¨¦ lo haces? ?S¨®lo cuando ha sido un film de gran calidad? Las pel¨ªculas que no nos despiertan ning¨²n sentimiento no suelen ser dignas de menci¨®n. Es m¨¢s: muchas veces son las que ¡°dejamos a medias¡± y no terminamos de ver. ?Verdad que has recomendado una pel¨ªcula porque te ha hecho llorar? Eso es porque una historia acompa?ada de una reacci¨®n sensorial supone en nuestras vidas rutinarias algo extraordinario y, por tanto, digno de mencionar.
El mensaje impl¨ªcito ser¨ªa: ¡°esa pel¨ªcula lo ha conseguido: ha hecho que no me sienta indiferente, como suelo estar casi todas las horas de todos los d¨ªas¡±.
La telebasura es, con diferencia, el g¨¦nero televisivo que m¨¢s emociones arranca al espectador, y todo est¨¢ orquestado para que as¨ª sea. Lamentablemente, casi todos esos sentimientos tienen que ver con la risa sustra¨ªda de la mofa, el asco o la sorpresa derivada del esperpento.
Lo que m¨¢s nos interesa son los aspectos negativos
Un estudio publicado por la revista Science en 2011, dirigido por Eric Anderson y llevado a cabo por el Departamento de Psicolog¨ªa de la Universidad de Boston, demuestra que nuestro cerebro presta m¨¢s atenci¨®n a aquellas personas de las que sabemos cosas negativas sobre su vida.
"La telebasura es, con diferencia, el g¨¦nero televisivo que m¨¢s emociones arranca al espectador"
En la investigaci¨®n, a los sujetos se les expusieron im¨¢genes de personas a las que se les a?ad¨ªa una breve descripci¨®n, que pod¨ªa ser negativa (¡°Lanz¨® una silla a una compa?era¡±), neutra (¡°Desayun¨® esta ma?ana caf¨¦ con leche¡±) o positiva (¡°Ayud¨® a una ancianita a cruzar la calle¡±).
Despu¨¦s, al mostrarles aleatoriamente rostros de personas sin su descripci¨®n, los sujetos reconoc¨ªan mucho antes a las personas de las que hab¨ªan sabido aspectos negativos de sus vidas, con lo que qued¨® demostrado que registraban durante m¨¢s tiempo las caras de los que hab¨ªan o¨ªdo ¡°cotilleos¡± o datos negativos con respecto a las caras de personas de las que sab¨ªan datos neutros o positivos.
Esto explica por qu¨¦ los programas que tratan este tipo de informaciones son, adem¨¢s de los que m¨¢s enganchan, los que m¨¢s ¨ªndice de recuerdo sobre lo que ofrecen tienen en los espectadores, de cara a tener presentes esas historias para seguir dotando de esos contenidos la programaci¨®n.
Los argumentos que importan: los econ¨®micos
La televisi¨®n es el medio que m¨¢s ha cambiado en los ¨²ltimos a?os. De hecho, contin¨²a cambiando. La creciente competencia y la lucha por captar a unos anunciantes con cada vez menos presupuesto y con m¨¢s donde elegir ha puesto en crisis la funci¨®n social de la televisi¨®n y la tradicional faceta de ¡°informar, formar y entretener¡±. Ahora s¨®lo pretende entretener.
Pero no seamos catastrofistas: la ¡°telebasura¡± no es m¨¢s que aquella programaci¨®n de ¡°gama baja¡±: barata, f¨¢cil y satisfactoria. La televisi¨®n es como un frigor¨ªfico: dentro puedes encontrar una hamburguesa, leche, caviar, embutido, tomates¡ Unos d¨ªas te apetece una cosa y, otros d¨ªas, otra. O, ?acaso comer¨ªas caviar todos los d¨ªas?
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