Por unanimidad

Como la prudencia aconsejaba, el Tribunal Constitucional (TC) no pone dificultades a que se celebre la sesi¨®n plenaria del Parlamento de Catalu?a sobre la ruptura con la legalidad planteada por los grupos de Junts pel S¨ª y de la CUP. Era muy delicado limitar la libertad de los diputados para discutir y votar sobre un asunto pol¨ªtico, aunque se trate de un prop¨®sito tan abiertamente inconstitucional como una declaraci¨®n separatista. Suspender un acto parlamentario a priori habr¨ªa ido en contra de la propia doctrina del Constitucional, sin perjuicio de que se adopte esa decisi¨®n a posteriori si llega a producirse, en respuesta al recurso ya anunciado por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

Es indudable que la suma parlamentaria de Junts pel S¨ª y la CUP no les da legitimidad ni derecho a saltar por encima de la voluntad de la mayor¨ªa de los catalanes, obligando al Parlament a endosar la idea de que ni esta C¨¢mara ni el proceso de desconexi¨®n democr¨¢tica est¨¢n supeditados a las instituciones del Estado espa?ol; que el futuro Govern ha de cumplir ¡°exclusivamente¡± las normas y mandatos emanados de la C¨¢mara catalana, y que en el plazo de un mes empezar¨¢ la redacci¨®n de una legalidad diferente de la espa?ola y construida a la medida de los independentistas.

De este modo pretenden dar el salto cualitativo de enfrentar la legitimidad del Parlamento de Catalu?a con la de las instancias representativas del conjunto de los espa?oles, buscando un cuerpo a cuerpo que solo desea una parte ¡ªy no mayoritaria¡ª de los catalanes. Pero el Constitucional hace bien en no aceptar las medidas cautelares solicitadas para impedir la discusi¨®n y voto de la declaraci¨®n de independencia.

Los miembros del alto tribunal est¨¢n demostrando inteligencia al hilar tan fino, haciendo patente que la democracia se ejerce hasta las ¨²ltimas consecuencias. No menos elogiable es la habilidad de tomar sus decisiones sobre el conflicto independentista por unanimidad, lo cual refuerza la solidez de sus actuaciones y le sit¨²a como pieza clave del futuro inmediato.

El TC ya demostr¨® esa misma voluntad positiva en marzo de 2014 cuando, al tiempo que declaraba contraria a la Constituci¨®n una resoluci¨®n anterior del Parlamento de Catalu?a ¡ªpor la que pretend¨ªa conferir al pueblo catal¨¢n la condici¨®n de ¡°sujeto pol¨ªtico y jur¨ªdico soberano¡±¡ª, dise?¨® una v¨ªa de salida al conflicto planteado. Sin reconocer otra soberan¨ªa que la del pueblo espa?ol en su conjunto, el alto tribunal descart¨® que la Constituci¨®n sea un muro impenetrable y la present¨® como un cauce para que se exprese la voluntad popular. Y dijo m¨¢s: las referencias al ¡°derecho a decidir¡± contenidas en esa misma resoluci¨®n son ¡°una aspiraci¨®n pol¨ªtica¡± a la que puede llegarse mediante un proceso ajustado a la legalidad constitucional. En otras palabras, hay salida: pero no con golpes al Estado como los pretendidos por los independentistas.

Hay que sostener esa misma l¨ªnea de actuaci¨®n frente a un desaf¨ªo tan primario como el lanzado desde la candidatura de Artur Mas y la de la formaci¨®n radical CUP, a la que aquel pretende ofrecerle la votaci¨®n del lunes en prenda de una investidura que se resiste al presidente en funciones de la Generalitat.