En plano general
Nos encantan las redes sociales porque podemos exhibir un yo sin negociar con la realidad. En esas mismas redes sociales hay tutoriales para ejecutar a alguien a cuchilladas
Es una l¨¢stima que los palos de la autofoto no sean lo suficientemente largos para que en ese retrato de uno mismo que todo el mundo se hace mientras anda de turismo aparezca una perspectiva cierta del sitio que ocupamos y a lo que pertenecemos. Aparece y mucho, en ese autorretrato, el careto propio como prueba de viaje, como certificado de que un monumento o un famoso han sido pose¨ªdos por ti en un instante determinado. Esa foto sustituye al diario y a la colecci¨®n de sellos y a la de mariposas. Casi lo sustituye todo. Convierte al autor y protagonista en un turista de s¨ª mismo, que quiz¨¢ sea la entidad metaf¨ªsica que mejor nos define como seres vivientes. Pero si el palo de la autofoto alcanzara un poco m¨¢s lejos del primer plano, la instant¨¢nea ser¨ªa m¨¢s certera.
Vivimos en un tiempo en que se derriban los aviones de pasajeros para expresar una frustraci¨®n. Los guerrilleros prorrusos derribaron en Ucrania un avi¨®n cargado de expertos en la lucha contra el sida, un copiloto deprimido oblig¨® a tirarse por su ventana a un pasaje completo y ahora han sido los que sue?an con un para¨ªso religioso quienes han derribado un avi¨®n cargado de turistas que volv¨ªan de Egipto. Sabemos perfectamente que las v¨ªctimas no importan cuando est¨¢s cegado por las grandes ideas y el ¨²nico da?o que sufres es el que te afecta a ti mismo. El muerto tan solo es un tipo que pasaba por all¨ª, una pobre cifra despreciada, un pasajero, un viandante, un mendigo, un chaval que dorm¨ªa dentro de su coche. Nos encantan las redes sociales porque podemos exhibir un yo sin negociar con la realidad.
En esas mismas redes sociales hay tutoriales para ejecutar a alguien a cuchilladas, y hace d¨ªas, fue asesinado en Israel un anciano activista por la paz, al que sus asaltantes ni conoc¨ªan pero les bastaba con que fuera jud¨ªo y viajara en autob¨²s por Israel. El asco que provocar¨ªa esa autofoto, si el palo fuera lo suficientemente largo para tomarla con gran perspectiva, ser¨ªa tal que es muy probable que se nos quitaran las ganas de hacerla, tanto como se nos quitan las ganas de mirarnos al espejo. Porque concentrada como est¨¢ la humanidad en mirarse su pu?etero ombligo virtual, su particularidad, su parcela, somos incapaces de alargar la vista y situarnos en la foto entre los dem¨¢s, junto a los otros. Ampliar la perspectiva podr¨ªa estropearnos la justificaci¨®n perfecta de nuestro resentimiento. En tiempo de los sat¨¦lites, qu¨¦ pocas ganas tenemos de mirar en plano general.
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