El prodigioso camino de las mujeres
Ninguna transformaci¨®n desde la muerte de Franco es comprensible sin tener en cuenta el cambio que supuso el reconocimiento de los derechos de las mujeres
En las Cortes que aprobaron la Constituci¨®n de 1978 hab¨ªa bastantes m¨¢s mujeres periodistas acreditadas que diputadas y senadoras. En total, 27 mujeres parlamentarias (21 diputadas y seis senadoras), muy pocas, incluso, para aquella sociedad de 1977, fundamentalmente machista. Las que proced¨ªan de la izquierda sab¨ªan lo dif¨ªcil que era que sus compa?eros concedieran prioridad a las cuestiones de g¨¦nero. Las que proced¨ªan de grupos de derecha o centro ten¨ªan todav¨ªa peores experiencias. Pero inmediatamente unas y otras se dieron cuenta de que algo las un¨ªa: todas estaban convencidas de que la legislaci¨®n en vigor colocaba a las mujeres en una situaci¨®n de inferioridad que era, simplemente, escandalosa.
La nueva Constituci¨®n (que no tuvo ninguna madre, todos fueron padres) deber¨ªa dejar claro el principio de igualdad y de no discriminaci¨®n por raz¨®n de sexo. A partir de ah¨ª se podr¨ªa construir una nueva sociedad. Y, efectivamente, ninguna transformaci¨®n de la sociedad espa?ola desde la muerte del dictador es comprensible sin tener en cuenta el enorme cambio que supuso el reconocimiento de los derechos legales de las mujeres y su vertiginosa y masiva incorporaci¨®n a la vida pol¨ªtica, econ¨®mica y social del pa¨ªs. Las mujeres espa?olas arrancaron con 30 a?os de retraso respecto a los cambios experimentados en Europa, pero en menos de 25 consiguieron casi dejarlas atr¨¢s.
El a?o 1975 no solo fue el de la muerte de Franco, tambi¨¦n fue el primero que la ONU declar¨® A?o Internacional de la Mujer. Y el a?o en que, en diciembre, 16 d¨ªas despu¨¦s de la muerte del dictador, se celebraron en Madrid las I (e ilegales) Jornadas de Liberaci¨®n de la Mujer, seguidas poco despu¨¦s por las Jornades Catalanes de la Dona, en la que participaron m¨¢s de 4.000 mujeres y donde se aprob¨® ya un cat¨¢logo de reivindicaciones inmediatas, desde la implantaci¨®n efectiva de la coeducaci¨®n, hasta la revisi¨®n de los libros de texto para reflejar el papel de las mujeres. Es decir, en la sociedad espa?ola de 1975 exist¨ªa ya una profunda brecha entre la situaci¨®n real de las mujeres y su situaci¨®n legal. Las mismas mujeres que acudieron a las Jornadas feministas ilegales, las mismas parlamentarias que tomaron asiento en la legislatura constituyente, no pudieron abrir una cuenta corriente sin permiso del marido ni participar en la patria potestad de sus hijos hasta la reforma de las leyes de familia de 1979.
Pocos recuerdan que en los Pactos de la Moncloa, de 1977, es decir antes de que se aprobara la Constituci¨®n, se incluyeron ya tres medidas important¨ªsimas para las mujeres: la despenalizaci¨®n de la difusi¨®n y publicidad de anticonceptivos; la despenalizaci¨®n del adulterio, que se castigaba con pena de c¨¢rcel para las mujeres y con una multa para los hombres; y la no discriminaci¨®n de los hijos por raz¨®n del estado civil de la madre: los hijos habidos fuera del matrimonio cat¨®lico se inscrib¨ªan hasta entonces en el Registro como ¡°ileg¨ªtimos¡±. La ley del Divorcio no llegar¨ªa, sin embargo, hasta 1981, al igual que la equiparaci¨®n fundamental entre marido y mujer; la despenalizaci¨®n parcial del aborto, hasta 1985, y la Ley Org¨¢nica para la Igualdad efectiva entre hombres y mujeres, que inclu¨ªa las medidas m¨¢s serias contra el maltrato y el feminicidio, no se aprobar¨ªa hasta marzo de 2007.
El camino ha sido largo pero nadie pone en entredicho que la situaci¨®n de las mujeres en Espa?a ha experimentado un cambio prodigioso en los ¨²ltimos 40 a?os, en la educaci¨®n, en la econom¨ªa, la cultura y la vida cotidiana, tanto urbana como rural. Nadie discute que la batalla legal por la equiparaci¨®n de los derechos ha logrado un cambio sustancial en la sociedad espa?ola y que sin esos cambios no se hubiera podido producir la transformaci¨®n que experiment¨® el pa¨ªs en su conjunto.
?Por qu¨¦, entonces, varios centenares de miles de personas se manifestaron el pasado 7 de noviembre en Madrid, convocados por 300 asociaciones feministas bajo el lema ¡°Contra las violencias machistas¡±? ?En qu¨¦ consiste esta nueva batalla feminista, si ya todo el mundo cree que la sociedad funciona de manera mejor, m¨¢s eficiente y m¨¢s justa sin desigualdades de g¨¦nero? La batalla consiste en saber por qu¨¦, pese a todo, en realidad, no ha habido manera de acabar con esa desigualdad, como queda en evidencia en cada uno de los nuevos estudios y an¨¢lisis que se realizan.
No se trata solo de que cien millones de mujeres desaparezcan en el mundo cada a?o por muertes prematuras respecto a los hombres de su mismo entorno, es que cien mil ni?as chinas son secuestradas al a?o para ser instaladas en burdeles, sin que se produzca la menor reacci¨®n internacional. Claro que la ONU no se decidi¨® a calificar la violaci¨®n como crimen de guerra hasta 2008, pese a que exist¨ªa constancia desde hac¨ªa siglos del uso de las violaciones masivas como un arma de guerra equiparable al bombardeo masivo de poblaciones civiles, condenados, esos s¨ª, desde su mismo inicio. Es la misma ONU que sigue permitiendo que Arabia Saud¨ª forme parte de organismos de defensa de los derechos humanos, cuando mantiene a la mitad de su poblaci¨®n, las mujeres, en un r¨¦gimen, no solo de discriminaci¨®n, sino, directamente, de esclavitud.
No se trata, efectivamente, solo de que la condici¨®n de la mujer sigue siendo intolerable en muchas partes del mundo, con el consentimiento de la comunidad internacional. Se trata de que incluso en las sociedades occidentales en las que esos abusos est¨¢n completamente desterrados, sigue existiendo un alto ¨ªndice de violencia machista, de malos tratos e incluso de feminicidios y de que la igualdad efectiva pregonada por la ley no se traduce en una realidad palpable cuando se trata de igualdad salarial, acceso a puestos directivos empresariales o de reparto en los cuidados familiares.
La satisfacci¨®n que siente la sociedad espa?ola por los cambios sociales, econ¨®micos y pol¨ªticos experimentados desde 1975 y, concretamente, por el cambio radical en la condici¨®n de la mujer, es muy justa. Si se compara lo que ten¨ªan que sufrir las mujeres espa?olas en 1975 y la terrible desprotecci¨®n legal a la que estaban sometidas, a la que est¨¢bamos sometidas, todas las mujeres hasta mediados de los a?os 80, nadie puede denegar que ha sido un trayecto magn¨ªfico. Pero todos los trayectos tienen peligrosas marchas atr¨¢s y todas las transformaciones sociales exigen una voluntad de proseguir avanzando. Si no se consigue erradicar la violencia de las relaciones de los hombres con las mujeres, habr¨¢ quedado sin cumplir una de las m¨¢s importantes.
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