Si come
La normalidad de una familia se altera en el momento en que dos hermanos salen a la calle a matar y suicidarse
Son muy interesantes las declaraciones del hermano de dos de los terroristas de Par¨ªs, Salah e Ibrahim. A falta de poder entrevistar a Dios, de momento, hay que ir escuchando a su gente. Son ¡°una familia normal¡±, de eso no hab¨ªa duda. Despu¨¦s de un crimen suele extenderse la normalidad como garant¨ªa de exculpaci¨®n de terceros, una suerte de ¡°a m¨ª que me registren¡±.
De alguna manera, la normalidad de una familia se altera en el momento en que dos hermanos salen a la calle a matar y suicidarse, no digamos si los hermanos lo anuncian en la mesa. Eso no sucedi¨®, que se sepa, as¨ª que no hubo nada que hiciese sospechar del comportamiento de Salah e Ibrahim. Seguro que saludaban a todo meter.
Hay algo m¨¢s, esto sustancial. A la normalidad, el hermano de los terroristas se refiere a la relaci¨®n que cada uno de ellos ten¨ªa con el islam. Eran musulmanes practicantes. Sin embargo, el hermano entrevistado no lo es. ¡°Yo soy musulm¨¢n pero no practicante. No rezo. Digamos que soy un musulm¨¢n que no cumple con sus obligaciones¡±. Esos deberes s¨ª los cumpl¨ªan sus hermanos. Salah, el terrorista en fuga, era ¡°alguien que no faltaba a sus obligaciones: ¨¦l rezaba, no beb¨ªa¡±, pero eso s¨ª: no iba siempre a la mezquita y se vest¨ªa con vaqueros y camisetas. ¡°No con ropas que hicieran pensar que era un radical¡±.
Una de las caracter¨ªsticas m¨¢s perversas de la religi¨®n es que su cumplimiento parece conllevar una sospecha. Se esgrime lo que se hace mal como atenuante, y se admite que las exigencias menos llevaderas podr¨ªan apuntar a una deriva. Esas turbulencias llevan a juzgar el interior del alma de una persona mediante los vaqueros. Hacen pensar las ropas, hacen pensar los horarios y las costumbres. Hace pensar cualquier aspecto exterior de acuerdo con Dios para saber si en el interior se oculta el asesinato y el terror. Lo primero se desencadena con la misma pasi¨®n que lo segundo: ambos asuntos son designios divinos para sus ex¨¦getas. No equivocados ni tergiversados: son designios divinos tan inventados como los buenos.
El hermano de los terroristas cuenta a la cadena francesa BFMTV que la familia, preocupada, le pide que se entregue a la polic¨ªa. Lo hace una inquietud muy propia de una familia normal, casi se dir¨ªa que la normalidad en su plenitud: el hermano del terrorista m¨¢s buscado del mundo se pregunta si ¡°est¨¢ bien, si tiene miedo y si come¡±.
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