Pensiones (in)compatibles
Es m¨¢s rentable para el sistema que no se penalice a quienes pueden seguir trabajando
El debate sobre el ¡°envejecimiento activo¡± excluye a menudo la m¨¢s obvia receta para lograr que las personas de m¨¢s edad sigan siendo activas en la sociedad y en la econom¨ªa. Es decir, permitir que sigan trabajando una vez jubiladas.
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Sin duda, hay trabajadores que siguen trabajando a edades incluso superiores a la edad legal de jubilaci¨®n. Pero hoy, s¨®lo 123.000 personas (un 5,3% de las personas de entre 65 y 69 a?os) forma parte de la poblaci¨®n activa y, de ellas, el 95,4% est¨¢n ocupadas. Por encima de los 69 a?os, los efectivos son insignificantes: 34.000 personas activas (un 0,6% de su grupo de edad), todas virtualmente ocupadas.
Pero lo cierto es que a esas edades la mayor¨ªa de las personas est¨¢n fuera de la actividad. Sencillamente porque las pensiones que perciben son incompatibles con todo trabajo remunerado que requiera la afiliaci¨®n a la Seguridad Social. Salvo que se cumplan ciertas condiciones.
Afortunadamente, desde 2013 es posible compatibilizar la pensi¨®n con el trabajo remunerado. Desafortunadamente, para lograrlo, el pensionista debe renunciar a la mitad de su pensi¨®n, pagar una cotizaci¨®n del 1,35% por Accidentes de Trabajo y Enfermedad Profesional y pagar tambi¨¦n una cotizaci¨®n llamada ¡°de solidaridad¡± del 8%.
Para una pensi¨®n m¨¢xima (35.852,32 euros brutos al a?o en 2015), estas ¡°penalizaciones¡± suponen unos 22.000 euros al a?o. Un coste incre¨ªble cuando se ha cumplido la edad legal de jubilaci¨®n y se ha cotizado por tres o cuatro d¨¦cadas de trabajo regular.
Este desincentivo es, lisa y llanamente, confiscatorio y disuasorio a la hora de solicitar la compatibilidad entre la pensi¨®n y el trabajo. Por esa raz¨®n hay tan pocos pensionistas que se acogen a dicha figura, con lo que el sistema ni reduce sus gastos ni recauda cotizaciones solidarias. Ello no implica que innumerables personas con oficio y profesionales jubilados que perciben su pensi¨®n plena dejen de trabajar, m¨¢s bien al contrario. Simplemente, se embolsan la pensi¨®n plena a la que tienen derecho y siguen trabajando de manera absolutamente irregular, en unos casos como socios de sociedades limitadas de las que perciben dividendos en vez de honorarios incompatibles con su pensi¨®n y en otros casos ocultando sus actividades.
Muchos pensionistas se embolsan la prestaci¨®n a la que tienen derecho y siguen trabajando de forma irregular
Esta situaci¨®n ser¨ªa c¨®mica si no fuese lamentable. Resulta que con esta cuasi-incompatibilidad la Seguridad Social apenas logra resultados destacables en ninguno de los objetivos que persigue (gastar menos, recaudar m¨¢s y fomentar la vida activa y la felicidad de los pensionistas) y lo que s¨ª logra es estimular el incumplimiento fiscal de los trabajadores encubiertos. Es m¨¢s, al estar basada esta pol¨ªtica en la falsa creencia de que los trabajadores ¡°viejos¡± ocupan puestos de trabajo que podr¨ªan ocupar los trabajadores j¨®venes, lo que la Seguridad Social logra es reducir el empleo en la econom¨ªa.
Parece mentira que todav¨ªa haya quienes piensan que lo que sabe hacer un profesional ¡°viejo¡±, experimentado y formado durante a?os lo sabe hacer un trabajador joven. De la misma forma que lo que sabe hacer un trabajador joven no saben hacerlo los de mayor edad. Eso de la ¡°tarta del trabajo¡± es una falacia.
Si la pensi¨®n fuese plenamente compatible con el trabajo remunerado sin penalizaci¨®n alguna, todos los pensionistas que pudiesen seguir¨ªan trabajando, pagando impuestos de todo tipo, creando empresas y puede que contratando trabajadores. Las condiciones para poder hacerlo deber¨ªan seguir siendo haber cumplido la edad legal de jubilaci¨®n y haber tenido carreras largas de cotizaci¨®n.
La plena compatibilidad entre trabajo y pensi¨®n en las condiciones anteriores no debe verse solo como una forma de redondear los ingresos despu¨¦s de una cierta edad, sino como una manera de dinamizar a una poblaci¨®n enorme deseosa de hacer lo que mejor sabe mientras pueda.
Las actuales normas para la compatibilidad de la pensi¨®n con el trabajo remunerado son contrarias a la buena econom¨ªa pol¨ªtica y logran resultados diametralmente opuestos a los perseguidos en detrimento de la sostenibilidad del sistema de pensiones y de la felicidad de los ciudadanos. Deber¨ªan desaparecer para dar lugar a una plena y abierta compatibilidad entre trabajo y pensi¨®n. ?Existe hoy el partido pol¨ªtico capaz de proponer esto a los ciudadanos con vistas a las pr¨®ximas elecciones generales?
Tom¨¢s Arrieta y Jos¨¦ A. Herce son patrono y colaborador, respectivamente, de la Fundaci¨®n Activos de Gran Experiencia (AGE).
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