Concertaci¨®n sobre Catalu?a
El escenario tras las elecciones se?ala la urgencia de alcanzar el m¨¢ximo consenso ante el desaf¨ªo
El desaf¨ªo secesionista del nacionalismo catal¨¢n amenaza con condicionar seriamente y enredar, m¨¢s si cabe, la agenda pol¨ªtica poselectoral y la formaci¨®n del nuevo Gobierno en Espa?a, por un acertado manejo de los tiempos pol¨ªticos por parte de aquel y una dudosa estrategia de los grandes partidos nacionales, que les ha llevado a perder la iniciativa sobre esta cuesti¨®n, sobre todo, en la arena competitiva catalana. PP y PSOE, en lugar de responder de forma coordinada desde el principio y con una estrategia de Estado, como ya lo hicieran ante el Plan Ibarretxe y el Pacto de Lizarra (acompa?ados de una amplia movilizaci¨®n de la sociedad civil, vasca y espa?ola), han preferido jugar por libre e instrumentalizar este asunto en un tema m¨¢s de competici¨®n y desgaste rec¨ªproco. As¨ª se explica el ¨¦xito de Ciudadanos en esta comunidad en las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas y su proyecci¨®n nacional en la opini¨®n p¨²blica como partido de Gobierno desde entonces. Ha faltado, sobre todo, una estrategia pol¨ªtica concertada. El precedente es muy malo y las expectativas de que se corrija el rumbo no son nada halag¨¹e?as, sobre todo, a las puertas de la definici¨®n del nuevo esquema de gobernabilidad en Espa?a.
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Caben pocas dudas que la ra¨ªz del problema viene de un mal dise?o constitucional de la cuesti¨®n territorial y un peor desarrollo de su acomodo, al mezclar esta cuesti¨®n con las necesidades de estabilidad gubernamental en la arena nacional. Por tanto, de poco sirven los viejos e in¨²tiles reproches entre PSOE y PP sobre su responsabilidad en el desencadenamiento de la crisis actual, porque ambos se han entendido con el nacionalismo catal¨¢n y han cedido ante ¨¦l cuando lo han necesitado o les ha convenido. Sin embargo, la exclusi¨®n del PP del consenso en la reforma estatutaria y la gesti¨®n posterior de ¨¦sta, unidos a los flirteos socialistas con el derecho a decidir, la falta de respuesta pol¨ªtica al mensaje demoledor del Espa?a nos roba, la carencia de iniciativa pol¨ªtica de los Gobiernos de la naci¨®n o la gesti¨®n partidista de la ¨²ltima fase de esta crisis por parte del Gobierno del PP, son, entre otros, los hitos de una din¨¢mica competitiva equivocada. El problema no ha sido el acomodo y el pacto, sino la ausencia de una estrategia de pol¨ªtica de Estado. Esperemos que no sea tarde para reconducir una estrategia y una agenda equivocadas de ra¨ªz.
De poco sirven los reproches entre PSOE y PP sobre su responsabilidad en el desencadenamiento de la crisis actual
Los actores pol¨ªticos del secesionismo catal¨¢n van a proseguir en su desaf¨ªo antisistema, a pesar de haber perdido su falso plebiscito, su fragmentaci¨®n y sus contradicciones. Habiendo una mayor¨ªa social catalana, sumergida durante demasiado tiempo en la espiral del silencio impuesta por el nacionalismo y su tolerada construcci¨®n nacional, pero que est¨¢ por el mantenimiento de la integridad nacional de Espa?a y una clara identidad dual en sus sentimientos nacionales, no se entiende bien que la ¨²nica estrategia defensiva del Estado sea la del recurso leg¨ªtimo, pero retardado, al poder judicial, perdiendo la iniciativa de los tiempos pol¨ªticos y complicando cada vez m¨¢s la agenda pol¨ªtica. Caben pocas dudas de que estemos ante una aut¨¦ntica emergencia constitucional de dif¨ªcil encauzamiento y resoluci¨®n. Ya hemos vivido otras emergencias, no menos importantes, la del terrorismo de ETA, la del soberanismo vasco, la socioecon¨®mica provocada por la crisis financiera global, o la institucional causada por la desconfianza y la desafecci¨®n ciudadanas ante la corrupci¨®n y el monopolio partidista en el manejo de los asuntos p¨²blicos. Tan solo las primeras han conseguido la concertaci¨®n pol¨ªtica y no sin dificultades. Sin embargo, las segundas no han merecido la catalogaci¨®n de asuntos de Estado y la respuesta concertada en forma de ¡°pol¨ªtica de gran coalici¨®n¡±, aunque fuese solo para acordar la agenda de las reformas necesarias. Por el contrario, PP y PSOE se han hundido en un mar de reproches sobre sus responsabilidades rec¨ªprocas, practicando una estrategia de desgaste y de polarizaci¨®n, absolutamente est¨¦ril y contraproducente desde el punto de vista sist¨¦mico. Por si fuera poco, los nuevos actores polarizan m¨¢s la cuesti¨®n catalana entre la recentralizaci¨®n (C's) y el derecho a decidir (Podemos).
Por ello, las exigencias competitivas de la fragmentaci¨®n electoral y la resultante de un escenario de gobernabilidad endemoniado, que ha vuelto a poner la cuesti¨®n catalana en el centro de las decisiones, aconsejan, al menos, neutralizar, en la medida de lo posible, la agenda catalana mediante la m¨¢xima concertaci¨®n de discurso y estrategia de que seamos capaces.
Francisco J. Llera es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad del Pa¨ªs Vasco y director del Euskobar¨®metro.
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