25N: Historias de mujeres migrantes frente a la violencia
Las siguientes historias, recogidas durante la manifestaci¨®n del 7N, narran las vivencias de mujeres que pasaron por situaciones de violencia y c¨®mo desde sus distintas trincheras siguen luchando contra ella.
Una de las tantas asociaciones durante la manifestaci¨®n / Julissa J¨¢uregui
Rosa Mar¨ªa, de 47 a?os, nacida en Per¨², a¨²n recuerda el primer golpe que recibi¨® por el que en ese entonces era su esposo tras haber sufrido con anterioridad violencia psicol¨®gica y emocional. Ese golpe que la derrib¨® y dej¨® sin aliento en presencia de sus hijos hizo que denunciara al agresor, no iba a permitir que ellos fuesen maltratados. Quiebra la voz al recordarles.
Atenta, mientras mueve la cabeza al escuchar el testimonio de Rosa, se encuentra la tambi¨¦n peruanaDonatilda Gamarra, quien fuera dirigente vecinal y m¨¢s tarde presidenta de la Federaci¨®n de Mujeres de Villa El Salvador en la etapa m¨¢s dif¨ªcil por la que pasaba el distrito tras elasesinato de la dirigente y lideresa Mar¨ªa Elena Moyano a manos de Sendero Luminoso.
¡°A¨²n recuerdo cuando los hombres al principio en la calle nos gritaban: `Vayan a sus casas a lavar, a cocinar, qu¨¦ hacen perdiendo el tiempo?, no nos imagin¨¢bamos que m¨¢s tarde tendr¨ªamos el reconocimiento de toda la comunidad¡±, cuenta con gran entusiasmo y orgullo Donatilda. No es para menos, en el distrito de Villa El Salvador, que surgi¨® en medio del desierto de Lima, la Federaci¨®n de Mujeres promocion¨® la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, la capacitaci¨®n de dirigentes, orientadoras legales (la mayor¨ªa ex v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero) y la comisar¨ªa de la mujer con personal femenino experto y sensibilizado en el tratamiento de violencia familiar. Donatilda fue una de esas tantas dirigentes que lo arriesgaron todo en el conflicto armado interno por el que pasaba Per¨². Sue?a con que en Espa?a tambi¨¦n exista una comisar¨ªa de la mujer al vivir una de sus hijas malos tratos por parte de su esposo de nacionalidad espa?ola. ¡°Si yo hab¨ªa luchado tanto por las mujeres en mi pa¨ªs c¨®mo iba a permitir que mi hija estuviese pasando por ello¡±, reflexiona a sus 61 a?os.
Tanto Rosa Mar¨ªa como Donatilda asisten al curso de Dinamizadora Comunitaria para la Prevenci¨®n de la Violencia de G¨¦nero impartido por la Fundaci¨®n Cepaim que tiene por finalidad formar a mujeres migrantes con determinado liderazgo para capacitarlas y sean ellas, posteriormente, quienes trabajen el tema de violencia de g¨¦nero con sus propias comunidades.
Virginia es paraguaya, lleg¨® hace ocho a?os a Madrid buscando una mejor educaci¨®n para sus tres hijos. Aqu¨ª se separ¨®, se empoder¨®, y como ella dice fue consciente de que es persona. Recuerda entre l¨¢grimas los malos tratos psicol¨®gicos y f¨ªsicos que sufri¨® por parte del padre de sus hijos, del que se separ¨® hace cinco a?os para salir del c¨ªrculo de violencia en el que estaba atrapada. ¡°Como siempre las mujeres estamos cuidandode nuestros hijos, de nuestros hermanos, nos dejamos atr¨¢s, reci¨¦n estoy en ese proceso de ocuparme de mi propia persona¡±. Seca sus l¨¢grimas y sonr¨ªe. Junto con otras compa?eras ha encontrado en el activismo y actualmente en la radio un espacio transformador en el que est¨¢ muy contenta y con ganas de seguir adelante.
Cerca de Virginia, bajo el sol radiante y ambiente festivo a la par que reivindicativo, se encontrabaMaritza Barca,de origen colombiano, que lleg¨® desde Barcelona en representaci¨®n de la Casa Iberoamericana de la Mujer. ¡°Somos doblemente discriminadas por ser mujeres, y tambi¨¦n por ser migrantes,teniendo vulnerado el derecho de ciudadan¨ªa que nos impide acceder a derechos fundamentales. Adem¨¢s, la violencia machista se exacerba con las mujeres migrantes, siendo ellas el 30% de las v¨ªctimas de violencia, sufrimos comparativamente m¨¢s violencia machista que las dem¨¢s mujeres del estado espa?ol¡±, declara Maritza demandando a su vez pol¨ªticas p¨²blicas efectivas visibilizando la mayor vulnerabilidad en la que se encuentra la mujer migrante en situaci¨®n administrativa irregular, que se complica con la falta de una red de apoyo social y familiar.
Obdulia Guevara en la calle Gran V¨ªa al final de la manifestaci¨®n. / Julissa J¨¢uregui
Obdulia Guevarade laAsociaci¨®n deMujeres esterilizadas de Huancabamba, que busca verdad, justicia y reparaci¨®n para las 300.000mujeres peruanas esterilizadas de manera forzadadurante el mandato de Alberto Fujimori, la mayor¨ªa campesinas y de zonas empobrecidas, era una de esas personas que tras haber sido le¨ªdo el manifiesto, al final del recorrido, segu¨ªa en las calles. Lleg¨® junto a otras compa?eras de Mujeres del Mundo desde Bilbao. ¡°Ha sido impresionante, he estado emocionada. Tuve que dejar de sujetar la banderola para salir de la marcha y ver cu¨¢nta gente hab¨ªa¡±, comenta con una gran sonrisa mientras anhela con que alg¨²n d¨ªa una marcha de esas caracter¨ªsticas se de en Per¨². Hasta entonces no descansar¨¢ para que esas mujeres que sufrieron en sus cuerpos, en sus vidas la violencia de pol¨ªticas p¨²blicas traducidas en la violaci¨®n de sus derechos sexuales y reproductivos encuentren reparaci¨®n tras una larga espera de dos d¨¦cadas.
Una de cada tres mujeres ha sufrido violencia f¨ªsica o sexual, m¨¢s de 700 millones de mujeres tuvieron que casarse cuando eran ni?as, 133 millones de ni?as y mujeres han sufrido alg¨²n tipo de mutilaci¨®n genital femenina, miles de mujeres que trabajan en Espa?a en el sector dom¨¦stico (desempe?ado principalmente por migrantes) lo hacen en condiciones casi de esclavitud porque no se ha ratificado el Convenio 189 de la OIT que hace referencia al trabajo decente de los y las trabajadoras dom¨¦sticas. Esos son s¨®lo algunos datos de los distintos tipos de violencia hacia la mujer.
Hoy, 25 de noviembre, recuerdo a todas aquellas mujeres, a aquellas que en numerosas conversaciones y espacios han confiado un trozo de sus vidas ense?¨¢ndome a ser consciente de las diversas violencias que hemos sufrido, sufrimos y sufriremos sino emprendemos un cambio desde lo personal, que genere nuevas narrativas y remueva lo estructural.Escribo esto y las recuerdo, mujeres valientes, admirables, ejemplo de resiliencia como ¡°Las Poderosas¡± guatemaltecas que padecieron actos despreciables, ellas quienes hoy r¨ªen a sus ma?anas y abrazan a sus noches desde el empoderamiento alcanzado a trav¨¦s del teatro, que se ha convertido en su espacio de sanaci¨®n. Recuerdo a las tantas peruanas, como Obdulia, que salieron a gritar a las calles: ¡°Mi cuerpo no es un campo de batalla¡±. Recuerdo a aquella mujer de origen ecuatoriano que me contaba c¨®mo hab¨ªa sufrido la mayor de sus humillaciones en un CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros). Os recuerdo a todas y me recuerdo a m¨ª misma, porque en esta lucha por la erradicaci¨®n de las violencias contra la mujer debemos estar todas y deb¨¦is estar tambi¨¦n vosotros.
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