La herencia envenenada del libro escrito por Hitler
Francia se divide ante la posibilidad de volver a editar y vender en librer¨ªas ¡®Mein Kampf¡¯
A partir del 1 de enero de 2016, Mein Kampf formar¨¢ parte del dominio p¨²blico, al cumplirse 70 a?os de la muerte de su celeb¨¦rrimo autor, como estipula la legislaci¨®n vigente. A partir de entonces, cualquier editorial podr¨¢ hacerlo llegar de nuevo a las librer¨ªas. En Alemania, el land de Baviera, propietario hasta la fecha de los derechos intelectuales sobre el que fuera principal instrumento de propaganda del Tercer Reich, autoriz¨® por primera vez una nueva edici¨®n cient¨ªfica del volumen, que sumar¨¢ 2.000 p¨¢ginas y se vender¨¢ a 59 euros a partir de principios de enero.
En Francia, en cambio, la eventual reedici¨®n del libro genera una agria pol¨¦mica. La editorial Fayard acaba de anunciar una edici¨®n parecida a la alemana para 2018 que ha sembrado el p¨¢nico entre pol¨ªticos e historiadores, divididos en dos bandos irreconciliables. Encabeza a los refractarios al proyecto el pol¨ªtico antiliberal Jean-Luc M¨¦lenchon, exjefe de filas del Frente de Izquierda, enfrentado a la paradoja de compartir editor con Mein Kampf. ¡°?Qui¨¦n necesita leerlo? ?Qu¨¦ utilidad puede tener dar a conocer a¨²n m¨¢s los delirios criminales que contiene?¡±, ha expresado en una carta abierta a su editorial.
El mundo acad¨¦mico tampoco se pone de acuerdo sobre la conveniencia de reeditar el libro firmado en 1924 por Hitler. La historiadora Annette Wieviorka, gran experta en la Shoah, se ha opuesto al proyecto, que considera manchado por su mercantilismo. En cambio, aprueban la reedici¨®n especialistas como Robert Paxton o Denis Peschanski, quien colabor¨® en la edici¨®n de los diarios de Goebbels y fue responsable de una rompedora muestra sobre la Ocupaci¨®n a inicios de a?o. ¡°Para conocer la ideolog¨ªa nazi y su impacto social es inevitable conocer Mein Kampf¡±, se?ala.
Un grupo de j¨®venes historiadores, liderados por Andr¨¦ Loez, propone que sea publicado solo en Internet. ¡°Es la ¨²nica forma de asegurarnos de que el libro no ser¨¢ fetichizado, que nunca veremos colas en la Fnac o Mein Kampf en lo alto de la lista de ventas¡±, ha declarado a Le Monde.
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