Jordi Savall: ¡°En Catalu?a podemos convivir en un marco distinto¡±
El m¨²sico Jordi Savall rompi¨® paradigmas con su viola de gamba y su recuperaci¨®n de patrimonio oculto. Esta leyenda de la m¨²sica antigua nos concede una entrevista.
Jordi Savall vive a sus 74 a?os una intensa juventud. No ha reducido sus constantes giras, ofrece 150 conciertos al a?o dirigiendo a sus diferentes grupos ¨CHesp¨¨rion XXI, La Capella Reial de Catalunya, Le Concert des Nations¡¨C, disfruta concentrado en sus recitales de viola de gamba, rehace disciplinas para instrumentos olvidados que ¨¦l se encarga de restaurar y resucitar en el aire con sonidos, caso del rebab o la lira de arco. Tampoco ha renunciado a su car¨¢cter de cruzado defensor de un patrimonio l¨¢nguido, olvidado, mohoso y desatendido: el de la m¨²sica espa?ola del Renacimiento y el primer Barroco, que no se cansa de reivindicar. Un tanto quebrado por el problema catal¨¢n, defensor del derecho a decidir, ha encauzado su vida sin la cantante Montserrat Figueras, que muri¨® en 2011, a base de rigor, buenos recuerdos y un continuo compromiso con la m¨²sica que le lleva actualmente a adentrarse en conexiones bizantinas o en la ruta de los esclavos.
Percibo en usted una sabia concentraci¨®n. ?Ha cambiado? Han ocurrido muchas cosas en los ¨²ltimos tiempos. Lo primero, la muerte de Montse. El a?o en que supo que la enfermedad empeoraba estuvo cantando intensamente, la acompa?¨¦ todo ese tiempo. Cantar le consolaba, no sent¨ªa ning¨²n dolor. Tuvo la lucidez de no aceptar el juego de las terapias agresivas, quiso continuar activa y fue la opci¨®n justa, la m¨¢s curativa para afrontar el final. Vivimos momentos de gran intensidad y uni¨®n en la familia. Eso supuso una manera muy bella de terminar, se sinti¨® acompa?ada. Al morir, sent¨ª un vac¨ªo; poco a poco, la calma fue llegando. Tambi¨¦n la m¨²sica me ayud¨®. En los conciertos empec¨¦ a tocar de otra manera, sent¨ªa que me aportaban otra energ¨ªa.
?De qu¨¦ tipo? ?C¨®mo? Con una mayor conciencia de la fuerza que lleva dentro. Me proporcionan una maravillosa energ¨ªa que debo digerir para devolver en su justo t¨¦rmino. Despu¨¦s, he tenido la suerte de reencontrar a una persona a la que am¨¦ en el pasado y empezar una nueva vida. Nos citamos un d¨ªa, quedamos y fue un milagro sentir que entre nosotros no hab¨ªa pasado el tiempo. Me salv¨®.
?Son pocas las cosas, si uno es sabio, que resulten incompatibles con lo acumulado? Todo dentro de uno puede convivir. Tengo la suerte de sentirme libre. Hago lo que me gusta, emprendo los proyectos que me apetecen, no siento presiones, elijo mis m¨²sicos¡ Unir la vida, la amistad y el trabajo en un todo es¡
?Lo que podr¨ªamos llamar armon¨ªa? S¨ª, s¨ª, es eso.
Renunciar al Premio Nacional de M¨²sica fue una decisi¨®n justa¡±
?Se divierte, sobre todo? Claro¡ Una de las cosas que me ayud¨® mucho fue el zen. El libro del arte del tiro al arco, por ejemplo. Cuando Montserrat se fue, volv¨ª a estos libros. Te das cuenta de la noci¨®n de impermanencia. No somos eternos. Es lo primero que aprendes. La vida se termina. Debes aceptar que queda el recuerdo, que cuando alguien desaparece, debes llenar ese espacio mentalmente. Esa ausencia, ese dolor, se convierte en un aliado. Un amigo que ha aparecido en la puerta. Crea su nostalgia, pero es una nostalgia que puede transformarse en algo bello, de lo que te sientes afortunado al llegar a la conclusi¨®n de que has tenido suerte al haber vivido algo semejante.
Tan sencillo y tan complicado como eso. Si, adem¨¢s, la vida de nuevo te proporciona ilusi¨®n, confianza y consigues espantar la soledad, en la intimidad, en la cercan¨ªa, alguien que te escucha y comparte, es incre¨ªble. A mi edad: 74, son un mont¨®n de a?os ya.
?Se sigue sorprendiendo con la m¨²sica? ?Si me sorprendo? ?Mira! Esto es lo que acabo de terminar: Bizancio, o un proyecto con la ruta de los esclavos. El primero abarca mil a?os de historia a trav¨¦s de ese mundo con m¨²sicas que siguen vigentes. Es mi pasi¨®n. Un proyecto con 38 m¨²sicos para presentar por todo el mundo. Llevo meses escuchando grupos de canto ortodoxo, es un aprender constantemente, cada d¨ªa, cosas nuevas.
Tambi¨¦n en los instrumentos que maneja. Tan viejos, tan olvidados, con todo por descubrir adentro. ?Ha instaurado usted un canon para la reinvenci¨®n de aquellos ancestrales sonidos? Buscamos gran respeto adentr¨¢ndonos en las fuentes para entender lo que pueden transmitir estas m¨²sicas, pero, al tiempo, yo asumo mi contemporaneidad. Me expreso como un hombre de mi tiempo.
?Quiz¨¢s el secreto resida en alejarse de lo ritual? Podemos afrontar nuestro trabajo a menudo como si fu¨¦ramos m¨²sicos de jazz. No exist¨ªan registros de las m¨²sicas que nosotros hoy interpretamos. Y nuestro arte, hay que se?alar, es ef¨ªmero. Una vez se ejecuta, se esfuma.
?Por eso, quiz¨¢s, su estilo, su concepci¨®n de la m¨²sica atrae a tanta gente joven como hemos visto en sus conciertos de Bogot¨¢ dentro del Festival de M¨²sica Sacra? Y disfrut¨¢ndolo. En el caso de los programas que hacemos por Latinoam¨¦rica, existe, adem¨¢s, una conexi¨®n puente entre ambos continentes. Igual que al caminar, a nosotros nos sorprenden muchas calles como si estuvi¨¦ramos en la Andaluc¨ªa barroca, ellos se sienten felices con esa uni¨®n.
Los programas que aborda pueden abarcar en un mismo concierto m¨²sicas que viajan a trav¨¦s de seis o siete siglos. ?Busca una coherencia oculta? Existe mucha compenetraci¨®n entre m¨²sicas turcas, armenias, andaluzas, cristianas. Un esp¨ªritu com¨²n: la expresi¨®n de la alegr¨ªa, la tristeza y la espiritualidad. Si eres capaz de penetrar en ella y arrancarla sin manipular apenas, sin entrar en efectismos cogidos con pinzas, puedes lograrlo. Yo intento adentrarme en una l¨®gica de la evoluci¨®n musical, donde el esp¨ªritu de la improvisaci¨®n, de la espontaneidad del sonido, el canto y el ritmo est¨¢n ligados a unas estructuras que conocemos. Es una actitud mental.
De los int¨¦rpretes, desde luego. Pero el secreto ?no reside en que el espectador recoja eso con emoci¨®n e intelecto? Claro, claro. Esa coherencia, ese equilibrio.
Si se da en el arte, ?por qu¨¦ entre culturas similares nos bombardeamos y levantamos fronteras? ?Se lo plantea como m¨²sico? Desde hace d¨¦cadas me dedico a hacer tomar conciencia a trav¨¦s de la m¨²sica de eso. Es el ¨²nico camino que nos queda. Soy consciente tambi¨¦n de que la gente, cada d¨ªa, vive sus conflictos. Guerra, desempleo, desahucios, no poder acceder a seg¨²n qu¨¦ estudios. ?Qu¨¦ pasa?
Eso, ?qu¨¦ pasa? Vivimos en una espiral dentro de un mundo cada vez m¨¢s tecnol¨®gico y globalizado. Los centros de poder se alejan cada vez m¨¢s del alcance del ser humano y de lo esencial nadie se ocupa. Durante a?os, pensamos que la democracia era el mejor de nuestros sistemas. Pero cuando las estructuras econ¨®micas superan al poder pol¨ªtico, todo eso se debilita. ?Qui¨¦n manda en Europa? Esa pregunta late en movimientos como el 15-M, la Grecia que ha elegido a Syriza o el independentismo catal¨¢n. La gente toma conciencia para intentar volver a sujetar las riendas. La distancia se agranda, la brecha entre ricos y pobres tambi¨¦n, y quien decide sobre nuestros destinos no es aquel interesado en el bienestar general. Necesitamos un nuevo humanismo. Devolver al hombre al centro de la preocupaci¨®n.
Y en Catalu?a, ?se consigue eso a trav¨¦s del independentismo? El l¨ªder de los independentistas escoceses, Alex Salmond, me dijo una vez que, en su pa¨ªs, quienes ansiaban la independencia eran los pol¨ªticos, mientras que en Catalu?a lo ten¨ªamos m¨¢s f¨¢cil porque era el pueblo.
Bueno, mitad y mitad dicen las encuestas. Lo que demuestra es un pueblo profundamente dividido sobre el asunto. Al menos, la gente se preocupa, lo quiere debatir. No es defender a unos por otros. Hay pol¨ªticos no independentistas que se han apuntado despu¨¦s al carro, como Artur Mas.
?Para blanquear su imagen y la de los suyos en una arcadia feliz? No quiero entrar, no quiero entrar. Solo me interesa saber de d¨®nde viene. Y viene de una toma de conciencia por parte de sociedades con m¨¢s capacidad de expresarse. Los meridionales somos m¨¢s expresivos: en la alegr¨ªa, en la tristeza, en la c¨®lera y en la euforia. Por eso, los indignados proliferan m¨¢s en el sur.
En esa expresi¨®n del descontento, cuando toda Espa?a tiene razones y motivos para protestar, ?no han emprendido los secesionistas catalanes un viaje insolidario con el resto? Si hay alguien que se siente profundamente catal¨¢n y espa?ol, soy yo. Me encuentro en casa en Valencia. Mi padre era de all¨ª, pero tambi¨¦n en Andaluc¨ªa o en Toledo. Hay algo que no debemos olvidar. Dentro del mundo globalizado es importante conservar ra¨ªces. La lengua, la identidad. No va en contra de nadie. Hablamos de la organizaci¨®n, de la gesti¨®n de tu herencia cultural. No ha existido suficiente flexibilidad por parte de los poderes del Estado para establecer un m¨ªnimo de di¨¢logo. La falta de respeto al Estatut encendi¨® la mecha. Y luego: ?c¨®mo puede ser que un ministro de Educaci¨®n y Cultura diga que hay que espa?olizar Catalu?a? ?Qu¨¦ hicieron los ingleses con Escocia? Decirles: ¡°No os vay¨¢is¡±. No confundamos, no es Espa?a. No encontrar¨¢s un catal¨¢n en contra de un espa?ol. Es el Estado.
Esa l¨ªnea es muy fina. ?Podr¨ªa llegar a cruzarse por irresponsabilidad en los discursos, a causa del delirio, del enquistamiento? La gente es cordial en Catalu?a. Estamos a favor de una soberan¨ªa.
?Llegando a la independencia? S¨ª, pero ?qu¨¦ dificultad existe para eso en una Europa de las regiones? Si podemos administrar nuestra lengua, nuestra cultura, con solidaridad.
Y con dinero, no nos olvidemos. Nadie piensa que lo hagamos sin ser solidarios. Pero una cosa es que nos exijan pagar desde fuera y otra que salga de ti.
Hay muchos entre los independentistas que querr¨ªan irse por una mera cuesti¨®n econ¨®mica. Eso no es lo importante, le aseguro que no. Prevalece la cultura. ?Qui¨¦n se opone a que en el Congreso te puedas expresar en catal¨¢n, una de las lenguas del Estado espa?ol? El Gobierno. Yo te ense?ar¨¦ un billete suizo en cuatro lenguas: alem¨¢n, franc¨¦s, italiano y romanche.
Ese respeto, se supone. La torpeza pol¨ªtica, tambi¨¦n. Pero ?no se ha ido todo de las manos? En la vida debes saber escuchar al contrario. Ponerte en la piel y en una posici¨®n de igualdad cuando dialogas con otra cultura. Si piensas que la tuya es m¨¢s importante, no hay soluci¨®n a ning¨²n acuerdo. Quienes se muestran a favor de la independencia, lo hacen por no sentir respeto en igualdad de condiciones hacia su cultura. Es un hecho muy grave. No es la pela, se lo aseguro. ?Qu¨¦ importancia tiene reconocer que Catalu?a es una naci¨®n? Es as¨ª.
La realidad, para muchos ahora, ?resulta un arma cargada de pasado? Lo importante es el respeto, insisto, sin eso no hay convivencia. Hay algo que ha fallado y debemos recuperarlo.
?No deja de vivirse como un trauma en alguien que se reivindica ambas cosas a la vez: catal¨¢n y espa?ol? Claro que s¨ª, es un trauma. Pero respeto que la gente pueda decidir y expresar lo que necesita. Tampoco es verdad que se est¨¦ quebrando irremediablemente. Nada nos excluye. Podemos convivir en un marco distinto. Con pasaportes que sirvan por igual.
?Dentro de un federalismo avanzado? Dentro de una Europa abierta. ?Qu¨¦ dificultad habr¨ªa?
?Empezando por cambiar la Constituci¨®n en t¨¦rminos de estructura de Estado¡? S¨ª, pero es que la Constituci¨®n puede cambiarse cuando conviene, como hemos visto. El Estado espa?ol tiene autoridad para convocar un refer¨¦ndum. Entonces sabr¨ªamos. Si el resultado es quedarse, que despu¨¦s se busque la mejor manera. Donde se aborde todo, sin que nadie se siente a negociar con condiciones de partida. Para desbloquear conflictos hay que hablar de todo.
Con la que est¨¢ cayendo en el mundo, ?es el problema catal¨¢n verdaderamente la primera urgencia? Vivimos en un mundo lleno de contrastes tremendos. Si esto contin¨²a as¨ª, explotar¨¢ de forma m¨¢s grave.
Est¨¢ explotando ya, ?no cree? Desahucios, refugiados, guerra, miles de a?os de violencia resueltos a base de violencia, a cada ataque, la respuesta es mayor. El Estado Isl¨¢mico es consecuencia de eso. Existir¨¢n siempre guerras mientras el negocio m¨¢s lucrativo del mundo consista en fabricar armas. No existir¨¢ paz sin justicia. Las reconciliaciones entre enemigos con heridas no cristalizan.
Jordi Savall
Naci¨® en Igualada (Barcelona) en 1941. Ingres¨® en la Schola Cantorum de Basilea, el centro m¨¢s prestigioso del mundo para aprender m¨²sica antigua, en 1968. All¨ª cambi¨® el chelo por la viola de gamba, instrumento del que se ha convertido en referencia mundial, lo mismo que en la exploraci¨®n y recuperaci¨®n de repertorios desde la Edad Media al Romanticismo, con especial concentraci¨®n en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Ha fundado varios grupos a lo largo de cuatro d¨¦cadas, como Hesp¨¨rion?XX ¨Cahora XXI¨C o Le Concert des Nations. Desde 1998, edita su propio repertorio en el sello Alia Vox, tras haber arrasado en el mercado con obras como la banda sonora de Todas las ma?anas del mundo.
?Se qued¨® a gusto rechazando en 2014 el Premio Nacional de M¨²sica? Tom¨¦moslo a broma. Soy catal¨¢n, sabes que renunciar a 30.000 euros, si no hay una causa justificada, supone un sacrificio serio. Fue una decisi¨®n justa, yendo por delante que se lo agradec¨ª al jurado. Pero llevo m¨¢s de 40 a?os tratando de concienciar a los diferentes dirigentes acerca de la importancia de rescatar y apoyar nuestro legado musical. Nunca lo he conseguido. Mi reacci¨®n fue apropiada si piensas en todo el tiempo que he invertido en esto sin obtener respuestas s¨®lidas.
Algo le habr¨¢n dado alguna vez. Bueno, s¨ª. Pero para alguien que hace 150 conciertos al a?o en todo el mundo¡ Tenemos un pa¨ªs, dir¨¦ m¨¢s, compartimos una pen¨ªnsula, incluyendo a Portugal, con un patrimonio hist¨®rico y musical ¨²nico. No se dan las condiciones para primar nuestras creaciones m¨¢s aut¨¦nticas en el Renacimiento y el Barroco. Desde el siglo XVIII, el panorama cambia, fuimos art¨ªsticamente colonizados por los italianos, los franceses, en el XIX por el Romanticismo alem¨¢n. Nuestra importancia se remonta a antes. Y su recuperaci¨®n nos ha tocado a grupos e int¨¦rpretes como nosotros. Sin embargo, las autoridades creen que el brillo reside en los grupos sinf¨®nicos o la ¨®pera. Conviene cambiar esta escala de valores. Es l¨ªcito que escuchemos a Beethoven y a Mahler, pero no a costa de Crist¨®bal de Morales o Tom¨¢s Luis de Victoria.
Por hablar de los m¨¢s conocidos. Desde luego, porque nuestro mundo sonoro comienza con el canto gregoriano, las m¨²sicas moz¨¢rabes, las cantigas de Santa Mar¨ªa, los c¨®digos de Las Huelgas¡ Hay una riqueza inabarcable. Pol¨ªticamente se pueden establecer relaciones a trav¨¦s de Al Andalus, con el mundo jud¨ªo, con Europa a partir de lo que alienta Carlos V, con el nuevo mundo, Jap¨®n a trav¨¦s de los jesuitas. Una buena acci¨®n cultural espa?ola puede establecer todas esas conexiones. ?Basadas en su patrimonio! Ser¨ªa incre¨ªble. Hace cuatro o cinco a?os, en la ¨¦poca de Zapatero, present¨¦ un proyecto para crear una capilla de las Espa?as. No interesa. Ser¨¢ la frustraci¨®n de mi vida.
Hombre, su aportaci¨®n, se va notando. No es suficiente. Nunca ser¨¢ suficiente.
Hay semilla en las nuevas generaciones respecto a lo que fueron plantando usted con sus grupos y otras formaciones como Al Ayre Espa?ol: Alia Mvsica, La Danserye, los hermanos Zapico¡ Hombre, claro, este es un pa¨ªs de enorme riqueza musical y talento, no me extra?a. Pero no es lo ¨²nico. Hay que ofrecer a esos m¨²sicos la manera de que trabajen con estabilidad, y eso no ocurre. Por no hablar de los ciudadanos, que deben sentir todo ese arte como algo accesible.
elpaissemanal@elpais.es
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