Orgullosa de s¨ª misma
F¨¢tima H. preside la Asociaci¨®n para el Desarrollo de la Mujer Rural de Laghdira. Desde ni?a ha trabajado como jornalera sufriendo toda clase de abusos a los que hoy planta cara
Con un pa?uelo verde oscuro, casi negro, una blusa de flores y una falda larga, F¨¢tima H. recibe la visita en su casa en la aldea de Laghdira. El edificio de adobe y palos, con techo de zinc, no hace mucho que fue pintado. Una mesa repleta de dulces y t¨¦ y rodeada de sillones espera en un rinc¨®n del sal¨®n. Enfrente, una estanter¨ªa de bamb¨² con una televisi¨®n peque?a y antigua, algunas flores de tela y tapetes de ganchillo. Una cortina morada separa la estancia del que parece ser el ¨²nico dormitorio.
A sus 30 a?os, casada y con tres hijos, F¨¢tima es la presidenta de la Asociaci¨®n para el desarrollo de la mujer rural de Laghdira. Desde ni?a ha trabajado como jornalera en el campo, plantando y recogiendo distintos tipos de productos y sufriendo toda clase de abusos a los que por fin se atreve a plantar cara.
¡°Ahora me siento orgullosa de lo que soy¡±, dice. ¡°Ahora puedo afrontar los diferentes problemas, puedo salir sola e ir a realizar tr¨¢mites administrativos, por ejemplo. O puedo decir no al acoso laboral de los capataces y luchar contra la discriminaci¨®n salarial que sufrimos las mujeres del campo porque por la misma labor los hombres suelen recibir m¨¢s¡±.
La vida de F¨¢tima cambi¨® cuando empez¨® a acudir a las sesiones de sensibilizaci¨®n y formaci¨®n que la ONG Radev le ofrec¨ªa. ¡°Yo soy afortunada¡±, comenta, ¡°me he podido formar y por eso quiero que sigan este tipo de programas para que muchas otras mujeres sean conscientes de sus derechos¡±.
Esta nueva realidad que vive F¨¢tima no solo la beneficia a ella sino tambi¨¦n a su familia. Y a toda su comunidad, a la que ella y las otras mujeres de la asociaci¨®n intentan sensibilizar. ¡°Todo el trabajo que hago es por mi familia y mi comunidad. Ahora s¨¦ que la educaci¨®n es muy importante y voy a hacer todo lo posible para que mis hijos estudien¡±.
El compromiso con sus vecinos la llev¨® a querer presentarse a las elecciones locales celebradas en Marruecos a principios de septiembre. ¡°Pero no pude porque no estaba registrada en las listas electorales. Esto decepcion¨® a mucha gente. Lo intentar¨¦ de nuevo la pr¨®xima vez¡±, anuncia. ¡°Quer¨ªa ser candidata porque en los ¨²ltimos a?os he aprendido muchas cosas y con este conocimiento quer¨ªa mejorar la vida de toda la aldea, no solo la de las mujeres, sino tambi¨¦n la de los hombres¡±, concluye mientras mira de reojo a su marido, Said Sakhraoui, que la observa apoyado en el quicio de la puerta con ojos brillantes bajo su gorra negra y una media sonrisa en la boca.
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