Acuerdo para una nueva era

Nos encontramos en la antesala de un cambio fundamental, en un punto de no retorno ¡ªy es precisamente donde necesitamos estar¡ª. Es el momento de determinar, de manera decidida, qu¨¦ camino vamos a seguir. Hoy en Par¨ªs se reunir¨¢n casi 150 jefes de Estado y de Gobierno, en lo que ser¨¢ una de las mayores conferencias diplom¨¢ticas que se han organizado, m¨¢s all¨¢ de las sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York. Durante las pr¨®ximas dos semanas, en la COP21, se negociar¨¢ la decisi¨®n m¨¢s importante en la gobernanza del cambio clim¨¢tico de los ¨²ltimos 23 a?os.

La COP21 de Par¨ªs cuenta con un gran impulso y, al contrario que en la conferencia de Copenhague del 2009, las perspectivas son radicalmente distintas. Pero a¨²n quedan decisiones cr¨ªticas por tomar, entre ellas, la financiaci¨®n de la lucha contra el cambio clim¨¢tico, el aumento de la ambici¨®n en cuanto a la reducci¨®n de emisiones, el objetivo a largo plazo, y la forma legal del texto acordado.

Esta reuni¨®n de los miembros de la Convenci¨®n Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Clim¨¢tico coincide con un cambio en la percepci¨®n que ciudadanos, empresas y Gobiernos tienen del cambio clim¨¢tico, que ya es entendido como un fen¨®meno de naturaleza transversal. Las discusiones ya no solo est¨¢n centradas en los riesgos asociados al cambio clim¨¢tico: hemos pasado a estudiar los beneficios econ¨®micos que supone la transici¨®n a una econom¨ªa de bajas emisiones de carbono.

Tomemos la tendencia global de la urbanizaci¨®n como ejemplo: se ha calculado que las ciudades del mundo seguir¨¢n creciendo exponencialmente, albergando al 60% de la poblaci¨®n global en el 2030. Ya generan alrededor del 80% del PIB mundial, pero tambi¨¦n aproximadamente el 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con el consumo de la energ¨ªa. Ante este panorama, la forma que adopten las ciudades ser¨¢ determinante tanto para las emisiones como para la econom¨ªa.

Un estudio sobre las ciudades de Atlanta y Barcelona lo demuestra: aun siendo similares en poblaci¨®n, el ¨¢rea urbanizada de Atlanta es, aproximadamente, 12 veces mayor a la de Barcelona. Las emisiones de carbono per capita de la primera superan seis veces las de la segunda. Por este motivo, y ante el crecimiento de nuevas ciudades en econom¨ªas emergentes o en desarrollo, la planificaci¨®n urbana es vital. Si se implementan modelos compactos y conectados ¡ªque combatan la urbanizaci¨®n dispersa y el uso excesivo de veh¨ªculos privados¡ª las emisiones de carbono, el tr¨¢fico y la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica descender¨¢n. Adem¨¢s, los estudios demuestran que los modelos de ciudades m¨¢s eficientes supondr¨¢n un descenso en la inversi¨®n en infraestructura urbana de m¨¢s de tres billones de d¨®lares en los pr¨®ximos 15 a?os.

Ahora las emisiones de efecto invernadero son vistas como un fen¨®meno de naturaleza transversal

Nuestro futuro debe ser y ser¨¢ diferente aunque, en el proceso de cambio, nos tropezaremos sin duda con intereses creados.

Un ejemplo de ello son los activos en combustibles f¨®siles, que constituyen un elemento fundamental de muchas carteras de inversi¨®n. Hace dos meses, el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, advirti¨® del enorme riesgo de inversi¨®n que supondr¨ªa la depreciaci¨®n de un gran n¨²mero de activos relacionados con los combustibles f¨®siles, que dejar¨ªan de ser empleados en la transici¨®n hacia una econom¨ªa baja en carbono. El cambio clim¨¢tico y las acciones para frenarlo tendr¨¢n, inevitablemente, un impacto en nuestra econom¨ªa e inversiones futuras.

El cambio clim¨¢tico, como todos sabemos, es un problema cl¨¢sico de bienes p¨²blicos globales. Esto implica que los pa¨ªses, en busca de su propio inter¨¦s, tender¨¢n a aprovecharse gratuitamente de los esfuerzos que hagan otros para proveer el bien. Dicho de otra manera, los que no emprenden ninguna acci¨®n contra el cambio clim¨¢tico disfrutar¨¢n de los beneficios logrados por quienes s¨ª han actuado. Pero la l¨®gica est¨¢ cambiando, y lo hemos notado en el camino a Par¨ªs. En primer lugar, los c¨¢lculos empiezan a demostrar que tambi¨¦n a nivel nacional tiene sentido implementar medidas que lleven a un futuro bajo en carbono. Adem¨¢s, los ciudadanos, cada vez m¨¢s conscientes de las consecuencias de la quema de combustibles f¨®siles, est¨¢n moviliz¨¢ndose y piden acci¨®n a sus gobernantes ¡ªtambi¨¦n en las econom¨ªas emergentes¡ª. As¨ª, muchos de esos Gobiernos han decidido mostrar en el escenario internacional sus compromisos dom¨¦sticos.

Durante los meses previos a la COP21 de Par¨ªs, 176 pa¨ªses han presentado sus planes (sus contribuciones previstas y determinadas a nivel nacional, o INDC por sus siglas en ingl¨¦s), describiendo las medidas contra el cambio clim¨¢tico que pretenden aplicar a partir del 2020. Los principales pa¨ªses emisores, que no pod¨ªan o no quer¨ªan comprometerse en el pasado, han dado un gran impulso al proceso. Fue muy significativo que China y EE?UU (el primero y el segundo mayor emisor del mundo, respectivamente) anunciaran de manera conjunta sus compromisos clim¨¢ticos el a?o pasado. Algunos incluso lo han calificado como una ¡°distensi¨®n clim¨¢tica¡± en la diplomacia internacional china. El compromiso de Pek¨ªn de financiar, con 3.000 millones de d¨®lares, la lucha contra el cambio clim¨¢tico, equiparando su contribuci¨®n a la de EE?UU, tambi¨¦n ha sido clave.

Las acciones a adoptar tendr¨¢n, inevitablemente, impacto en la econom¨ªa y las inversiones futuras

El documento logrado en Par¨ªs ser¨¢ el primer acuerdo de una nueva era. Su estructura de gobernanza h¨ªbrida, que combina elementos top-down (principalmente en los mecanismos de seguimiento y verificaci¨®n) y compromisos bottom-up (contenidos en las INDC), es revolucionaria, y propone una alentadora soluci¨®n al bloqueo que a menudo caracteriza los mecanismos actuales de gobernanza multilateral. Hasta ahora, este nuevo modelo ha propiciado la participaci¨®n por parte de los Estados y ha fomentado la transparencia, pues permite a la sociedad civil examinar las propuestas nacionales.

No obstante, en la COP21 a¨²n queda definir un elemento crucial: c¨®mo asegurar que los compromisos nacionales voluntarios resulten en una soluci¨®n colectiva eficaz a este problema global. Los pa¨ªses que han presentado las INDC representan casi el 100% de las emisiones globales. Sin embargo, los c¨¢lculos indican que, si se implementan las INDC actuales, el calentamiento global seguir¨¢ superando de forma significativa los dos grados Celsius, marcados como el l¨ªmite para evitar las m¨¢s desastrosas consecuencias del cambio clim¨¢tico. Por tanto, queda un trabajo importante por delante. Es vital que los negociadores trabajen en Par¨ªs para aumentar el nivel de ambici¨®n. Hemos llegado a un punto de inflexi¨®n, de no retorno. Tenemos por delante un gran desaf¨ªo: construir puentes entre los planes nacionales y las metas globales que nos lleven en la direcci¨®n correcta. Las decisiones que se alcancen en Par¨ªs ser¨¢n fundamentales para la gobernanza global y para la poblaci¨®n mundial.

Javier Solana es distinguished fellow en la Brookings Institution y presidente de ESADEgeo, el Centro de Econom¨ªa y Geopol¨ªtica Global de ESADE.

? Project Syndicate, 2015.