Ser mujer, nacer y vivir en Egipto
Dos mujeres y empezamos con esto de la regla, pero no por los dolores menstruales ni por el s¨ªndrome (el que sea), sino por lo que de simb¨®lico tiene la regla en el mundo musulm¨¢n. Queremos detenernos en la menstruaci¨®n como bisagra social: la nena ya no puede seguir disfrutando su cuerpo con libertad (ya no puede ir en ba?ador a la playa, ni jugar con los chicos, ni mostrar su piel desnuda fuera de las cuatro paredes del hogar).
La guionista y realizadora egipcia Hala Khalil (El Cairo, 1967) lo sabe bien. De hecho, hizo un cortometraje cat¨¢rtico para hablar todo lo que cambia en la vida de una chica a partir de su primer periodo. Ella recuerda el propio como un momento muy traum¨¢tico, porque hay un corte abrupto entre la ni?a, que tiene derecho a ser feliz y casi libre, y la mujer que tiene pr¨¢cticamente todo vedado en el espacio p¨²blico de buena parte de los estados confesionales. Egipto es, quiz¨¢, un caso emblem¨¢tico en cuanto a la incomodidad que supone para una mujer estar en la calle.
La primera pel¨ªcula de Hala Khalil, The best of times (2004), est¨¢ disponible en internet, con subt¨ªtulos en ingl¨¦s.
Hala es ya una artista madura y reconocida en su pa¨ªs, y casi una mujer libre fronteras afuera. La encuentro en la gala de inauguraci¨®n del Festival Internacional de Cine de Mujeres de Sal¨¦ (Marruecos) con una falda a la rodilla, destellando luz, tan bella, contando su parte de madre de un adolescente, y, dos d¨ªas despu¨¦s, en una mesa de debate con un realizador marroqu¨ª, y el primer tema que saca es el de la menstruaci¨®n, a prop¨®sito del corto. Dice que la idea de aquel gui¨®n se le ocurri¨® cuando, con 28 o 29 a?os, por primera vez en Europa, m¨¢s precisamente desayunando en un hotel de Par¨ªs, oy¨® que llegaba desde la calle un tac-tac-tac tac r¨ªtmico, regular. Pens¨® que eran gotas de lluvia, pero cuando se asom¨® vio a una mujer que caminaba taconeando, camino a su trabajo, seguramente.
"Trat¨¦ de imaginar c¨®mo caminaban las mujeres ¨¢rabes, las egipcias, en la calle. Las vi con verg¨¹enza de su cuerpo ¨Crecuerda Khalil¨C. No est¨¢n orgullosas de su cuerpo. En nuestros pa¨ªses, el orgullo del cuerpo corresponde solo a los hombres, no a las mujeres. Las mujeres tienen que esconderse, cruzar las calles muy r¨¢pido, porque ese no es un espacio para ellas. ?Por qu¨¦ tenemos esta relaci¨®n con nuestro cuerpo?, me pregunt¨¦. Entonces trat¨¦ de recordar qu¨¦ hab¨ªa hecho mi familia conmigo en ese momento de transici¨®n entre la infancia y la vida adulta. Los recuerdo tensos, agresivos, aconsej¨¢ndome: ¡®ahora eres una mujer; una mujer no debe caminar as¨ª, no debe re¨ªrse en voz alta, no debe levantar la voz, no debe quedarse fuera hasta tarde¡¯".
"El mensaje es que ser mujer no es algo de lo que estar orgullosa. Todo lo que tenemos sirve para avergonzarse, empezando por el cuerpo", insiste Hala.
La realizadora egipcia Hala Khalil. Facebook.
En Egipto, la cosa es especialmente dif¨ªcil para las chicas de la clase media, seg¨²n comenta la realizadora: "la clase media en Egipto es m¨¢s conservadora que los arist¨®cratas y que las clases populares; parece ser que los arist¨®cratas que tienen dinero son lo suficientemente fuertes como para ser ellos mismos, no necesitan mostrarse complacientes con la sociedad, y la gente de las clases populare suele ser hostil hacia la sociedad, por lo que ellos tampoco necesitan mantener las tradiciones".
Con Hala vemos juntas un documental llamado La intolerable presencia de Asmahan, un homenaje a una estrella siria que triunf¨® en la canci¨®n egipcia, en los a?os 40, y que casualmente fue una mujer abiertamente libre, quiz¨¢ justamente por ser extranjera y provenir de una familia de clase alta. Pero en el filme de Azza El Hassan tambi¨¦n se relata la vida actual de las chicas que se dedican a la m¨²sica, esas que todos los d¨ªas apuran su paso en las calles de El Cairo, se encajan los auriculares y bajan la vista para evitar ser acosadas.
Hay que sobrevivir a una calle en El Cairo, siendo mujer, y hay que sobrevivir como profesional, apunta la realizadora, cuando todo lo que escribes "es tomado como una experiencia personal que quieres confesar" y por la que todo el mundo se siente con "derecho a juzgarte". Hay que sobrevivir a la prensa, si quieres beber una copa con amigos y justo pillan la mesa en una foto. Todo el tiempo en alerta, por las apariencias, porque hay que ser una mujer 'decente', con la decencia que marcan los est¨¢ndares tradicionales y cada d¨ªa m¨¢s rigurosos.
'Noches euf¨®ricas en Viena', por Asmahan, la cantante siria que hac¨ªa gala de su libertad y que triunf¨® en Egipto, en los a?os 40.
En otra escena de The best of¡, hay un personaje hastiado de la desatenci¨®n permanente de su marido. Entonces, cuando ¨¦l le grita "?pero qu¨¦ quieres?", ella le responde: "Quiero una flor, Brahim". Esas mujeres que quieren, queremos, nada m¨¢s que una flor somos casi todas en el mundo y quiz¨¢ por esto es que la frase "quiero-una-flor-Brahim", dicha en ¨¢rabe, se ha convertido en un lema para convocatorias femeninas diversas en Egipto. Hala se alegra como los m¨²sicos que escuchan, por primera vez, un tema de su autor¨ªa silbado por un limpiacristales. Es un paso. Vaya si es un paso.
Al cabo del filme, tenemos algunas ideas sobre la sociedad egipcia; por ejemplo, deducimos que resulta muy dif¨ªcil hablar adultamente de relaciones en este lugar; los hombres se aferran a las ni?as y no aman a las mujeres; hablar de sexualidad es casi imposible, tanto como decir lo que se siente o lo que se piensa. "La censura social es muy grande", apostilla la directora. "A veces, tengo que evitar llevar adelante ciertas ideas que tengo para mis pel¨ªculas si no quiero ser acusada y juzgada por el propio p¨²blico. Si yo cruzara alg¨²n l¨ªmite, me acusar¨ªan de cualquier cosa porque, adem¨¢s, no se las ven con tus pel¨ªculas, se las ven contigo en lo personal".
Eso, cuando como directora, en el set, no tiene problemas con una actriz que a mitad del rodaje quiere ponerse hijab aunque su personaje no lo lleve. "Si tengo que rodar una escena de amor o de ducha¡ son d¨ªas horribles, de mucha tensi¨®n y tengo que comprometerme a hacerlas por separado, con hombres y mujeres. Nunca hay besos, claro. Aunque en mi ¨²ltimo filme hay un beso, y una escena en una piscina. Creo que hay solo dos o tres actrices en Egipto que aceptan escenas que son consideradas pecaminosas".
Con todo, ya empieza a haber un cine independiente m¨¢s realista, menos artificial, menos sobreactuado y sobremaquillado, seg¨²n comenta Hala. Y ella elige quedarse en su pa¨ªs. ?C¨®mo sobrevives all¨ª, por qu¨¦ sigues all¨ª? "Trabajo all¨ª porque ese es mi pa¨ªs. Yo tambi¨¦n soy responsable de las cosas que pasan en mi pa¨ªs. Y especialmente si tengo herramientas de expresi¨®n, si soy una creadora", explica Khalil, a quien la familia nunca perdon¨® la vocaci¨®n y que se dedicara al cine ("mi padre ni siquiera mencionaba el tema si yo ganaba un premio y sal¨ªa en los medios").
A Hala la apoyaba su madre, y ahora est¨¢ casada en segundas nupcias. "Entonces, existen hombres egipcios que aman a mujeres libres", le digo. "Tampoco es f¨¢cil para ellos", me contesta.
"Cuando ves c¨®mo discuten los adolescentes entre chicos y chicas a prop¨®sito de cuestiones que planteo en las pel¨ªculas, te sientes algo satisfecha. Una parte de m¨ª est¨¢ en la gente que le pide una flor a Brahim", culmina.
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