Hacer la guerra o huir de ella, el dilema de los sirios
Los j¨®venes se encuentran atrapados en una espiral donde no existe la normalidad
En Siria hay quien huye de la guerra. Pero tambi¨¦n est¨¢n los que huyen de hacer la guerra. Cada d¨ªa, m¨¢s j¨®venes forman parte de esta segunda categor¨ªa. ¡°No hay futuro¡±, responden los j¨®venes en las calles sirias. Sin oportunidades de trabajo ni estudio, vivir de la guerra es la ¨²nica opci¨®n. M¨¢s a¨²n cuando la penuria no da tregua a una generaci¨®n ¨¢vida por ganarse la vida y formar una familia. Tras cinco a?os y 220.000 muertos seg¨²n la ONU, o el doble seg¨²n la versi¨®n extraoficial, para muchos j¨®venes quedarse es ¡°matar o morir¡±, y ello independientemente del bando en el que vivan.
¡°Desertores¡± llaman en el flanco leal a aquellos que escapan al servicio militar obligatorio, establecido en 18 meses sobre el papel, pero indefinido en realidad. La sangr¨ªa migratoria de una juventud que escapa de una mili perenne no hace m¨¢s que exacerbar la falta de efectivos de unas tropas que luchan en m¨²ltiples frentes. El r¨¦gimen sirio ha tomado cartas en el asunto. Para obtener el diploma universitario al finalizar los estudios hay que enlistarse previamente. Para obtener un pasaporte hay que pagar 380 euros, frente a los 20 que pagan las mujeres. Hoy, en las calles sirias, corren los rumores de que los reservistas de hasta 40 a?os ser¨¢n llamados a servir en el frente. Tan solo los hijos ¨²nicos est¨¢n exentos.
En el bando opuesto, la maquinaria de guerra convierte tambi¨¦n a las milicias y a toda la econom¨ªa sumergida que las rodea, en una de las escasas oportunidades para obtener ingresos. Acechado en m¨²ltiples frentes, el Estado Isl¨¢mico (EI) lanza tambi¨¦n su cruzada de reclutamiento. Micr¨®fono en mano, emisarios del califato visitan barrio a barrio instando a los j¨®venes a sumarse a sus filas. En las regiones kurdas, donde las mujeres comparten frente con los hombres, los j¨®venes en edad de enlistarse son hoy llamados a servir un m¨ªnimo de seis meses.
Con tanto joven rumbo a Europa o al frente, en las calles y en los campos de refugiados sirios, un excedente de mujeres refugiadas o desplazadas queda a cargo de sus familias.
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