Equilibrar la balanza
?Derechos humanos? ?Derecho a qu¨¦? ?Qui¨¦n tiene eso? ?Qui¨¦n se los da a mi hermana y se los quita a una ni?a en Camer¨²n?
S¨®lo soy una voluntaria, una de tantas miles. Soy enfermera. Espa?ola. Vivo en Camer¨²n desde hace m¨¢s de un a?o y cuando vives aqu¨ª mucho tiempo se te olvida el significado de dos palabras: Derechos Humanos.
Derechos humanos. Eso era algo universal, ?no? Tendr¨ªan que existir para mi hermana peque?a del mismo modo exactamente que para la ni?a que tengo en acogida con malnutrici¨®n aguda severa porque su madre hace meses que no le da algo de comer. No sabe que su hija tiene que comer prote¨ªnas y que no vale s¨®lo con arroz cada d¨ªa. Todo ello despu¨¦s de transmitirle el virus del VIH porque no tuvo acceso a una consulta prenatal. Es algo que no existe, no tuvo esa posibilidad.
Tampoco la madre entiende mucho c¨®mo cuidar a su hija. Tiene una malnutrici¨®n cr¨®nica y no sabe franc¨¦s (uno de los idiomas oficiales en su pa¨ªs), leer ni escribir porque jam¨¢s supo lo que era un colegio. Alguien la dej¨® embarazada contagi¨¢ndole un virus que ella no entiende, que no cree que tenga, a pesar de haber recibido las explicaciones de mucha gente. Pari¨® sola en una casa hecha con hojas en mitad de la selva (mungulu), nadie la ense?¨® nada, todo fue instintivo.
Una mujer blanca llega a su poblado, yo misma. Le cuento cosas que no comprende sobre el cuidado de su hija. No me entiende, pero igual por mi aspecto f¨ªsico y bajo la creencia de que debo tener dinero para comer bien, piensa que igual su hija est¨¢ mejor conmigo, aunque eso le destroce el coraz¨®n en mil pedazos porque la echar¨¢ de menos cada noche en la cama: su calor, su llanto por la ma?ana, su respiraci¨®n en la oscuridad, despu¨¦s de tenerla a espaldas durante dos a?os de vida mientras recorr¨ªa la selva buscando algo que comer.
?Derechos humanos? ?Derecho a qu¨¦? ?Qui¨¦n tiene eso? ?Qui¨¦n se los da a mi hermana y se los quita a esta ni?a y su madre? ?Qui¨¦n lucha por eso? ?A qu¨¦ nivel? ?D¨®nde? No tengo ni idea de c¨®mo ser¨ªa un mundo con derechos humanos hablando desde Camer¨²n. S¨¦ lo terrible que es un mundo con absolutamente ninguno. Da miedo, p¨¢nico, duele y te destroza a cada segundo.
Estoy en un mundo olvidado, nadie piensa que exista algo as¨ª. Hace dos a?os yo era una enfermera de Sevilla con puesto fijo en un hospital en Madrid que necesitaba hacer esto un poco m¨¢s justo como forma de vida, s¨®lo eso. Lo ¨²nico que puedo pedir en el D¨ªa Mundial de los Derechos Humanos es que no se nos olviden, que cada uno coja la lista y los recuerde, siempre.
A peque?a escala, espero que luchemos entre todos para que existan, para que la peque?a los estudie en el colegio, para que nuestros hijos, sobrinos, nietos¡ sean conscientes de que existen y que son universales. Mientras esta palabra no se asegure, seguir¨¢ habiendo gente como yo, rota por dentro, en una casita en la selva intentando poner peso en una parte de esta balanza.
Alma Blanco Cazorla es coordinadora de salud en Camer¨²n de la ONGD Zerca y Lejos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.