Adi¨®s a las mu?ecas
Julia tiene seis a?os. No le gustan los vestidos, no quiere ser princesa y prefiere pintar o jugar a la consola Las empresas jugueteras comienzan a modificar su filosof¨ªa de ventas para adaptarse a los gustos de ni?os que, como ella, se resisten a las normas
Julia Gonz¨¢lez Tuya tiene seis a?os. A principios de noviembre le propuso a su madre un contrato por escrito: no volver¨¢ a obligarla a que se ponga vestidos en invierno, porque los leotardos le resultan inc¨®modos. Su momento princesa qued¨® atr¨¢s hace tiempo: en una foto del recibidor la ni?a sonr¨ªe, con dos a?os, abrazada a Blancanieves en Disneylandia. Hoy prefiere encarnar a Wonder Woman y jugar a Skylanders, un videojuego de acci¨®n en el que los h¨¦roes hacen estallar a sus enemigos. Julia pertenece a ese grupo demogr¨¢fico que en el mundo mueve m¨¢s de 75.000 millones de euros al a?o, seg¨²n la consultora NPD, los peque?os consumidores de la industria juguetera. A los tres a?os ya distinguen una marca de otra y empiezan a pedir productos concretos. Sus deseos son el quebradero de cabeza de una legi¨®n de profesionales de la mercadotecnia. Seg¨²n un estudio de la Universidad de Indiana, los juegos asociados por la sociedad a las ni?as suelen estar relacionados con los cuidados, el atractivo f¨ªsico y las habilidades dom¨¦sticas, mientras que los percibidos como propios de los varones giran en torno a la competencia, la violencia y la aventura. Las habilidades intelectuales y creativas tienden a ser identificadas como neutras. Julia, a quien nunca le han gustado las mu?ecas, prefiere los juegos de mesa y le encanta pintar. Desde el punto de vista del mercado, tiene unos gustos an¨®malos.
¡°Si un carrito lo ense?as siempre con ni?as, renuncias a la mitad del mercado¡±, dice un empresario
Vive con sus padres y su hermano, Jaime, de nueve a?os, en un piso de Getafe (Madrid). En casa tienen dos gatos, una perra, un h¨¢ms?ter y un tanque con peces multicolores. Del mueble empotrado en el comedor rebosan cientos de juegos de mesa que colecciona el padre, Sergio Gonz¨¢lez. La madre, Melisa Tuya, escribe el blog de maternidad Madre reciente, que recibe unas 250.000 visitas ¨²nicas al mes. ¡°Lo m¨¢s importante es respetar sus gustos¡±, dice. ¡°En casa ha habido mu?ecas, porque una de sus abuelas se empe?¨® en regal¨¢rselas. Y Julia decidi¨® no optar por ellas. No pasa nada. A Jaime le encantan las serpientes, y tenemos la casa llena de ellas. Pero, claro, los intentamos orientar¡±. Cuando se acercan las Navidades y se sienta a mirar cat¨¢logos con su madre, Julia sabe que las fotos en las que las chicas solo juegan a las cocinitas y los ni?os solo a los legos no reflejan la realidad que ella vive todos los d¨ªas en el colegio. Pero lo que para ella es una obviedad es un debate abierto para las distribuidoras.
La campa?a inglesa Let Toys Be Toys (dejad que los juguetes sean juguetes) ha conseguido que grandes empresas de Reino Unido como Marks & Spencer, Toys¡¯R¡¯Us o Boots ¨Cla primera cadena de parafarmacias del pa¨ªs¨C retiren las distinciones expl¨ªcitas de sexo de sus productos infantiles. La jugueter¨ªa espa?ola Toy Planet ha ido m¨¢s all¨¢. Hace dos a?os lanz¨® unas fotos en sus redes sociales que mostraban, entre otras escenas, a una ni?a jugando con un cami¨®n y a un var¨®n con una casa de mu?ecas. En 2014 incorporaron la idea a su cat¨¢logo navide?o y este a?o han repetido, consiguiendo ¡°una aceptaci¨®n brutal¡± en redes y medios, seg¨²n su vicepresidente, Ignacio Gaspar. ?l asegura que solo busca la concienciaci¨®n social, aunque tambi¨¦n interesa ampliar los nichos: ¡°Si un carrito lo ense?as siempre con ni?as, est¨¢s renunciando a la mitad del mercado potencial¡±. Este a?o m¨¢s cat¨¢logos incorporan im¨¢genes inclusivas, entre ellos el de Toys¡¯R¡¯Us, que en Espa?a no clasifica sus productos por sexo. ¡°Gran parte de nuestro surtido es de proveedores jugueteros. Ellos nos hacen propuestas de marketing. Respetamos el ADN de cada marca, pero tambi¨¦n hacemos adaptaciones a los mercados locales¡±, explica Beatriz Marta, responsable de mercadotecnia de la firma. Y a?ade: ¡°Somos los primeros que debemos luchar contra los estereotipos¡±. Otras tiendas, como Imaginarium, distribuyen sus productos en disposiciones multicolores, por edades y por tipo de juguete, m¨¢s que por sexos. Aunque los productores gigantes, como Disney, siguen gui¨¢ndose por el modelo convencional.
Sentada en la cocina, Melisa Tuya, de 39 a?os, reflexiona: ¡°Hay gente en los despachos que piensa, ¡®a las ni?as les gusta el rosa, con lo cual vamos a mostrar m¨¢s rosa, porque as¨ª venderemos m¨¢s¡¯. Entre los padres est¨¢n los que no se fijan, los que preferir¨ªan que no existieran esos roles tan definidos, y muy poquitos, rara avis, que creen que s¨ª debe haber diferencias. Creo que la industria va por detr¨¢s de la sociedad¡±. Las empresas no lo tienen tan claro. ¡°El tema supera a los fabricantes y a la publicidad¡±, explica Maite Franc¨¦s, responsable de?marketing de la Asociaci¨®n Espa?ola de Fabricantes de Juguetes. ¡°Es la pescadilla que se muerde la cola. Todos hacen lo que les pide el mercado. La publicidad sintetiza la realidad para que la sociedad se identifique¡±. Los fabricantes tienen una capacidad de decisi¨®n limitada cuando producen merchandising de grandes pel¨ªculas o series. Pero ?provocan realmente alg¨²n problema los juguetes diferenciados por sexo?
Seg¨²n el argumento tradicional, no. El psiquiatra Joan Corbella declar¨® en un art¨ªculo de 2010: ¡°Existe una predisposici¨®n biol¨®gica que impulsa a las ni?as a jugar a ser madres, y a los ni?os, a enfrentar a los buenos con los malos¡±. Un estudio publicado en 2002 en la revista Evolution and Human Behavior lleg¨® a la misma conclusi¨®n observando a cr¨ªas de monos cercopitecos verdes. Pero los expertos no se acaban de poner de acuerdo. La investigadora Rebecca Hains, profesora de Comunicaci¨®n en la Universidad de Salem (Massachusetts) y autora del libro The Princess Problem (el problema de las princesas), explica: ¡°Seg¨²n diversos estudios neuropsicol¨®gicos, las diferencias innatas son menores de lo que generalmente se cree. Aunque pensemos que no educamos a los ni?os de forma diferenciada, reciben una socializaci¨®n distinta¡±. El problema, dice, es que la cultura princesa ¨Clibros, pel¨ªculas, series y merchandising¨C ense?a a las ni?as que deben aspirar a ser guapas y pasivas. Otro inconveniente es que los peque?os se preocupan y autolimitan para no realizar actividades incorrectas, es decir, no asociadas a su sexo. La psicopedagoga Ana del Pozo, de la Fundaci¨®n Fuhem Educaci¨®n Ecosocial en Madrid, sostiene que el aprendizaje de los roles comienza desde la cuna. ¡°A trav¨¦s del juego se aprenden todas las competencias necesarias para la vida real, desde el cuidado hasta la psicomotricidad, la cooperaci¨®n y la expresi¨®n de afecto¡±. Todas estas habilidades, a?ade, son igual de necesarias para el desarrollo de todos los peque?os.
Jaime mira v¨ªdeos musicales, parapetado entre los cojines del sof¨¢. Tiene autismo, as¨ª que no presta demasiada atenci¨®n a los dem¨¢s. Lleva puesta una sudadera rosa con el emblema de Batman. Cuando su hermana lo ve, se echa a re¨ªr.
¨C?Jaime, de rosa!
¨C?No vas t¨² de azul? ¨Cle contesta su padre.
¨CBueno, pero a m¨ª el azul me gusta¡
Recursos para padres
- La tienda en l¨ªnea?A Mighty Girl (Una ni?a poderosa) naci¨® hace tres a?os a manos de un matrimonio de inform¨¢ticos estadounidenses que estaban interesados en la igualdad de g¨¦nero y el antirracismo. Hoy poseen un cat¨¢logo de 7.000 libros (incluida una peque?a secci¨®n en espa?ol) y juguetes divididos por categor¨ªas y edades, adem¨¢s de material para padres. Poseen m¨¢s de un mill¨®n y medio de seguidores en Facebook.
- La librer¨ªa madrile?a Mujeres y C¨ªa (C\ de la Uni¨®n, 4), de orientaci¨®n feminista, contiene una secci¨®n de material infantil.
- Las miembros de la asociaci¨®n espa?ola Club de Malasmadres?se definen como "al¨¦rgicas a la ?o?er¨ªa, con ganas de cambiar el mundo, o al menos de morir en el intento". Las conversaciones en su blog y en su cuenta de Twitter abordan temas como el consumo responsable de los regalos de Navidad o el autocuidado.
- La campa?a brit¨¢nica Let Toys Be Toys presiona desde 2012 a grandes empresas y almacenes de su pa¨ªs para que eliminen las divisiones por g¨¦nero de sus tiendas y cat¨¢logos online. Componen listas de regalos recomendados que evitan la segregaci¨®n por sexo en el ¨¢mbito educativo.
Julia, a sus seis a?os, ha aprendido qu¨¦ color vale y cu¨¢l no. Esta asignaci¨®n aparentemente r¨ªgida es en realidad una invenci¨®n moderna. Como cuenta la historiadora Jo Barraclough Paoletti en su libro Pink and Blue (rosa y azul), las primeras referencias a estos colores como diferenciadores de sexo surgieron en art¨ªculos de psicolog¨ªa de la segunda mitad del siglo XIX, pero la divisi¨®n no se afianz¨® hasta los sesenta del XX. ¡°El verdadero boom lleg¨® en los a?os ochenta¡±, dice Rebecca Hains. ¡°Con el nacimiento de la televisi¨®n por cable, los anunciantes comenzaron a dirigirse directamente a los ni?os. En esa d¨¦cada aparecieron los primeros manuales de mercadotecnia infantil. Y la cultura de la princesificaci¨®n cogi¨® velocidad en 1989, con el ¨¦xito de La sirenita, de Walt Disney¡±. Hoy resulta habitual que una bicicleta se fabrique por separado en colores masculinos ¨Crojos, grises, azules¨C y femeninos ¨Crosas y pasteles¨C. ¡°Se hace para vender m¨¢s¡±, dice Natalia Chueca, directora de marketing de Imaginarium. ¡°Nosotros somos m¨¢s fuertes en juguetes gen¨¦ricos¡±, a?ade. ¡°Por eso nuestra comunicaci¨®n est¨¢ m¨¢s dirigida a los padres. Ellos quieren algo bueno, no solo el juguete de moda¡±.
Vestida de astronauta, Julia entra corriendo en el sal¨®n. Viene a buscar a su hermano. Su madre ha desatornillado el espejo de la pared de su cuarto para transformarlo en un peque?o estudio fotogr¨¢fico. Pero a Jaime le choca el entorno extra?o y no quiere entrar. Finalmente se deja fotografiar en el sof¨¢, entre las cosquillas de su madre y los caramelos que su padre se saca del bolsillo. Melisa Tuya remata: ¡°Con el ejemplo es como mejor se ense?a. Si no les pones l¨ªmites, no tienen por qu¨¦ encontr¨¢rselos ellos¡±.
elpaissemanal@elpais.es
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