Discriminar
Querer ser padre sin madre o madre sin padre hurta a un tercero una parte esencial de su aventura personal
Ya sabemos que hoy el mejor modo de refutar cualquier cr¨ªtica que se hace a una ideolog¨ªa o comportamiento es acusar al cr¨ªtico de padecer fobia contra lo que censura. Invocando la ¡°fobia¡±, la discusi¨®n pasa del terreno argumental al cl¨ªnico: aunque aporte muchas razones, el adversario es un enfermo moral o mental, un psic¨®pata social. No hay ni que examinar lo que dice, basta con aplicarle salfum¨¢n f¨®bico y sanseacab¨®. Un ejemplo entre mil: la sentencia judicial ¡°pionera en Espa?a¡± (?excelente!) que condena por ¡°discriminatoria¡± la disposici¨®n del Ministerio de Sanidad que s¨®lo permite la fecundaci¨®n artificial a las mujeres que hayan fracasado m¨¢s de un a?o en los intentos por coito vaginal. Se asegura que la disposici¨®n legal ahora vencida discriminaba a las lesbianas o a las solteras que se negaban a mantener relaciones procreativas. ?Era homof¨®bica, ni m¨¢s ni menos! Y que nadie se atreva a decir que era una medida contra la heterofobia, porque me van a o¨ªr¡
Pues bien, ap¨²ntenme en la lista de los malos (la prefiero a la de los bobos). Que una mujer sana procree un hijo artificialmente para abolir al var¨®n (o que uno o dos hombres utilicen un vientre de alquiler para un fin semejante pero inverso) es realmente discriminatorio para el reci¨¦n nacido, hu¨¦rfano programado y privado de una de las dos l¨ªneas de filiaci¨®n que pertenecen a la condici¨®n humana. Es l¨ªcito querer ser padre o madre, pero querer ser padre sin madre o madre sin padre puede ser aceptado por un juez pero no por la reflexi¨®n ¨¦tica, ya que hurta a un tercero una parte esencial de su aventura personal. Cualquiera puede criar a un ni?o, sean cuales fueren sus gustos er¨®ticos, pero nadie participa en la paternidad como pareja de una probeta.
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