Tan normales
Al principio de la Creaci¨®n no hab¨ªa nada. Luego apareci¨® la Familia y a continuaci¨®n, la Terapia
Al principio de la Creaci¨®n no hab¨ªa nada. Luego apareci¨® la Familia y a continuaci¨®n vino la Terapia. No es f¨¢cil aceptar algo as¨ª. A nosotros nos ha costado a?os asimilarlo, pero lentamente, hermano a hermano, hemos terminado en el div¨¢n. Hoy todos tenemos nuestro terapeuta y, como si quisi¨¦ramos recuperar el tiempo perdido, algunos acudimos a dos terapias: individual y familiar. Los ¨²nicos que se mantienen al margen son mis padres. La familia es el origen de gran parte de nuestros problemas, seg¨²n los terapeutas, que a continuaci¨®n aseguran que si vamos a terapia es parad¨®jicamente para no romper con ella, haci¨¦ndola saltar por los aires. Para salvar la familia, la destrozamos durante la hora de consulta hasta no dejar t¨ªtere con cabeza. La odiamos porque la amamos, o algo as¨ª. Mi madre debe sospechar algo de lo que ocurre entre esas cuatro paredes porque ha desarrollado una clara animosidad hacia los desconocidos terapeutas, a quienes ahora responsabiliza de cada conflicto, de cada mal gesto.
Siguiendo el lema de que la familia que va a terapia unida permanece unida, hemos intentado convencer a nuestros padres para que acudan asimismo a un terapeuta. A nosotros nos ayuda, les decimos, nos aclara las ideas. A m¨ª no me hace falta ning¨²n psiquiatra, refunfu?a mi madre, tengo las ideas muy claras. Mi padre, m¨¢s diplom¨¢tico, nos mira compasivo. Nosotros estamos muy bien, dice. Id vosotros, que lo necesit¨¢is.
Cuando se quedan solos, mis padres se preguntan asombrados c¨®mo ellos, que son tan normales, han tenido semejante pu?ado de locos.
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