Sana costumbre
La desmesura entre lo prometido y lo complicado nos invita a reflexionar sobre el papel de nuestros l¨ªderes pol¨ªticos cuando son presidente o son oposici¨®n
En campa?a electoral siempre se pregunta a los candidatos por lo que har¨¢n cuando lleguen al poder. Pero la verdad aritm¨¦tica har¨ªa m¨¢s interesante preguntarles por lo que har¨¢n cuando sean oposici¨®n. Porque, como en todo concurso, las elecciones dejar¨¢n m¨¢s perdedores que ganadores. Y los perdedores cobran una importancia capital con la actitud que toman. Esto puede parecer una abstracci¨®n, pero si lo aplicamos a la realidad de Espa?a tendr¨ªamos que reconocer que no estar¨ªamos donde estamos si la oposici¨®n se hubiera practicado de manera m¨¢s afinada. Las pol¨ªticas solventadas por decreto han propiciado siempre un desencuentro radical, y no son pocos los partidos de la oposici¨®n que ganan votos sencillamente prometiendo que derogar¨¢n lo reci¨¦n aprobado cuando lleguen al poder. Es una mala actividad del pa¨ªs, que nos condena a la petrificaci¨®n, pero que nace de la falta de entendimiento entre Gobierno y oposici¨®n.
A Rajoy, por ejemplo, le vendr¨ªa bien cuestionarse tantas cosas que afirmaba cuando ocupaba el sill¨®n de l¨ªder de la oposici¨®n. Sabemos que capitanear la recogida de firmas contra el Estatuto de Catalu?a, las presiones al Constitucional y el boicot al cava contribuyeron a convertir un problema de nada f¨¢cil soluci¨®n en un laberinto enconado. Ser¨ªa bueno, pues, preguntarle si en caso de regresar a la oposici¨®n retornar¨ªa a culpar de todo mal a los dem¨¢s o aprender¨ªa a ver las vigas en el ojo propio. Tambi¨¦n el final de ETA fue una ocasi¨®n para haber protagonizado una oposici¨®n constructiva, pero el olor a voto f¨¢cil cegaba su discurso incendiado. Y la crisis econ¨®mica result¨® una oportunidad de oro para ara?ar votos, pero tras cuatro a?os de mayor endeudamiento, mayor presi¨®n fiscal y una mejor¨ªa de los datos del paro basada en que muchos que se han borrado hasta de la esperanza de encontrar trabajo, es f¨¢cil concluir que la pol¨ªtica trata m¨¢s de generar estados de ¨¢nimo que sentido com¨²n.
Dos nuevos casos de comisionistas entre representantes destacados del partido obliga a reescribir sus cantos a la limpieza. La desmesura entre lo prometido y lo complicado nos invita a reflexionar sobre el papel de nuestros l¨ªderes pol¨ªticos cuando son presidente o son oposici¨®n. Hoy todos aspiran, como toca, a ganar. Pero ya sabemos a estas alturas que ninguno ganar¨¢ del todo. Quiz¨¢ sea una suerte. La educaci¨®n, la cultura, la investigaci¨®n, el empleo, las renovables, la sanidad y la dependencia han padecido una legislatura nefasta por culpa de un poder absoluto que no necesit¨® ni escuchar, ni razonar, ni pactar. Cuando era oposici¨®n no adquiri¨® esa sana costumbre.
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