Una escuela a cuatro horas de casa
Para docenas de ni?os y ni?as de la aldea de Hat Sa (Laos), frecuentar el colegio significa vivir alejados de sus padres durante el periodo lectivo

¡°?Para qu¨¦ estudiar, si no vas a trabajar en lo que has so?ado? Yo tampoco he tenido nunca grandes aspiraciones profesionales. Cuando era ni?o imaginaba tener una vida simple, sin muchas responsabilidades y llena de aventuras¡±, recuerda Kao Phom, en frente a su bungal¨®, donde suele hospedar al personal de una ONGD. Despu¨¦s de haber masticado pacientemente una peque?a raci¨®n de arroz, pone sobre la mesa un termo con agua caliente. El fuerte y agradable olor que desprende de una de las bebidas por excelencia de su pa¨ªs, el caf¨¦, parece haber despertado a todos para una charla antes de iniciar los trabajos de reforma de la casa que acoger¨¢ a docenas de estudiantes en la aldea de Hat Sa, provincia de Phongsaly, Laos.
A sus 31 a?os, este gu¨ªa de turismo vacacional siente, desde hace algunos meses, el peso de sostener a su familia. Una tarea con la que tampoco hab¨ªa so?ado jam¨¢s y que afirma realizar con responsabilidad. Su fluido ingl¨¦s contrasta mucho con el nivel de estudios de los dem¨¢s habitantes de Hat Sa, donde vive con su mujer y su hija de 10 meses; un idioma que ha aprendido sobre la marcha y en contacto con los turistas en el pueblo de Muang Ngoi.
Con mucho esfuerzo y persistencia de sus padres, concluy¨® el instituto, como suele reiterar a lo largo de la conversaci¨®n. Las puertas de cualquier universidad le parec¨ªan una entrada de dif¨ªcil acceso, no s¨®lo por el hecho de ser testigo del drama vivido por muchos de sus compa?eros al no encontrar trabajo tras concluir el curso superior, sino tambi¨¦n por no creer en el futuro desarrollo de un pa¨ªs pobre como Laos. ¡°Pese a los consejos de mi padre, que trabaj¨® durante muchos a?os como profesor en esta aldea, un curso universitario nunca ha estado en mis planes de futuro¡±, declara, mientras mira a su hija, atada por un pa?uelo colorido a las espaldas de su mujer. En seguida, con la expresi¨®n de quien busca una soluci¨®n a un problema, afirma: ¡°Quiero que ella vaya a la escuela¡±.
Estudiar y dormir lejos de casa
La oportunidad que ha tenido Kao Phom de haber concluido el ciclo secundario y aprendido ingl¨¦s para ganarse la vida no es la misma que la de docenas de estudiantes que, semanalmente, se esfuerzan para acceder a la ¨²nica escuela primaria, localizada en Hat Sa. Una prueba de resistencia y voluntad, ya que el trayecto, de casi cuatro horas, s¨®lo es posible hacerlo a pie por las zonas monta?osas de la regi¨®n.
Con una poblaci¨®n de casi 200 habitantes, dependiente exclusivamente de la agricultura y de la pesca de subsistencia, Hat Sa ha adquirido cierta importancia en su entorno, gracias a la existencia de una escuela p¨²blica, un peque?o puesto m¨¦dico y un suntuoso templo budista, hoy abandonado, que se destaca por sus colores rojos y dorados. Como suelen mencionar orgullosamente algunos de sus vecinos, la aldea es un referente de desarrollo para otras comunidades.
A pocos metros de este peque?o conjunto arquitect¨®nico, una construcci¨®n en un enclave de densa vegetaci¨®n, al margen del r¨ªo Nam Ou, suele despertar la atenci¨®n de qui¨¦n navega por sus aguas. Con cuatro grandes habitaciones, dos coloridos ba?os externos y una diminuta placa solar, la casa de acogida destaca en medio a un aglomerado de 54 humildes viviendas, erguidas mayoritariamente de madera y bamb¨². En este espacio suelen convivir, durante el per¨ªodo lectivo, cerca de 30 ni?os y ni?as, entre los 7 y 11 a?os.
La idea de construir la casa de acogida, en el a?o 2008, fue una opci¨®n encontrada por la ONGD alemana Die Bambusschule para dar soporte a los estudiantes de primaria de la regi¨®n. ¡°Antes del funcionamiento de la casa, los estudiantes de las aldeas vecinas estaban obligados a caminar entre tres y cuatro horas diarias para llegar a Hat Sa para estudiar¡±, recuerda Natalie Tacke, directora de la entidad en Laos.
Las obras de construcci¨®n de siete represas hidroel¨¦ctricas a lo largo del r¨ªo Nam Ou preocupan a los moradores de la aldea de Hat Sa (Laos), donde se encuentra la ¨²nica escuela primaria de la regi¨®n
La iniciativa ha dado buenos resultados durante todos estos a?os, pero en determinadas ocasiones, la resistencia de algunos padres y madres en mandar a sus hijos a la escuela, hace que la ONGD realice otra tarea: adem¨¢s del mantenimiento de la casa, en muchos casos, se necesita realizar un trabajo de concienciaci¨®n de las familias. No en vano, la actitud de oposici¨®n se debe a las dudas e inseguridad; de lunes a viernes, los estudiantes que no residen en Hat Sa se ven obligados a estar separados de sus familiares en una casa de acogida donde tienen que hacer su propia comida y dormir solos. Sin embargo, tras el paso de los a?os y pese a la temprana edad, muchos ya se acostumbraron a gestionar sus propias vidas lejos de sus padres.
El acceso a la escuela continua figurando entre las principales dificultades de muchos estudiantes en Laos, principalmente si estos pertenecen a uno de los grupos ¨¦tnicos existentes. En un pa¨ªs donde el 63% de la poblaci¨®n vive en las zonas rurales monta?osas, proporcionarles educaci¨®n no ha sido una de las tareas m¨¢s f¨¢ciles para el gobierno y las diversas ONG que operan en varias regiones. A pesar de los avances positivos en las tasas de escolarizaci¨®n y alfabetizaci¨®n, el pa¨ªs, con tan s¨®lo 6,8 millones de habitantes, a¨²n camina lentamente hacia las metas de educaci¨®n para el a?o 2015, seg¨²n el PNUD.
En un contexto econ¨®mico de ingreso mediano bajo como el de Laos, para seguir estudiando, despu¨¦s de concluir la escuela primaria en Hat Sa, se necesitan elevados recursos econ¨®micos para cubrir los gastos de desplazamiento y mantenimiento. Adem¨¢s, las facilidades de acceso a una escuela secundaria son escasas, debido a que el centro educacional m¨¢s pr¨®ximo est¨¢ a cuatro horas en barco. Para los que no consiguen superar esta barrera no hay otra opci¨®n que la de seguir el camino ya establecido por sus padres; el trabajo en las plantaciones de arroz o en la pesca, una pr¨¢ctica extendida en casi todo el pa¨ªs entre los menores de edad.
De acuerdo con el Banco Mundial, en el a?o 2014 el PIB del pa¨ªs ha crecido un 7,5% respecto a 2013, por encima de sus vecinos como Vietnam, Tailandia, Camboya y China, pero esto no ha sido suficiente para beneficiar a todos de manera equitativa, incluso en el ¨¢mbito educativo.
Una escuela y una casa de acogida bajo la amenaza de un r¨ªo
A pesar de las lluvias torrenciales que cayeron en los ¨²ltimos d¨ªas del mes de agosto, y del aumento del nivel de las aguas del r¨ªo Nam Ou, es grande el movimiento de las embarcaciones transportando personas y mercanc¨ªas enfrente de la aldea. Con m¨¢s de 450 kil¨®metros de extensi¨®n, el r¨ªo es una de las pocas v¨ªas de acceso a Hat Sa y tantas otras comunidades ubicadas en su lecho, as¨ª como una fuente casi inagotable de alimentaci¨®n para quienes dependen de ¨¦l.
Navegar por sus aguas es disfrutar de unos paisajes id¨ªlicos y enigm¨¢ticos que no caben en los ojos. Una belleza que, en diversos puntos, contrasta con puentes reci¨¦n construidos, gigantescas barreras de piedra y cemento y carreteras por concluir, a menudo, despertando la curiosidad y suscitando dudas por parte de algunos habitantes sobre su verdadera finalidad. No en vano, este conjunto de obras viene siendo erguido por la empresa china Sinohydro y el gobierno de Laos para la generaci¨®n de energ¨ªa el¨¦ctrica.
El gigantesco proyecto tiene como objetivo la construcci¨®n de siete represas a lo largo del r¨ªo. No obstante, a medida que avanzan las obras, aumentan las preocupaciones por el impacto socio-ambiental que todo esto causar¨¢. Seg¨²n el informe de progreso, aportado por el Ministerio de Energ¨ªa y Minas de Laos, durante la primera fase, docenas de aldeas y centenares de casas se ver¨¢n afectadas. Desde entonces, las constantes inquietudes se hacen notar no solamente en los pocos habitantes de Hat Sa que est¨¢n al tanto de la situaci¨®n, sino tambi¨¦n en International Rivers, una ONG estadounidense que viene acompa?ando el desarrollo de las obras y la situaci¨®n de las comunidades vecinas a estas. En un informe, la entidad revela el drama vivido por muchas comunidades, principalmente por las limitadas informaciones recibidas sobre las consecuencias de las obras.
Las represas Nam Ou 5 y Nam Ou 6, pr¨®ximas a la aldea, ya cuentan con m¨¢s del 80% de sus obras finalizadas. ¡°Por el impacto de estas, Hat Sa perder¨¢ aproximadamente 134 hect¨¢reas de tierra para construcci¨®n de infraestructuras alrededor del ¨¢rea de esas represas, 1,4 hect¨¢reas de campos de arroz, y 39 de plantaciones ser¨¢n afectadas¡±, revela por e-mail Tanya Lee, miembro de la ONG. Sobre esto y otros temas relacionados, pese a las diversas tentativas de contacto, Sinohydro no se ha manifestado.
Sin darse cuenta del impacto que estas obras provocar¨¢n, los habitantes de las comunidades cerca de las represas siguen su vida igual que hace d¨¦cadas. Aferrados a sus tradiciones y al duro trabajo en el campo, muchos olvidan que en la actualidad el tiempo est¨¢ rigurosamente establecido por un calendario, pues no suelen distinguir los d¨ªas laborales de los fines de semana. Pero para los estudiantes de Hat Sa, el inicio de las clases tiene d¨ªa y hora se?alados, un evento que no puede contar con la participaci¨®n de los que viven en las aldeas vecinas; la casa que los acoger¨¢ a¨²n no est¨¢ totalmente reformada. Las dificultades para encontrar material de construcci¨®n y la precaria situaci¨®n del transporte, retrasaron la finalizaci¨®n de las obras. ¡°En pocos d¨ªas ya tendremos de vuelta a los ni?os frecuentando su nueva casa¡±, garantiza Natalie Tacke, mientras revisa algunas facturas de los gastos.
En medio de estos peque?os acontecimientos, los comentarios sobre las consecuencias de las obras est¨¢n al orden del d¨ªa de un reducido grupo de vecinos de Hat Sa, entre ellos Kao Phom que, inmerso en un estado de incertidumbre y desconfianza, comenta: ¡°No sabemos lo que va a suceder dentro de algunos a?os, pero estoy seguro de que la construcci¨®n de estas represas no traer¨¢ grandes beneficios para Laos, y principalmente para Hat Sa¡±. En seguida, augura: ¡°Como el nivel del r¨ªo suba mucho, todo quedar¨¢ bajo agua, la aldea, los arrozales y por supuesto, la escuela y la casa de acogida¡±.
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