Terremoto
Necesitamos pol¨ªticos que persigan la corrupci¨®n de todos, no de los otros
Cuando mi amigo Andr¨¦s Trapiello visit¨® el convento de Santa Catalina, una de las joyas de la bella ciudad andina de Arequipa, qued¨® impresionado por la austeridad con que viv¨ªan las monjas de clausura. En una de las celdas vio esta leyenda en la pared: ¡°Danos terremoto¡±. Se emocion¨® al pensar que esas santas mujeres, no contentas con otros cilicios, ped¨ªan se¨ªsmos al Creador para aumentar su penitencia. Alguien le advirti¨® que en la primera palabra se hab¨ªa borrado la tilde y que realmente dec¨ªa ¡°da?os¡±, no ¡°danos¡±. Era un aviso de que el muro estaba da?ado por los frecuentes temblores de la zona¡
Ma?ana votamos y muchos queremos terremoto. Uno que barra las opciones populistas (para conocer esa dolencia pol¨ªtica, leer Populismo de Jos¨¦ Luis Villaca?as, editorial La Huerta Grande, conciso y contundente) y que acabe con la corrupci¨®n, que consiste en que algunos gobernantes o aspirantes a serlo act¨²en para beneficio de s¨ª mismos o de su reino de taifas, a costa del bienestar y el futuro de Espa?a entera. Necesitamos pol¨ªticos que persigan la corrupci¨®n de todos, no de los otros, que cuando digan ¡°nosotros¡± no est¨¦n meando en sus farolas provinciales para marcar el territorio sagrado. Gestores que razonen la necesidad de sacrificios colectivos, pero que no se los pidan siempre a los ya humillados y ofendidos sino a los gallitos pintureros que creen haber nacido en tendido de sombra. Asumiendo sin sobresalto, como dijo Leszek Kolakowski, que se puede ser socialista (contra las desigualdades), liberal (a favor de la iniciativa empresarial) y conservador (en defensa de tradiciones culturales). Y tanta mutaci¨®n sin perjudicar nuestra incipiente recuperaci¨®n econ¨®mica ni estropear la convivencia libre para agradar a inquisidores o asilvestrados. ?Se?or, ma?ana danos terremoto! Pero con pocos da?os, por favor.
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