Y el activismo inund¨® Par¨ªs
El 2015 cierra a lo grande con el acuerdo mundial por el clima en la COP21. Esta cumbre ha demostrado que la sociedad civil va por delante de la pol¨ªtica. Par¨ªs se llen¨® de ciudadanos que abogan por el cambio de modelo productivo y la sostenibilidad
No todos los d¨ªas unos ¨¢ngeles se pasean por la plaza del Louvre ni un enjambre de paraguas decide tapar el cielo parisiense a pesar de que no llueva. No todos los d¨ªas la pir¨¢mide de cristal pierde su hist¨®rico protagonismo. Hace dos semanas, medio centenar de personas desplegaron sus parasoles, negros como el petr¨®leo que contamina mares y costas; como el que alimenta los cientos de miles de millones de veh¨ªculos que nos desplazan. Hace dos semanas, los ¨¢ngeles desplegaban sus n¨ªveas alas para reivindicar una soluci¨®n para el clima y para el hombre. Sucedi¨® en Par¨ªs, a punto de que 195 l¨ªderes mundiales llegasen a un acuerdo para revertir el calentamiento global. A¨²n nadie sab¨ªa qu¨¦ saldr¨ªa de aquellas negociaciones, pero en la calle, una idea estaba clara: el pueblo quiere ser escuchado.
Par¨ªs, ciudad protestona, de pasado reivindicativo, acogi¨® una vez m¨¢s un movimiento social de quienes no quieren ser nadies, como dec¨ªa Eduardo Galeano. ¡°No queremos que se normalice que las industrias t¨®xicas financien nuestro arte y nuestra cultura¡±, explicaba Chihiro Geuzebroek, activista holandesa que particip¨® en la convocatoria de la plataforma Art Not Oil, la de los ¨¢ngeles y los paraguas negros, para denunciar que empresas como Total y Eni est¨¦n financiando actividades culturales en el museo. La protesta transcurre pac¨ªfica en el exterior, donde los paraguas forman la frase "Fosil Free Culture", pero se saldar¨¢ con 10 activistas arrestados por derramar melaza (como si fuera petr¨®leo) en el suelo de m¨¢rmol de la galer¨ªa.
Durante las dos semanas que duraron las negociaciones en Le Bourget, la capital de Francia fue tomada por una marea de iniciativas ciudadanas que abogan por la construcci¨®n de un mundo m¨¢s sostenible donde las energ¨ªas f¨®siles ya no tengan cabida, donde las empresas que realizan actividades t¨®xicas para el planeta sean identificadas, se?aladas y censuradas por el consumidor.
Le Bourget fue el cerebro del acuerdo firmado. Pero el resto de Par¨ªs result¨® ser el coraz¨®n y el esp¨ªritu. En centros culturales, en hoteles, en librer¨ªas, en plazas, zonas verdes y hasta en las marquesinas de los autobuses, donde 70 artistas miembros de Brandalism Project (en ingl¨¦s brand es marca y vandalism es vandalismo) sustituyeron 600 carteles de publicidad por otros que denunciaban la responsabilidad de muchas multinacionales con el cambio clim¨¢tico. "Sentimos mucho que nos hayan pillado", rezaba un poster falso de Volkswagen. M¨¢s de uno crey¨® que era un anuncio real.
No les ha temblado el pulso a los cabecillas del activismo clim¨¢tico a la hora de denunciar lo que no se ha hecho en la Cumbre, o lo que se ha hecho insuficientemente. Naomi Klein, autora del libro Esto lo cambia todo; Kumi Naidoo, representante de Greenpeace International; Bill Mc Kibben, fundador de la plataforma 350 grados.org; o Emma Ruby Sachs, directora ejecutiva de Avaaz, han sido los m¨¢s medi¨¢ticos, pero no los ¨²nicos. Desde el primer d¨ªa usaron su visibilidad para denunciar, por ejemplo, las limitaciones impuestas a las actividades paralelas a la COP21 tras los atentados yihadistas del 13 de noviembre en el centro de la capital, actos como la cancelaci¨®n de la gran marcha por el clima del 29 de ese mes. "Son restricciones sin precedentes contra la sociedad civil", denunciaba Klein.
Ruby Sachs no se mordi¨® la lengua para pedir p¨²blicamente que la ciudadan¨ªa se uniera a una caza muy particular: la de siete representantes de los grupos de presi¨®n de las energ¨ªas sucias m¨¢s insidiosos, presentes en la COP21. Un estudio publicado por Avaaz facilit¨® sus nombres y los retrat¨® como ¡°criminales clim¨¢ticos¡± por viajar hasta Par¨ªs con la intenci¨®n de debilitar el pacto global. ¡°Los ministros deben escuchar a sus ciudadanos, no a aquellos que contaminan, y deben rechazar reunirse con los criminales del clima, cuya finalidad es hacer fracasar el acuerdo que necesita el mundo entero¡±. Con esta acci¨®n, m¨¢s de mil carteles de SE BUSCA con los retratos de estos representantes fueron colgados en el exterior de varios hoteles de cinco estrellas en la capital francesa.
En la c¨²pula, figuras medi¨¢ticas. En la base, actividades de menor repercusi¨®n pero intenso calado en quienes las siguen. As¨ª ocurr¨ªa en PlaceToB, a dos pasos de la G?re du Nord. Albergue juvenil, restaurante comprometido ¡ªen sus men¨²s figura hasta la huella de carbono que produce cada plato¡ª y punto de reuni¨®n de activistas, emprendedores y, en general, personas preocupadas por el destino de la Tierra. Ofrec¨ªa un completo calendario de actividades, teatro, debates y proyecciones durante las dos semanas de la COP. En el s¨®tano se pide silencio mientras se grababa una charla entre dos jubilados que destacan el papel de la tercera edad en la lucha contra el cambio clim¨¢tico. A los pies de ambos y sentados en el entarimado, un centenar de personas escucha con reverencia y aplaude las afirmaciones m¨¢s contundentes.
Una animada algarab¨ªa envuelve la planta baja. All¨ª el restaurante y el espacio de coworking son uno y no queda un cent¨ªmetro de pared, columnas o mostradores que no estuviera ocupado con pasquines informativos, posters y variopintas intervenciones art¨ªsticas. Es de noche en Par¨ªs y en una de las mesas, Othmane Zikrem y su compa?ero Souhad Zeineddine disfrutan de una cerveza tras una larga jornada de trabajo. Su labor es important¨ªsima: con su empresa, Ekimetriks, han medido el impacto en las redes sociales de la Cumbre del Clima y la conversaci¨®n que ¨¦sta ha generado entre los usuarios. "Hemos analizado m¨¢s de siete millones de tuits desde el mes de septiembre en los que se inclu¨ªan hashtags como COP21, Cop2Paris, GoCop21, EarthToParis, ClimateAction, ClimateChange, Action 2015 o Paris 2015", explica el primero.
En el cuartel general del activismo x el clima: @placeToBeCop21.En el men¨²,los precios y la huella de carbono #Cop21 pic.twitter.com/iphGZq8JpN
— ELPA?S PlanetaFuturo (@Planeta_Futuro) December 7, 2015
Han dividido todo en cuatro apartados: los relacionados con los esc¨¦pticos, con el acuerdo en s¨ª, con las preocupaciones como los refugiados clim¨¢ticos y los desastres naturales, y los negocios, es decir, todo lo relacionado con energ¨ªas renovables. Lo encontrado es una elevada preocupaci¨®n ciudadana por esta Cumbre, y en especial por el acuerdo, pues casi la mitad de los tuits se refer¨ªan a ¨¦l (un 47,7%). M¨¢s de un tercio (36%) mencionaba tecnolog¨ªas limpias que podr¨ªan contribuir a mitigar el calentamiento global y un 16,3% se preocupaba por los efectos de este fen¨®meno. Estos n¨²meros llevan a Zikrem a reafirmar su optimismo: "La gente se ha volcado con la Cumbre, la preocupaci¨®n es real".
A unas mesas de distancia, un grupo de espa?oles observa con curiosidad el local. Acaban de llegar a Par¨ªs despu¨¦s de un viaje de 14 horas en autob¨²s. Proceden de Barcelona, Alicante, C¨¢diz, Madrid y Santiago de Compostela, y son voluntarios de Manos Unidas seleccionados por la ONG para asistir a los ¨²ltimos d¨ªas de la COP21. Su emoci¨®n no puede ser mayor y su determinaci¨®n, tampoco: "Hay que presionar para que se produzca un acuerdo que haga que los gobernantes se mojen porque, si no, no vamos a lograr nada", afirma Fran Asensi, alicantino. "Es importante que las organizaciones entren en el terreno de la pol¨ªtica para ejercer una presi¨®n real que nos pueda llevar a decir: 'a usted no le voto porque no est¨¢ teniendo el cambio clim¨¢tico en cuenta", subraya Javier Fornell, de C¨¢diz.
Visto en #cop21 Alg¨²n voluntario?? pic.twitter.com/PsnsJT1dWU
— ELPA?S PlanetaFuturo (@Planeta_Futuro) December 9, 2015
Fran comparte el optimismo de muchos ciudadanos: "Aunque los pol¨ªticos no lleguen a un acuerdo, el hecho de haber movilizado tanto ya es un paso; el haber logrado en Madrid una marcha con 20.000 personas, algo que nunca antes hab¨ªa ocurrido, dice mucho". Su compa?era Natalia L¨¢zaro, de Barcelona, ejemplifica la otra cara de la moneda. "Las decisiones que acaben tomando los l¨ªderes van a responder, como siempre, a los intereses econ¨®micos y pol¨ªticos, no decidir¨¢n por lo que nosotros hagamos", se lamentaba. "Pero nosotros, con nuestros h¨¢bitos de consumo, tenemos que lograr que las empresas que se lucran con pr¨¢cticas perjudiciales para el medio ambiente dejen de obtener tantos beneficios; para eso debemos reducir el consumo de determinados productos como el papel procedente de talas indiscriminadas", le responde In¨¦s Calvo, de Santiago de Compostela.
Debates como el de los voluntarios espa?oles se reprodujeron por toda la ciudad, como en la Zona de Acci¨®n por el Clima, un espacio habilitado en el centro cultural Centquatre, a medio camino entre la G?re du Nord y Le Bourget, donde durante la ¨²ltima semana de la COP21 tuvieron lugar m¨¢s de un centenar de actividades por parte de organizaciones medio ambientales y de ayuda al desarrollo de muchos pa¨ªses. Entre ellas, Ecologistas en Acci¨®n, que eligi¨® este escenario para presentar un informe que denuncia que Espa?a ha perdido el 20% de su agua dulce en los ¨²ltimos 25 a?os. La rueda de prensa se celebra en un lateral de la nave central: con unas cuantas sillas y un micr¨®fono, el evento est¨¢ montado. En un quiosco a pocos metros, una chica rubia vende hamburguesas ecol¨®gicas. En otra de las salas, el duo germano argentino Yvonne Emig y Roberto Barcena, de?L¨¹neburg, llevan a cabo su espect¨¢culo de ProtesTango, con el que dan un nuevo sentido a esta danza argentina. Y en otra m¨¢s, de manera simult¨¢nea, la Global Forest Coalition imparte una charla sobre la lucha contra la producci¨®n industrial de productos animales.
En el espacio de la #cop21 abierto al p¨²blico. pic.twitter.com/vkNHamSLaZ
— ELPA?S PlanetaFuturo (@Planeta_Futuro) December 9, 2015
Quienes llegan a Par¨ªs con intenci¨®n de empaparse de activismo y de emprendimiento clim¨¢tico no se perdieron la zona verde de Le Bourget, accesible a todos los p¨²blicos sin necesidad de acreditaci¨®n. Durante toda la cumbre se sucedieron infinidad de presentaciones y charlas de la m¨¢s diversa ¨ªndole. Desde la organizaci¨®n que explicaba c¨®mo se est¨¢ reforestando la Guyana francesa hasta una agrupaci¨®n de ind¨ªgenas de la Amazon¨ªa que reclamaba all¨ª fuera que su Gobierno les deje gestionar m¨¢s hect¨¢reas de selva para poder protegerla de la tala ilegal, de la industria petrolera y de la del aceite de palma. "Nosotros custodiamos ya ocho mil millones de hect¨¢reas, y all¨ª no pasa nadie, pero queremos que nuestro pa¨ªs nos entregue la carta de propiedad de otros 12 mil millones para poder proteger la selva en condiciones", reclamaba George Cu?achi, de la Asociaci¨®n Inter¨¦tnica de Desarrollo de la Selva Peruana, que destacaba entre el gent¨ªo por el adorno de plumas que corona su frente. "El mismo Gobierno que est¨¢ ah¨ª dentro [en las negociaciones] defendiendo nuestros intereses es el mismo que permite que la Amazon¨ªa sea destrozada porque deja actuar a multinacionales de gas, de petr¨®leo, madereras... Alegan que son inversiones necesarias para el pa¨ªs", denunciaba.
Y lleg¨® el acuerdo
Something everyone should know about #COP21 climate deal: the words "fossil fuels" do not appear. Neither do the words "oil" or "coal."
— Naomi Klein (@NaomiAKlein) December 12, 2015
Par¨ªs ha recibido un ba?o de activismo durante las dos semanas que ha durado la Cumbre.
Y llega al ¨²ltimo d¨ªa con nervios, con esperanza, con miedo tambi¨¦n.
Hasta el ¨²ltimo momento no se decide qu¨¦ acci¨®n realizar para poner el broche final a las reivindicaciones ciudadanas. La manifestaci¨®n prevista antes de los atentados ha sido suspendida, igual que la inicial, y hay muchas dudas y muchos rumores, pero pocas certezas. Un d¨ªa antes, se despeja la inc¨®gnita con un llamamiento masivo (y autorizado) a los ciudadanos para acudir al Arco del Triunfo y La D¨¦fense, en el distrito financiero, para alertar de un acuerdo que, antes de aprobarse, se intuye insuficiente. La nota de color, unas kil¨®metricas cintas rojas que representan las l¨ªneas de ese tono crom¨¢tico que no deben traspasarse en las negociaciones.
Llega el 12 de diciembre, hay acuerdo y Par¨ªs se pronuncia en la calle. A la convocatoria de La D¨¨fense se une la de la Coalici¨®n por el Clima, una plataforma que aglutina a 130 organizaciones medio ambientales movilizadas para la COP21. Consigue reunir a 20.000 personas bajo la Torre Eiffel, en los Campos de Marte, para formar una cadena humana y declarar el estado de emergencia clim¨¢tica. Esta misma organizaci¨®n es la que, desde las nueve y media de la ma?ana de este 12-D, manda a varios equipos de personas a conquistar las calles de Par¨ªs y lanzar en redes sociales el mensaje "Climate Justice Peace" (Justicia clim¨¢tica para la paz) adjuntando su geolocalizaci¨®n. Se apuntan 3.000 ciudadanos que dejan su huella en 1.152 lugares de la ciudad.
Hay diversidad de opiniones ante un acuerdo que los l¨ªderes mundiales califican de hist¨®rico. Los peri¨®dicos y televisiones muestran im¨¢genes de jefes de Estado y de Gobierno alzando las manos en se?al de triunfo, muy sonrientes. Sin cantar victoria, Avaaz celebra que se ha logrado arrancar una aportaci¨®n de al menos 100.000 millones de d¨®lares de financiaci¨®n para que los fondos sigan fluyendo hacia los pa¨ªses m¨¢s pobres despu¨¦s de 2020 y la promesa de reunirse cada cinco a?os para revisar los objetivos y hacerlos m¨¢s ambiciosos. Lo mismo Kumi Naidoo, que no est¨¢ orgulloso pero destaca que el texto coloca a las energ¨ªas f¨®siles "en el lado malo de la Historia".
Los insatisfechos, en realidad, son muchos. Desde Oxfam Intermon, por ejemplo, se califica como "hito" que 195 pa¨ªses hayan logrado ponerse se acuerdo pero recuerdan que el pacto resultante "no asegura lo necesario para evitar que el calentamiento global llegue a tres grados, ni ofrece la ayuda financiera para que las comunidades m¨¢s vulnerables se puedan adaptar a unos patrones clim¨¢ticos cada vez m¨¢s err¨¢ticos y extremos". Coincide Ecologistas en Acci¨®n, que adem¨¢s denuncia que el texto no contempla las emisiones generadas por el transporte a¨¦reo y mar¨ªtimo, abre la puerta a trucos contables en el c¨¢lculo de las emisiones y deja sin amparo luchas como la desinversi¨®n en combustibles f¨®siles y el freno del fracking. Amigos de la Tierra, por su parte, critica que los intereses en las energ¨ªas sucias de pa¨ªses como Arabia Saud¨ª, Polonia o Argentina desvirt¨²an el objetivo general del acuerdo y Manos Unidas advierte que se deja de lado a los m¨¢s vulnerables.
Muchas pancartas reunidas en el centro de Par¨ªs lanzaban un mensaje para la continuidad: "Esto no es el final, es el comienzo". La sociedad vigila, la sociedad opina, la sociedad quiere formar parte de la toma de decisiones y quiere aportar ideas:?¡°La apuesta clara por energ¨ªas renovables comunitarias, un cambio de sistema basado en un consumo justo, responsable y local, o la agroecolog¨ªa son algunas de las soluciones que contin¨²an expandi¨¦ndose por el mundo entero de la mano de iniciativas ciudadanas", destacaba Alejandro Gonz¨¢lez, responsable de Amigos de la Tierra. ¡°Ser¨¢n las personas quienes escribir¨¢n la historia, no los pol¨ªticos¡±, es el lema de su organizaci¨®n, un eslogan que describe el sentimiento de cientos de miles de ciudadanos pendientes del futuro del planeta. De su planeta.
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