Reescribir la historia del futuro de Europa
Ninguna alianza, imperio ni comunidad ha durado eternamente. La Uni¨®n Europea est¨¢ mal, pero para evitar que empeore debemos transmitir a las nuevas generaciones nuestro pasado de guerras, ocupaci¨®n, Holocausto y dictaduras fascistas
Extracto de la Historia de Europa Moderna publicada por Oxford en 2045: ¡°El comienzo de 2005 se?ala el apogeo de lo que se llam¨® el proyecto europeo. La primavera anterior, 10 pa¨ªses de Europa central y del este entraron en la UE, que se convirti¨® en la mayor comunidad de democracias de la historia europea. Exist¨ªa una propuesta de Constituci¨®n europea. La moneda ¨²nica, el euro, parec¨ªa s¨®lida, y pa¨ªses como Espa?a, Portugal y Grecia se aproximaban cada vez m¨¢s a Alemania, Francia, B¨¦lgica y Holanda. Hab¨ªa sensaci¨®n de progreso y optimismo. Se dec¨ªa que Europa marcaba el camino como sistema regulado de orden internacional y con su modelo social. En Pek¨ªn, la UE parec¨ªa uno de los ejes posibles de un mundo multipolar que se opusiera al monopolar de George W. Bush. El estallido de una revoluci¨®n naranja proeuropea en Ucrania convenci¨® al presidente ruso, Vladimir Putin, de que la Uni¨®n, aparentemente blanda y posmoderna, era un peligro para su poder. Incluso el esc¨¦ptico historiador Tony Judt escribi¨® en su historia de la posguerra, publicada ese a?o: ¡°Tal vez el siglo XXI pertenezca a Europa¡±.
Los a?os posteriores, sin embargo, demostraron que aquellos eran delirios de grandeza. La espiral, que empez¨® con el rechazo de la Constituci¨®n europea en los referendos de Francia y Holanda, y sigui¨® con la crisis de la mal concebida eurozona, la anexi¨®n rusa de partes de Ucrania, atentados terroristas islamistas, un refer¨¦ndum brit¨¢nico sobre la salida de la UE, millones de refugiados que hu¨ªan de la guerra en Oriente Pr¨®ximo y la pobreza en ?frica, y el r¨¢pido crecimiento de los partidos euroesc¨¦pticos y xen¨®fobos, dej¨® a los l¨ªderes europeos tambale¨¢ndose.
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Por desgracia, los dirigentes de la UE que celebraron una de sus innumerables cumbres en Bruselas en diciembre de 2015 no supieron reconocer la hondura de su crisis existencial, ni mucho menos encontrar soluciones para el desencanto creciente de sus pueblos. La UE no se derrumb¨® de pronto igual que el Imperio Romano, como hab¨ªa sugerido un historiador, ni las hordas b¨¢rbaras ocuparon los palacios de Bruselas. Su declive se pareci¨® m¨¢s al del Sacro Imperio Romano: conserv¨® sus tratados, ceremonias e instituciones, pero cada vez m¨¢s vac¨ªos y carentes de significado. Por eso la decisi¨®n oficial de disolver la Uni¨®n Europea en 2043 no fue sino el reconocimiento tard¨ªo de lo que ya era una realidad pol¨ªtica¡±.
Nadie conoce el futuro. Lo anterior no es inevitable. Pero, de continuar la tendencia actual, es una perspectiva muy veros¨ªmil. Y una perspectiva que debemos evitar como sea. Winston Churchill dijo que la democracia es la peor forma posible de gobierno, excepto por todas las dem¨¢s. Ninguna alianza, imperio ni comunidad ha durado eternamente en Europa, pero deber¨ªamos querer que esta dure lo m¨¢ximo posible.
En un mundo de gigantes, los pa¨ªses necesitan una dimensi¨®n que s¨®lo la Uni¨®n puede darles
Muchos miembros de la clase dirigente europea pensar¨¢n que esta visi¨®n es demasiado pesimista, incluso derrotista. Algunos me acusar¨¢n de expresar ¡°un punto de vista muy brit¨¢nico¡±, de encarnar inconscientemente uno de esos prejuicios nacionales que dicen estar derrotando. (Para crear un hogar europeo com¨²n, debemos reconocernos unos a otros como europeos de forma individual, no en funci¨®n de nuestro pasaporte ni de la pol¨ªtica de nuestros gobiernos actuales).
Sin embargo, este realismo pesimista es una base m¨¢s s¨®lida sobre la que reconstruir el vacilante proyecto europeo que la interpretaci¨®n progresista de la historia (¡°siempre adelante, siempre mejores, siempre m¨¢s unidos¡±) y las vanas ilusiones que caracterizan gran parte del discurso europe¨ªsta. Europa est¨¢ mal, y para que empiece a curarse hay que reconocer la gravedad de la enfermedad, no negarla. Nos enfrentamos a muchos problemas ¡ªrefugiados, xenofobia, eurozona, Ucrania, la posible salida de Reino Unido¡ª para los que no existen soluciones globales, sino s¨®lo arreglos parciales que nos permitan continuar. Este no es el momento de hacer grandes planes. Oigo una y otra vez a colegas europeos que recuperan cierta versi¨®n de la idea de una Europa de varias velocidades, con un n¨²cleo de pa¨ªses en cabeza y otros pa¨ªses que vayan detr¨¢s o, si prefieren no seguirlos, permanezcan en las zonas exteriores de dos o m¨¢s c¨ªrculos conc¨¦ntricos. No est¨¢ sucediendo ni va a suceder.
Rechazar la ret¨®rica grandilocuente de una visi¨®n progresista no significa quedarse en un pragmatismo ad hoc ni en lo que la revista alemana Der Spiegel llam¨® en una ocasi¨®n Die Philosophie des Durchmuddelns (La filosof¨ªa de arregl¨¢rselas como se pueda). Existen dos hilos que unen todos los retales de esta colcha: el de un nuevo futuro y el de un pasado que puede volver para atormentarnos.
Solo hay arreglos parciales para abordar la crisis de los refugiados, la eurozona o la xenofobia
Con el ascenso de potencias como China, India y Brasil, Europa y Occidente en general han dejado de marcar el paso. En este mundo de gigantes, los pa¨ªses europeos necesitan una dimensi¨®n que s¨®lo la Uni¨®n puede darles. Este es un argumento convincente desde el punto de vista intelectual, pero con escaso atractivo emocional, sobre todo para un joven espa?ol en el paro o un franc¨¦s de provincias que tiene la sensaci¨®n de que su pa¨ªs se ha vuelto irreconocible.
El segundo hilo es el pasado europeo que puede regresar. Abundan cada vez m¨¢s determinados hechos que nos remiten a la barbarie del siglo XX en Europa. La guerra en Ucrania. Los profesionales de clase media obligados a ir a comedores sociales en Atenas. El terror en las calles de Par¨ªs. Un ni?o refugiado muerto en una playa del Mediterr¨¢neo. Antisemitismo, racismo y manifestaciones de prejuicios contra los musulmanes que avergonzar¨ªan a Donald Trump (si eso fuera posible). Seguimos considerando que estos sucesos son excepciones, pero ?y si se convierten en la norma?
El proyecto de comunidad pol¨ªtica europea es especial porque su enemigo, el otro que define su identidad, es su propio pasado. Durante tres generaciones, los recuerdos personales de la guerra, la ocupaci¨®n, el Holocausto y las dictaduras fascistas y comunistas fueron el principal motivo para apoyar la integraci¨®n europea. Ahora que los j¨®venes, en general, ya no tienen esos recuerdos, necesitamos m¨¢s que nunca esa memoria colectiva que llamamos historia. Para evitar un futuro peor, debemos transmitir a las nuevas generaciones nuestro mal pasado, que quiz¨¢ est¨¦ volviendo con un rostro nuevo y viejo a la vez. Como escribi¨® Bertolt Brecht: ¡°Todav¨ªa es f¨¦rtil el ¨²tero del que surgi¨® esta bestia¡±.
A¨²n hay tiempo para reescribir la Historia de la Europa Moderna publicada por Oxford en 2045, pero no podemos esperar hasta 2045 para hacerlo.
Timothy Garton Ash es profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige el proyecto freespeechdebate.com project, e investigador titular en la Hoover Institution, Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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