Chicas Bond
Ha vuelto James Bond y con ¨¦l la antigua liturgia del mea culpa. En esta ocasi¨®n, su protagonista hace como que se desmarca de algunos rasgos del personaje poco acordes con su forma de pensar y, sobre todo, poco acordes con el esp¨ªritu de los tiempos, en especial de una presunta misoginia basada en el hecho de que a nuestro h¨¦roe le gustan las mujeres y sabe c¨®mo hacerse corresponder, pero no es constante en sus afectos. Sin prestar la menor atenci¨®n a la exculpaci¨®n, y como parte de la campa?a publicitaria que precede a cada nueva entrega, las televisiones de todo el mundo reponen la larga serie de pel¨ªculas del mismo personaje, encarnado por un verdadero batall¨®n de actores, todos los cuales, en su d¨ªa, expresaron el m¨¢ximo respeto por las mujeres, por m¨¢s que en la pantalla el guion les obligase a parecer lo contrario.
En mi opini¨®n, el argumento no est¨¢ bien planteado. A decir verdad, las viejas pel¨ªculas de James Bond han resistido bastante mal el paso del tiempo. Al margen del encanto personal y la competencia profesional de los sucesivos actores, James Bond no llega a ser un personaje entra?able. Da la impresi¨®n de haber sido creado, all¨¢ por la d¨¦cada de lo sesenta, como parte de una operaci¨®n comercial encaminada a potenciar el glamour de lo brit¨¢nico en un momento en que el Imperio entraba en fase de derribo. No todos los productos encaminados a convertir en merchandising la idiosincrasia y la tradici¨®n brit¨¢nicas fueron una falsificaci¨®n, pero en muchos casos, como en el de Bond, se nota demasiado el esfuerzo por llegar a un p¨²blico poco estricto a la hora de comprar. Basta comparar a este agente serial con su compatriota Sherlock Holmes para advertir la diferencia. La humanidad del uno, salido de la imaginaci¨®n de un escritor, y la artificialidad del otro, manufacturado en una empresa publicitaria. Por decirlo en otros t¨¦rminos, el cari?o con que uno fue concebido y el otro no. Hoy en d¨ªa una pel¨ªcula antigua de James Bond es un producto televisivo de domingo por la tarde que se aguanta por pura desidia. La trama es inconsistente y en general incomprensible, los malos no tienen gracia, el humor achulado y previsible del protagonista es impostado y el dandismo se ha vuelto hortera. De toda esta hecatombe, lo ¨²nico que se aguanta son las chicas.
Mientras el resto resulta acartonado, las chicas Bond resultan frescas en todos los sentidos del t¨¦rmino. La t¨ªpica chica Bond es guapa, segura de s¨ª misma, inteligente y m¨¢s mala que la ti?a, pero siempre est¨¢ dispuesta a cambiar de ideolog¨ªa, de moral y de bando por un polvo. Y en un mundo regido por ideolog¨ªas huecas, intereses mezquinos, vanidad, resentimiento y codicia, moverse por este tipo de impulsos me parece tan honesto como sensato. Por esta raz¨®n, y en contra de lo que se dice, ellas permanecen, a pesar de los horribles peinados, las pesta?as postizas y el maquillaje de emplasto, mientras el gal¨¢n que las sedujo queda como un figur¨ªn de usar y tirar. Pero la culpa del malentendido no la tiene James Bond, ni siquiera el MI6, sino los efectos secundarios del feminismo de manual.
Para empezar, porque se empe?a en equiparar mujeriego a mis¨®gino, lo cual, a mi juicio, es completamente err¨®neo e induce a confusi¨®n. En segundo lugar, y eso es a¨²n m¨¢s importante, porque el feminismo, como toda revoluci¨®n, pretende hacer tabla rasa y cancelar el pasado, y esto le lleva a representar a la mujer antes de que el movimiento iniciara su andadura, como un ser sin atributos, lo cual, adem¨¢s de err¨®neo y equ¨ªvoco, es muy injusto. Las mujeres han padecido una situaci¨®n de sometimiento en muchos terrenos fundamentales: jur¨ªdico, econ¨®mico, pol¨ªtico, social y un largo etc¨¦tera. A todo ello las mujeres han tenido que adaptarse. Pero nada de eso supone una merma de su capacidad como seres humanos. Seguramente 007 ha de rendir muchas cuentas, pero en ning¨²n caso debe arrepentirse de sus haza?as er¨®ticas, porque eso supone una actitud condescendiente para la que no tiene licencia.
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