2016: C¨®mo aprovechar un buen a?o
Espa?a solo aborda reformas cuando la situaci¨®n econ¨®mica es mala. Deber¨ªamos romper esa maldici¨®n de desperdiciar siempre las coyunturas favorables y emprender cambios para conseguir un mayor bienestar

Como se esperaba, 2015 fue un buen a?o desde el punto de vista de la coyuntura econ¨®mica. Despu¨¦s de cinco a?os del brutal pero efectivo ajuste que se inici¨® en el a?o 2009, la econom¨ªa espa?ola empez¨® a crecer en 2014 y los resultados del ajuste se hicieron m¨¢s patentes con las notables cifras de crecimiento y aumento de empleo del a?o pasado.
Algunas pol¨ªticas de los dos ¨²ltimos Gobiernos han ayudado a conseguir estos resultados. Por ejemplo, las reformas de las pensiones, las reducciones de gasto y los aumentos de impuestos. O la reestructuraci¨®n del sector bancario acordada por los dos grandes partidos y ejecutada por el FROB y el Banco de Espa?a. Incluso las reformas laborales, aunque poco efectivas e insuficientes, mejoraron la confianza empresarial.
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No obstante, el cambio en la coyuntura ha sido, sobre todo, el fruto de un intenso y prolongado ajuste que han hecho ¡ªo sufrido¡ª los agentes econ¨®micos sin la intervenci¨®n de los Gobiernos. Durante esos cinco a?os se produjo una masiva expulsi¨®n de trabajadores de los sectores menos productivos como el inmobiliario, y una potenciaci¨®n de los sectores exportadores. Los costes sociales de esta reasignaci¨®n de factores productivos han sido ingentes, pero han generado unas ganancias de competitividad que han sido claves para que se produjera el cambio c¨ªclico.
El fuerte desendeudamiento del sector privado ha sido otro factor que ha favorecido el inicio de la recuperaci¨®n. Por su parte, las actuaciones del Banco Central Europeo han logrado un cambio espectacular en las condiciones financieras que ha sido decisivo para que pudiera iniciarse la fase expansiva. Y no olvidemos la suerte, que nos trajo el derrumbe de los precios de petr¨®leo.
Todos estos factores siguen todav¨ªa desplegando sus efectos positivos, por lo que 2016 deber¨¢ ser otro buen a?o, con un crecimiento del PIB parecido al de 2015 y con otro medio mill¨®n de empleos m¨¢s. Solo veremos alguna desaceleraci¨®n cuando desaparezca el efecto expansivo de las medidas fiscales electoralistas. Tambi¨¦n podr¨ªa reducirse el crecimiento previsto si la desaceleraci¨®n de los pa¨ªses emergentes acaba siendo m¨¢s fuerte que la esperada.
Si dejamos a un lado la coyuntura y nos fijamos en el medio plazo, esto es, en las pol¨ªticas necesarias para hacer m¨¢s sostenible el crecimiento, la previsi¨®n de lo que podemos esperar del 2016 no es tan optimista. Durante la crisis, los a?os de las reformas dif¨ªciles se concentraron en el bienio 2010-2011 del Gobierno de Zapatero y en los a?os 2012-2013 del de Rajoy. Sin embargo, en cuanto mejor¨® la coyuntura no se ha hecho ninguna reforma de la intensidad de las realizadas aquellos a?os. Y 2016 podr¨ªa ser el tercer a?o sin reformas significativas.
El nuevo Gobierno tendr¨¢ que apretarse el cintur¨®n para cumplir los compromisos de la UE
Existe una ley inexorable seg¨²n la cual los Gobiernos espa?oles solo reforman cuando la situaci¨®n econ¨®mica es mala. Como si los dioses nos hubieran dicho: ¡°Os enviar¨¦ a?os buenos, pero sabed que entonces vuestros Gobiernos dejar¨¢n de reformar¡±. As¨ª, los Pactos de la Moncloa bajo la UCD y el profundo proceso de liberalizaci¨®n y reestructuraci¨®n de la econom¨ªa espa?ola del trienio 1983-1985 bajo Felipe Gonz¨¢lez se emprendieron antes de que se iniciara la fase expansiva de la segunda mitad de los ochenta. Lo mismo se puede decir de las rigurosas medidas adoptadas antes de la expansi¨®n que comenz¨® en 1994 o las mencionadas de los Gobiernos de Zapatero y Rajoy, acometidas en los a?os m¨¢s duros de esta crisis.
Los a?os buenos no solo paralizan el esp¨ªritu reformador sino que, como ha sucedido el a?o pasado, los Gobiernos pueden ir hacia atr¨¢s. Los analistas calculan que sin los regalos fiscales electorales el d¨¦ficit p¨²blico podr¨ªa haber cerrado el a?o con un -3,9% del PIB. Desgraciadamente, el d¨¦ficit final de 2015 se acercar¨¢ m¨¢s al 5% que al 4% con lo cual el nuevo Gobierno no solo tendr¨¢ que apretarse el cintur¨®n para cumplir con los compromisos comunitarios sino que, incluso si consigue suavizarlos, deber¨¢ aumentar m¨¢s los recortes y los impuestos para compensar las alegr¨ªas de los comicios.
Deber¨ªamos romper esa maldici¨®n de desperdiciar siempre las coyunturas favorables y negarnos a aceptar pasivamente que 2016 sea un tercer a?o sin reformas, porque son muchas las que debemos emprender si queremos alcanzar un mayor bienestar y distribuirlo mejor. El mero an¨¢lisis de la composici¨®n del crecimiento actual nos indica que no es sostenible durante mucho tiempo. Est¨¢ basado en la demanda nacional y fundamentalmente en la demanda de consumo. La espectacular mejora de la balanza corriente que se produjo desde 2009 hasta 2013 se detuvo despu¨¦s y no ha mejorado nada en los dos ¨²ltimos a?os. La contribuci¨®n del sector exterior al crecimiento ha sido negativa en 2015 por segundo a?o consecutivo y se espera que vuelva a ser negativa en 2016.
Los efectos negativos de la deuda han quedado anestesiados por los reducidos tipos de inter¨¦s
Hay que aprovechar que la mayor¨ªa de los partidos que han concurrido a las elecciones han proclamado la necesidad de que nuestro crecimiento cambie de estructura y se base m¨¢s en aumentar la productividad de los trabajadores y en alcanzar una tasa de ocupaci¨®n similar a la de los pa¨ªses europeos m¨¢s desarrollados. Para ello hay que aprender de lo que estos han hecho en las ¨²ltimas d¨¦cadas y avanzar en la denominada ¡°flexiguridad¡± y en otras muchas pol¨ªticas que han demostrado ser eficaces para conseguir tasas de paro m¨¢s bajas y salarios m¨¢s altos.
Estas reformas hay que emprenderlas cuanto antes porque algunos de los factores que est¨¢n impulsando la actual bonanza desaparecer¨¢n inevitablemente. El caso m¨¢s evidente es el de las pol¨ªticas practicadas por el Banco Central Europeo desde 2012. No solo han creado unas condiciones financieras excepcionalmente favorables para el sector privado sino que han permitido que el Gobierno pudiera aumentar la deuda p¨²blica hasta niveles gigantescos sin que los espa?oles se dieran cuenta. Los efectos negativos de esa colosal acumulaci¨®n de deuda han quedado anestesiados por los muy reducidos tipos de inter¨¦s actuales.
Pero alg¨²n d¨ªa el Estado espa?ol tendr¨¢ que pagar tipos de inter¨¦s normales y entonces nos enteraremos de lo que cuesta financiar y devolver una deuda p¨²blica que ha alcanzado el 100% del PIB y, en particular, se sufrir¨¢n sus efectos contractivos sobre el crecimiento. Ahora es el momento de evitar que, cuando se normalicen los mercados financieros, lo ¨²nico que nos quede sea lamentarnos por haber perdido estos a?os buenos.
Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez fue gobernador del Banco de Espa?a
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