Herramientas para abandonar la calle
Arte, deporte y di¨¢logo para ofrecer un futuro a los ni?os de la calle de Dagoretti, un slum de Nairobi
Al pie de las colinas Ngong, donde Karen Blixen, la autora de Memorias de ?frica, tuvo su granja, se levanta hoy el barrio de Karen, uno de los m¨¢s lujosos de Nairobi. Hacia ¨¦l lleva la ronda sur, una nueva circunvalaci¨®n de la capital de Kenia. Al salir de ella hay que girar a la izquierda; sin embargo, si el conductor tuerce a la derecha, tras cruzar por debajo de la autov¨ªa, se encontrar¨¢ con un cartel gigante que le invita a disfrutar de una Tusker, la cerveza m¨¢s popular del pa¨ªs, bien fr¨ªa. Entonces sabr¨¢ que se encuentra en el mercado de Dagoretti, donde se concentra la mayor¨ªa de los mataderos que suplen a Nairobi de carne.
La vista se pierde en una inmensidad de chabolas construidas con todo tipo de materiales. Una infinidad de puestos callejeros, donde se venden todo tipo de mercanc¨ªas, delimitan unas calles sin asfaltar llenas de basura y de ni?os. En medio de ese caos despuntan enormes edificios de hormig¨®n, son iglesias pertenecientes a todas las denominaciones cristianas imaginables.
Dagoretti es uno de los muchos suburbios o slums de Nairobi y padece todas las carencias y males de esos barrios. Uno de ellos es el de los ni?os de la calle o en riesgo de exclusi¨®n social ya que la situaci¨®n econ¨®mica de sus progenitores no da para satisfacer sus necesidades b¨¢sicas.
John, de 12 a?os, es uno de ellos y quiere saber si en Europa la polic¨ªa pega a los ni?os que duermen en la calle, como le sucede a ¨¦l de vez en cuando. Recostado en un pupitre, cubierto con gorro de lana y con los ojos medio cerrados, espera la respuesta. Sus compa?eros levantan las cabezas de los bancos y le miran, alguno coge un libro y lo abre, otros vuelven a su posici¨®n anterior. Un par de ellos duermen en uno de los rincones de la sala, tirados en el suelo.
Divas Designers
Mary cose a m¨¢quina retales de colores mientras Anna ense?a a Esther, Maggie y Ruth a hacer dise?os con cuentas. En medio asoma el peque?o Kimansi, con un gorro rosa y amarillo, agarrado a la silla de su madre. Todas son madres adolescentes que reciben formaci¨®n en el Child in Need Project de Amref. Estas cinco son las m¨¢s madrugadoras. Lentamente se incorporan otras compa?eras, algunas con sus hijos. ¡°As¨ª nos aseguramos de que los ni?os al menos hacen una comida decente al d¨ªa¡±, comenta Nancy Siroga, directora del centro. ¡°Si los dejan con las abuelas, no estamos seguras de que eso suceda¡±.
Las chicas aprenden all¨ª el oficio de costurera para luego empezar a trabajar, pues el centro tiene un contrato con una empresa local que les hace pedidos de costura. Ellas mismas se han dado el nombre de Divas Disigners, escrito en una de las pizarras del taller en letras grandes, aunque con alguna consonante de m¨¢s.
Muchas han sido ni?as de la calle y otras provienen de hogares muy vulnerables. Lo que une a todas es ser madres adolescentes. En este centro encuentran una salida laboral que les permitir¨¢ ganarse la vida y cuidar de sus hijos sin tener que recurrir a la prostituci¨®n u otras actividades similares.
¡°Estos chicos son los ¨²ltimos incorporados al programa, est¨¢n empezando, todav¨ªa duermen en la calle y siguen usando pegamento para drogarse¡±, comenta Nancy Siraga, directora del Dagoretti Child in Need Project (Proyecto para ni?os necesitados de Dagoretti) que Amref Health Africa implementa desde 2001.
Varios trabajadores sociales utilizan el f¨²tbol y el cine para atraer a los ni?os de la calle y empezar un di¨¢logo con ellos que les convenza para unirse al programa. Las primeras semanas son de adaptaci¨®n al centro hasta que poco a poco van dando los pasos que les alejen de las calles. Reciben comida y algo de ropa y empiezan a hablar con los trabajadores sociales y psic¨®logos, pero por la tarde vuelven a las calles. Nadie duerme en el centro. John y sus amigos est¨¢n en esta primera fase.
Este proyecto es un modelo comunitario que acoge a ni?os de la calle o en situaci¨®n de vulnerabilidad. Se basa en lo que se conoce como las cuatro erres: Rescate, Rehabilitaci¨®n, Resocializaci¨®n y Reintegraci¨®n. Tiene una media de 180 menores a los que ayuda a integrarse en el sistema escolar o a iniciar programas de formaci¨®n profesional. Los ni?os acuden al centro diariamente y reciben formaci¨®n, alimentos, atenci¨®n m¨¦dica y asesoramiento psicol¨®gico. Amref tambi¨¦n busca a las familias y media con ellas para que el menor vuelva a ser aceptado. Cuando esto no es posible, se buscan tutores adecuados dentro de la comunidad.
Sharon, de 14 a?os, est¨¢ en otra sala; lleva m¨¢s tiempo acudiendo al centro. Las puntas de sus trenzas sin acabar forman una cresta sobre su cabeza. En un cuaderno escribe una lista de palabras. Est¨¢ prepar¨¢ndose para volver al colegio cuando empiece el nuevo curso escolar, en enero. Comenta que lo que m¨¢s le gusta es hacer teatro.
El programa utiliza la m¨²sica, las artes pl¨¢sticas, el teatro, la fotograf¨ªa o el v¨ªdeo para motivar a los chicos y chicas a sacar lo mejor de ellos y reconducirlos hacia la educaci¨®n formal o la formaci¨®n profesional. "Los chavales, adem¨¢s de aprender a usar las c¨¢maras y los micr¨®fonos, utilizan esta herramienta para contar sus historias. Tambi¨¦n es un medio de financiaci¨®n para el programa", explica?Jackson Ogonda, el profesor de audiovisuales, mientras edita un v¨ªdeo en su taller. Algunas ONG les contratan para filmar actividades o hacer reportajes sobre sus actividades.
Patrick Macharia y Elizabeth Sande, protagonistas de una de las ¨²ltimas producciones del proyecto, Child4Hire, fueron nominados a los premios Kalasha de cine keniano 2015, por su interpretaci¨®n. La pel¨ªcula, dirigida por un antiguo beneficiario del centro, Peter Gitau, cuenta la historia de una hu¨¦rfana de 12 a?os que vive en la calle.
Victor presume de cantar y bailar muy bien y le gustar¨ªa dedicarse a ello profesionalmente. Est¨¢ en el grupo de los mayores. En la clase de estos todos est¨¢n sentados alrededor de la habitaci¨®n. En medio del cuadrado hay un tablero de ajedrez con una partida reci¨¦n empezada. Es viernes, d¨ªa de asamblea y revisi¨®n del programa. 13 chicos y una chica discuten entre ellos sobre la vida en las calles, sexo, como cambiar el estilo de vida, las peleas callejeras¡ Todos se preparan para empezar cursos de formaci¨®n profesional en enero. Simon quiere aprender a soldar para ¡°tener un futuro mejor¡± y Elizabeth quiere estudiar peluquer¨ªa y belleza porque le gusta, por eso se viste lo mejor que puede y ensaya peinados con ella misma.
Tras la reuni¨®n dos de los chavales reanudan la partida de ajedrez, otro coge una guitarra y comienza a ensayar, est¨¢ aprendiendo a tocarla, el resto sale de clase. Es tiempo de recreo. Los patios del centro se llenan de chicos y chicas que charlan amigablemente o que juegan con aros, algunos ense?an a los hijos de las madres adolescentes que aprenden costura en uno de los talleres, y un grupo de los m¨¢s peque?os utilizan unas rocas del jard¨ªn para simular que conducen en un coche.
Salvado por la m¨²sica
Kevin naci¨® y creci¨® en Dagoretti. Su familia no pod¨ªa pagarle la escuela y ni siquiera alimentarle; por eso se pasaba el d¨ªa en la calle. All¨ª lo encontraron los trabajadores sociales, que le convencieron de que acudiera al centro de Amref. Fue de mala gana, pero al menos podr¨ªa comer un par de veces al d¨ªa, ¡°por eso merec¨ªa la pena probar¡±, cuenta. All¨ª descubri¨® la m¨²sica.
Empez¨® a aprender guitarra con la ayuda de uno de los trabajadores sociales, Samuel Navutayi, que afirma que gracias a Kevin descubri¨® que la m¨²sica puede ser una buena terapia para ayudar a los ni?os de la calle. Desde entonces dedica un par de horas al d¨ªa a ense?ar a otros chavales. ¡°Cuando ven¨ªa al centro me olvidaba de todo, la m¨²sica es terapia. Gracias a ella y a la ayuda de Amref pude ir a la escuela y terminar la educaci¨®n secundaria. Luego fui a una academia de m¨²sica donde complet¨¦ mi formaci¨®n¡±, asegura hoy Kevin.
Ahora, Kevin vive de escribir m¨²sica y de alguna actuaci¨®n y todos los d¨ªas ense?a m¨²sica en el centro. ¡°Utilizamos objetos de reciclaje para tocar: bidones, tuber¨ªas de pl¨¢stico, tapaderas¡ Incluso cuando actuamos, los vestidos est¨¢n hechos de material reciclado¡±, explica.
¡°Ya son cinco generaciones de ni?os y ni?as que han pasado por aqu¨ª y se han salvado gracias, entre otras cosas, a la m¨²sica¡±, apostilla Samuel.
Kevin y Samuel han compuesto los temas para un CD. Son canciones que hablan de lo cotidiano de sus vidas. Todos los d¨ªas, cuando terminan las clases con los chavales, se encierran en la sala de m¨²sica para componer y ensayar hasta que consigan el dinero necesario para llevar a cabo su sue?o.
Reeducando a los padres
Muli es el padre de uno de los chicos que se beneficia del proyecto de Amref. Ahora trabaja en la granja que tiene el centro en la que, adem¨¢s de producir productos para la alimentaci¨®n de los ni?os, se imparten talleres para los progenitores con el fin de que puedan encontrar una fuente alternativa para generar ingresos y alimentar a sus familias. ¡°Es tambi¨¦n una forma de educar a los padres a ser responsables de sus hijos al ayudarles a generar ingresos¡±, sostiene la directora del proyecto.
El centro colabora con el Ministerio de Agricultura y experimenta con nuevas t¨¦cnicas de producci¨®n agr¨ªcola que necesitan menos terreno y agua para facilitar que, en el poco espacio libre que hay en Dagoretti, las familias puedan cultivar un huerto. Por ejemplo, en una zona de la granja se ven grandes bolsas de pl¨¢stico de las que salen, a trav¨¦s de agujeros practicados en los laterales, las hojas de tub¨¦rculos comestibles.
Tres grupos formados por miembros de la comunidad y otro de j¨®venes tambi¨¦n se turnan en las clases. Asimismo, se visitan los colegios p¨²blicos de la zona para ense?ar estas nuevas t¨¦cnicas. Es una forma de ofrecer alternativas a la comunidad para que esta cuide de sus propios ni?os.
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