La noche
La primera novela de Celine dej¨® consternada a la derecha y seducida a la izquierda
En el Viaje al fin de la noche, C¨¦line (otro sin honores) pronuncia tres palabras del escudo de armas de los Rodr¨ªguez-Calaza y Churruchao de Deza: ¡°Mentir, follar, morir. Todo lo que se le¨ªa, tragaba, chupaba, admiraba, proclamaba, refutaba, defend¨ªa, todo eso no eran sino fantasmas odiosos, falsificaciones y mascaradas. Hasta los traidores eran falsos¡±. ¡°Un mundo as¨ª es para echarse a llorar¡±, escribi¨® Vila-Matas en El traje de los domingos. El escritor recuerda que ese libro, su primera obra, dej¨® consternada a la derecha y seducida a la izquierda, que lo tradujo inmediatamente en la Uni¨®n Sovi¨¦tica: Trotski le hizo un estudio cr¨ªtico y Sartre lo tom¨® como modelo. Ten¨ªan buen ojo los dos. ¡°Os lo digo, infelices, jodidos de la vida, vencidos, desollados, siempre empapados de sudor; os lo advierto: cuando los grandes de este mundo empiezan a amaros es porque van a convertiros en carne de ca?¨®n¡±, escribe el franc¨¦s en el libro. Hay otro, m¨¢s humano, m¨¢s infantil, que C¨¦line escribe encerrado: Cartas de la c¨¢rcel. El nazi C¨¦line, el predestinado. No para de gritar, poni¨¦ndolo todo perdido de exclamaciones y subrayados. Pide un ¡°favor sublime¡±: que le env¨ªen a Espa?a. ¡°Parece que all¨ª est¨¢n dispuestos a recibirme¡±. Pero Francia no est¨¢ por la labor. C¨¦line y los la¨ªnes, pienso. A su mujer la llama ¡°queridita¡±. Hastiado, dice que s¨®lo cree en los barrotes y se atiene al odio propio, que es el ¨²nico que no se deja enga?ar. Su agon¨ªa es la de un perro viejo al que los meses en la c¨¢rcel oprimen el est¨®mago: ¡°Vomitar¨ªa de paciencia¡±. Escupe a un lado y a otro mientras enumera a los favoritos que pasaron la prueba del algod¨®n del nazismo. ¡°Mira en Francia: incluso Les lettres fran?aises (tan comunistas) consideran a La Varende encantador, al fin y al cabo, con mucho estilo, ¨¦l, que daba conferencias para la Kommandantur en Rouen, ?y as¨ª lo escriben! Y se lo perdonan. Es un rico propietario¡±. En una c¨¢rcel danesa sin saber dan¨¦s, como se mata en explicar, C¨¦line se preocupa de su queridita Lucette, intercede por ella y ya casi al final se desespera insistiendo: ¡°Yo nunca fui nazi. Soy pacifista y nada m¨¢s. Fui antisemita por pacifismo¡±. Era el 26 de diciembre de 1945. Medio a?o despu¨¦s, el 26 de julio, estalla: ¡°Los jud¨ªos hacen saltar a los ingleses en Palestina, tienen mucha raz¨®n. ?Vivan los jud¨ªos! Nadie puede sustituirlos. Cuanto m¨¢s tiempo pasa, m¨¢s los respeto y los amo. Hay 500 millones de arios en Europa, ?se ha alzado uno solo para que me liberen? La pr¨®xima vez que quiera sacrificarme lo har¨¦ por los jud¨ªos¡±.
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