Los ni?os sin techo
En Cochabamba, unos 1.800 menores viven en la calle. Llegan all¨ª empujados por situaciones insostenibles de violencia intrafamiliar, abandono paterno, abusos sexuales...
Son las cinco de la tarde y, como cada mi¨¦rcoles, ?ngela y Yahaira, educadora y trabajadora social de Casa San Jos¨¦, salen hacia Quillacollo. Esta vez las acompa?o para conocer de primera mano su trabajo. Cada dos noches un equipo de dos profesionales sale a identificar ni?os que viven en las calles de Bolivia buscando lo que a ellos se les antoja un futuro mejor.
Quillacollo es un municipio del cintur¨®n urbano de la ciudad de Cochabamba, que ha crecido de forma desordenada. Con mucha inmigraci¨®n proveniente de la zona andina, es un hervidero de gente que va y viene de su famoso mercado, coraz¨®n econ¨®mico de la ciudad.
Llegamos a la zona donde salen los autobuses y all¨ª ?ngela se desenvuelve con la soltura que da haber crecido en este caos que una no acaba de entender. Gente que va y viene a toda prisa y en medio ni?os que ejercen oficios de adultos. Ni?os invisibles a los ojos de los adultos que pasan por su lado sin inmutarse, como si fuera normal su situaci¨®n. Algunos limpian botas, otros acomodan a los pasajeros de las camionetas que sirven de autobuses, o simplemente mendigan o limpian parabrisas en los sem¨¢foros a cambio de unas monedas. Estamos buscando a Erick, un peque?o de 10 a?os al que conocieron hace un par de d¨ªas.
Vive en la calle desde hace una semana, abandon¨® su casa por los golpes que le propinaba su padrastro y ahora se busca la vida entre los sem¨¢foros de la ciudad. Le encontramos en medio del mercado, triste y cabizbajo en una esquina. No quiere hablar con nosotras pero ?ngela se encarga de contarle de nuevo que en Casa San Jos¨¦ se acoge a ni?os que viven en la calle y que quieren salir a delante y reconducir su corta vida. Despu¨¦s de darle las se?as de la Casa seguimos nuestro camino en b¨²squeda de m¨¢s ni?os y ni?as en su misma situaci¨®n.
Se calcula que s¨®lo en Cochabamba 1.800 menores viven en la calle. Salen empujados por situaciones insostenibles de violencia intrafamiliar, por el abandono de los padres que realizan largas jornadas de trabajo y no mitigan el vac¨ªo de su ausencia, por abusos sexuales en el seno familiar, por la atracci¨®n de lo que consideran una vida f¨¢cil. Les atrae la falsa promesa de libertad realizada por sus amigos, que ya est¨¢n en esa situaci¨®n. En la mayor¨ªa de los casos la causa que subyace es la pobreza extrema, el desarraigo que provoca la emigraci¨®n a las grandes ciudades y la ausencia de un sistema de protecci¨®n social que identifique los casos m¨¢s vulnerables y proponga medidas para mejorar su situaci¨®n.
La causa que subyace es la pobreza extrema, el desarraigo que provoca la emigraci¨®n a las grandes ciudades y la ausencia de un sistema de protecci¨®n social
Los ni?os y ni?as de la calle son un problema invisible, no hay estad¨ªsticas certeras ni un enfoque integral que ataque las causas desde su ra¨ªz.
El equipo de Casa San Jos¨¦ sabe muy bien de las ra¨ªces del problema, y de c¨®mo deber¨ªa atajarse. Me cuentan que faltan observatorios de la infancia en cada uno de los barrios y ciudades. Coordinados entre s¨ª m¨¦dicos, enfermeras, profesores y trabajadores sociales podr¨ªan identificar los n¨²cleos familiares d¨®nde se gestan los ni?os y ni?as de la calle y tratar los problemas antes de que salgan de sus casas y se enfrenten al oscuro mundo donde acaban siendo v¨ªctimas de maltrato f¨ªsico y de abusos sexuales y psicol¨®gicos. All¨ª malviven robando, mendigando e inhalando clefa (pegamento) para olvidar.
Casa San Jos¨¦ apuesta por la reinserci¨®n familiar, por buscar a los parientes de los ni?os y tratar de encontrar soluciones de forma conjunta entre los padres, los ni?os y el equipo de psic¨®logas y educadoras. Cuando eso no es posible se recurre a la familia extendida: t¨ªos, abuelos, hermanos mayores¡ un n¨²cleo cercano al ni?o que le proteja y le aporte la seguridad f¨ªsica y psicol¨®gica que le permita crecer y desarrollarse. Para poder realizar la reinserci¨®n el trabajo en la calle es vital, se trata de identificar a los ni?os reci¨¦n llegados para que su estancia en la calle sea corta y por lo tanto lo menos traum¨¢tica posible. Las estad¨ªsticas de la residencia demuestran que la posibilidad de ¨¦xito de la reinserci¨®n familiar es proporcionalmente inversa al tiempo de estancia en la calle.
Una vez el ni?o regresa con la familia se inicia ese observatorio, promovido y tutelado por Casa San Jos¨¦ y en coordinaci¨®n con las autoridades locales. Desde ah¨ª se sigue el caso durante un largo recorrido para asegurar el bienestar del ni?o y que los problemas no vuelvan a replicarse otra vez.
Volvemos a casa despu¨¦s de una larga tarde que acaba con la noche cerrada, me han ense?ado muchas cosas y he aprendido mucho en pocas horas. Al meterme en la cama entre las s¨¢banas limpias y calientes no puedo dejar de pensar en Erick y en los ni?os y ni?as que hemos conocido hoy en las calles de Quillacollo. Ellos dormir¨¢n hoy a la intemperie, en alg¨²n portal, invisibles a los ojos de muchos de nosotros que nunca hemos advertido su presencia.
Pasado ma?ana ?ngela y Yahaira volver¨¢n a salir en su b¨²squeda, espero que Erick recapacite y quiera ingresar en Casa San Jos¨¦ para, con tan s¨®lo 10 a?os, retomar de nuevo el camino de su vida.
Regreso a Madrid con una herida en el alma, sabiendo que al nacer me toc¨® la loter¨ªa m¨¢s grande del mundo. Una familia que me ha protegido y proporcionado amor, educaci¨®n, salud y estabilidad. Desde Asociaci¨®n Nuevos Caminos seguiremos trabajando para visibilizar los problemas que no vemos f¨¢cilmente y sobre todo para que Casa San Jos¨¦ mantenga sus puertas abiertas y sus educadoras en la calle.
Silvia Garriga Iglesias es vocal-gerente de la Asociaci¨®n Nuevos Caminos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.