Almanaque
Quiso haber dejado huella en la vida entre aplausos, pero solo le quedaba su caballo de cart¨®n. Lo mont¨® y comenz¨® a cabalgar
Enero. Desde el fondo de su infancia relinch¨® aquel caballo de cart¨®n, el primer regalo que le trajeron de los Reyes Magos; en san Ant¨®n celebran su fiesta los animales y ¨¦l record¨® aquel perro con el que jugaba de ni?o y que muri¨® aplastado por un cami¨®n. Por la Candelaria en febrero despierta la savia de los ¨¢rboles, apuntan las gemas, en el sexo del adolescente brot¨® tambi¨¦n una flor de jara y aquella ni?a, que fue su primer amor, ?c¨®mo se llamaba? Por marzo llov¨ªa tras los cristales y en aquel desv¨¢n el chaval con sue?os de pirata navegaba con el dedo los mares en el atlas hacia la isla del tesoro y en abril se produc¨ªa el deshielo, cruzaban las aves el cielo, el sol encend¨ªa una colina y a continuaci¨®n una nube la oscurec¨ªa, del mismo modo que su fe en Dios iba y ven¨ªa hasta desaparecer del todo. Los d¨ªas de mayo fueron sus 18 a?os cuando cre¨ªa, como dijo el poeta, que hab¨ªa venido a este mundo a llevarse la vida por delante con su primer viaje a Par¨ªs. En junio la muerte se llev¨® en su f¨¦retro al padre o a la madre, tal vez a los dos, y despu¨¦s en el verano tuvo que cumplir el mandato de la biolog¨ªa, enamorarse, reproducirse, ver como crec¨ªan y maduraban los v¨¢stagos hasta que al cumplir en septiembre los 40 a?os lleg¨® la melancol¨ªa, la primera decepci¨®n, la primera desgracia, aquel hijo que se mat¨® en accidente de tr¨¢fico o la hija que se fug¨® dejando la cama vac¨ªa. En oto?o se produjo la separaci¨®n, tu por aqu¨ª yo por all¨¢, yo me llevo los discos y tu te quedas con el sof¨¢. En noviembre se celebr¨® el juicio inapelable del tiempo ante el espejo, las erosiones en el rostro, la mirada vac¨ªa, producto de las deserciones y ca¨ªdas. Finalmente en diciembre el protagonista de este almanaque pens¨®: quise haber dejado huella en la vida entre aplausos, pero no me queda m¨¢s que aquel caballo de cart¨®n. Lo mont¨® y comenz¨® a cabalgar.
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