Los l¨ªmites leg¨ªtimos de la desigualdad
Combatirla requiere imaginaci¨®n. Dir¨ªa que es obligado preguntarnos si se traspasa el umbral admisible de inequidad cuando hay quien tiene que dormir en un cajero o pedir para comer
La imagen de un padre mostrando un reloj que recibi¨® del suyo, a su hijo le resulta entra?able. Se nos presenta en la campa?a navide?a de una conocida marca suiza, exhibida junto al cartel de la pel¨ªcula Techo y comida, evidencia que la desigualdad forma parte de nuestra sociedad. Tem¨¢tica ¨¦sta la de la desigualdad que no hay art¨ªculo o conferencia sobre el aqu¨ª y ahora social que no mencione. Luchar contra ella justifica casi cualquier medida propugnada en un programa pol¨ªtico: desde reformar el ordenamiento hipotecario, a subir o bajar impuestos. La disparidad de las propuestas para afrontarla, da qu¨¦ pensar si hablamos de lo mismo cuando hablamos de desigualdad.
Entendida como lo contrario a la igualdad, como falta de equilibrio entre dos t¨¦rminos de una comparaci¨®n, circunscrita a personas, a menudo viene referida a sus ingresos. Hasta se ha formulado matem¨¢ticamente con el coeficiente de Gini, n¨²mero entre 0 y 1 cuyo nombre recuerda al estad¨ªstico italiano que lo ide¨®. El valor 0 se corresponde con la perfecta igualdad, todos tienen los mismos ingresos. El 1 se corresponder¨ªa con la perfecta desigualdad, en la que una persona tiene todos los ingresos y las dem¨¢s ninguno. En la Uni¨®n Europea (datos 2012) cerca del 40% de los ingresos van al quintil (20%) m¨¢s alto (m¨¢s rico), mientras que s¨®lo el 10% van al quintil m¨¢s bajo (pobre). La menor desigualdad se encuentra en Noruega y Eslovenia. La mayor, en Espa?a y Letonia.
La hoguera en la que, en 1762, ardieron unos ejemplares del Contrato social de Rousseau en su Ginebra natal, no evit¨® que calara en el imaginario colectivo que el fundamento de las instituciones, desde la propiedad al gobierno, radica en un pacto entre los individuos y la sociedad. Y entre sus cl¨¢usulas, que la desigualdad de sus miembros ha de tener l¨ªmites. ?Qu¨¦ otro sentido, si no, podr¨ªamos dar al art¨ªculo uno de nuestra Constituci¨®n que proclama la igualdad como valor superior del ordenamiento jur¨ªdico?
As¨ª las cosas, dir¨ªa que es obligado preguntarnos si se traspasa ese umbral cuando hay quien tiene que dormir en un cajero o pedir para comer. La definici¨®n precisa de en qu¨¦ consiste la igualdad b¨¢sica entre todos los espa?oles que, como ha dicho el Tribunal Constitucional, no equivale a uniformidad, ser¨ªa de gran utilidad para valorar la acci¨®n de quienes se postulan para gobernar nuestra sociedad. Sin embargo, hoy el debate no est¨¢ planteado en estos t¨¦rminos.
El art¨ªculo uno de nuestra Constituci¨®n que proclama la igualdad como valor superior del ordenamiento jur¨ªdico
No se nos dice qu¨¦ diferencia entre los ingresos de los que m¨¢s ganan y los que menos rompe el pacto social. Tampoco, que no disponer de unos m¨ªnimos tras redistribuir rentas a trav¨¦s del gasto p¨²blico, equivalga a esa quiebra. Se nos proponen objetivos, por ejemplo, en relaci¨®n con la fiscalidad o los servicios sociales. Pero sorprende que, cuando se formulan como propuesta pol¨ªtica, el di¨¢logo entre los candidatos se centre en la receta a aplicar y qui¨¦n puede llevarla a cabo, no en si es admisible que tras aplicarla siga habiendo personas sin techo.
En tanto no se defina el umbral m¨¢ximo de desigualdad o el m¨ªnimo vital compatible con la dignidad que, superado o no alcanzado respectivamente, rompe el contrato social, perm¨ªtanme un comentario en la l¨ªnea habitual de tratar de las medidas a aplicar. Los expertos en gesti¨®n de patrimonios reconocen que el horizonte temporal es b¨¢sico a la hora de determinar el portafolio de inversi¨®n. Si se trata de asegurar la continuidad en la riqueza de una familia, 75 o 100 a?os son per¨ªodos perfectamente computables. No son ¨¦stas las instrucciones que reciben los gestores de nuestro patrimonio p¨²blico. F¨ªjense, si no, en la reciente (re) privatizaci¨®n de las entidades financieras espa?olas rescatadas con dinero p¨²blico. Tras sanear sus balances, todas se han vendido deprisa. A p¨¦rdidas. Cuesta imaginar un responsable de wealth management que anuncie la venta de un activo a fecha fija y diciendo que est¨¢ dispuesto a perder.
Convendr¨ªa que nuestros l¨ªderes pol¨ªticos leyeran The Public Wealth Of Nations donde los profesores suecos Detter y F?lster, con profusi¨®n de datos, argumentan c¨®mo la gesti¨®n profesional de los activos p¨²blicos estimular¨ªa el crecimiento, nutrir¨ªa los presupuestos y dar¨ªa vigor a las instituciones democr¨¢ticas. Sin ir tan lejos, la gesti¨®n profesional de los bancos participados por el FROB ha obtenido m¨¢s de 900 millones de beneficios en los nueve primeros meses de 2015.
Merece reflexi¨®n y an¨¢lisis definir los l¨ªmites leg¨ªtimos de la desigualdad. Combatir su exceso requiere imaginaci¨®n. Ojal¨¢ pronto veamos un anuncio en el que Super Mario pasa un hermoso reloj, con el logo de un Fondo de Riqueza Estatal, a su hijo Luigi encarg¨¢ndole gestionar el patrimonio p¨²blico en beneficio de todos, tambi¨¦n los m¨¢s desfavorecidos.
Enric R.Bartlett Castell¨¤es profesor de Derecho P¨²blico ESADE Business & Law School. Universidad Ram¨®n Llull.
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