Mayor¨ªa para gobernar

Las consultas del Rey a los grupos pol¨ªticos con representaci¨®n parlamentaria ponen en marcha el tr¨¢mite previsto por la Constituci¨®n para desembocar en la investidura de un jefe del Gobierno. Es bueno que se siga escrupulosamente ese procedimiento y que se haga con la mayor transparencia posible, a fin de evitar malas interpretaciones. La presencia de periodistas en La Zarzuela ha quedado limitada al m¨¢ximo, pero a los primeros interlocutores pol¨ªticos del monarca les bast¨® trasladarse al Congreso para transmitir la impresi¨®n de que el jefe del Estado ve muy dif¨ªcil lograr una investidura. La Casa del Rey debe tomar nota de las consecuencias de poner obst¨¢culos a la informaci¨®n: una cierta discreci¨®n sobre los despachos reales no debe servir para abonar el campo de las especulaciones y de los rumores.

Incidencias al margen, no hay que perder de vista el objetivo principal, que es el de conseguir el Gobierno m¨¢s s¨®lido posible para Espa?a. No el que cada uno podr¨ªa haber deseado antes del 20 de diciembre, sino el que sea posible de acuerdo a los votos depositados por los espa?oles. Con los resultados de las elecciones generales en la mano, ya sabemos que no existe mayor¨ªa parlamentaria para un Ejecutivo de derechas, y todav¨ªa menos para un Gobierno de izquierdas, progresista o de cambio, como se le quiera llamar. Cualquiera que insista en alguna de estas dos direcciones est¨¢n distorsionando el mensaje de las urnas.

Pero es necesario hacer de la necesidad virtud y conseguir que el proceso en curso sea capaz de definir el proyecto pol¨ªtico m¨¢s s¨®lido posible, enfocado hacia tres objetivos fundamentales: asegurar la sostenibilidad del crecimiento econ¨®mico y de la creaci¨®n de empleo; introducir ¡ªpara lo que hace falta esa sostenibilidad¡ª pol¨ªticas sociales que corrijan los efectos de las medidas tomadas durante la crisis; y abordar la reforma del Estado y la cuesti¨®n de Catalu?a. Eso exige que los partidos cuenten lo que se proponen hacer sobre estas tres tareas fundamentales.

No basta con pactar la investidura de un candidato a la presidencia del Gobierno. Quien aspire a ese cargo tiene que ser capaz de gobernar, y no solo de poner en marcha un simulacro de Ejecutivo. Es imposible desvincular la investidura ¡ªy por tanto, los apoyos o las abstenciones que la hagan posible¡ª de la mayor¨ªa capaz de ejercer el poder ejecutivo con un m¨ªnimo de estabilidad, una vez cumplido el tr¨¢mite de la elecci¨®n del presidente.

Por eso resulta asombroso que el Partido Popular contin¨²e sin explicarse. No hay duda de que le corresponde el primer turno para intentar la investidura de su aspirante a La Moncloa, dado que fue la fuerza m¨¢s votada en las urnas del 20-D. Sin embargo, todav¨ªa no ha dicho con qu¨¦ partidos cuenta para conseguirlo, cu¨¢les son los objetivos principales de su programa y con qu¨¦ candidato cree posible lograrlo. Mariano Rajoy parece situarse en una actitud de espera, tal vez interesado en la repetici¨®n de las elecciones, en vez de buscar activamente los pactos que hagan posible la investidura. Por el momento permanece refugiado en vaguedades argumentales que no pueden sustituir las explicaciones precisas a los ciudadanos.

De ah¨ª la importancia de la fase de consultas abierta en La Zarzuela, en la situaci¨®n in¨¦dita de ausencia de mayor¨ªa clara de un partido y la dificultad de prefigurar apoyos. No depende del jefe del Estado conseguir un Gobierno capaz de llevar adelante un s¨®lido plan pol¨ªtico. Pero Felipe VI s¨ª debe utilizar a fondo las facultades de arbitraje y moderaci¨®n que le concede la Constituci¨®n para conducir a buen puerto la operaci¨®n de la investidura. Eso tambi¨¦n es respetar los procedimientos.