Mal empezamos
Hay que recordar a los pol¨ªticos que antes que las reformas est¨¢ el respeto a las reglas
Escrib¨ªa Kant que el problema de establecer una rep¨²blica justa es un problema resoluble, incluso si sus habitantes no son ¨¢ngeles sino demonios. Lo ¨²nico necesario es que sean racionales, que est¨¦n dotados de entendimiento, porque entonces establecer¨¢n reglas de convivencia que limitando el inter¨¦s de cada uno terminar¨¢n por conducir a la cooperaci¨®n com¨²n. Y para construir el edificio de normas hay una que funciona como metarregla: nadie puede exceptuarse de la aplicaci¨®n igual de las reglas, ni siquiera (menos a¨²n) el que las hace. Construyan hipot¨¦ticamente una sociedad partiendo de esa sencilla idea y tendr¨¢n una bastante decente.
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Nuestro sistema de convivencia democr¨¢tico ha degenerado desde que sus reglas se establecieron all¨¢ por 1978. Hay quienes se empe?an en creer que ello se debe a la mala calidad o peor dise?o de las reglas, y por eso reclaman su reforma urgente. Pero hay quienes como Tom Burns Mara?¨®n creen, y entre ellos me cuento, que la degeneraci¨®n tiene por causa un concreto comportamiento, y que mientras ese comportamiento no se modifique, poca regeneraci¨®n ser¨¢ posible, por mucho que se inventen nuevas reglas, constitucionales o simplemente legales. Un comportamiento que consiste en que los principales actores del sistema pol¨ªtico ¡ªque lo son los partidos pol¨ªticos y las ¨¦lites que los dirigen¡ª no cumplen la metarregla hipot¨¦tica. Precisamente ellos. Y de manera sistem¨¢tica y empecinada. En otros t¨¦rminos, han desviado y pervertido para su inter¨¦s faccional y cortoplacista todas las instituciones que configuran el sistema, aprovech¨¢ndose del papel hegem¨®nico que la Constituci¨®n les otorg¨®, hasta llegar a causar graves disfunciones y aver¨ªas en esas mismas instituciones.
Viene a cuento este recordatorio ahora, precisamente ahora, cuando se inicia una legislatura que se nos anticipa como regeneradora por esas mismas ¨¦lites pol¨ªticas (y por las nuevas que como adanes vienen a limpiar los establos), porque a la primera de cambio, a la hora de componer los grupos parlamentarios de las C¨¢maras, los partidos y las ¨¦lites han vuelto a incidir en el comportamiento desviado que est¨¢ en la base del resultado que critican: es decir, se han exceptuado de las reglas, se han puesto por encima de ellas, las han torcido a su placer (o lo han intentado, que es lo mismo).
Se observar¨¢ que si son ellos los que hacen esas reglas, si ellos pueden cambiar a su antojo los reglamentos parlamentarios que establecen los requisitos para formar grupo, ?c¨®mo no podr¨ªan retorcerlas un poco al aplicarlas? Al fin y al cabo, podr¨ªan ma?ana establecer unas nuevas para que se pudiera formar grupo con cinco, tres o un parlamentario, que es lo que han hecho. ?Qu¨¦ m¨¢s da la forma? Pues no, dir¨ªa Kant, ustedes pueden poner las reglas que discurran como racionales, lo que no pueden es exceptuar a nadie, y menos a¨²n a ustedes mismos, de cumplirlas a rajatabla. Porque si se except¨²an, dejan de ser reglas racionales y pasan a ser arbitrarias: porque ya no gobiernan las leyes, gobiernan los hombres.
Cortes¨ªa ata?e a lo que se puede o no hacer pero dentro de la legalidad. Ignorarla no es nunca cort¨¦s, sino arbitrario
Se dir¨¢ que se trata solo de una antigua y nimia ¡°cortes¨ªa parlamentaria¡±. Un criterio que se muestra est¨²pido no bien se universaliza pues, ?podr¨ªamos los ciudadanos pedir al Estado que se muestre cort¨¦s admitiendo un margen del 10% en el pago de los impuestos? Cortes¨ªa ata?e a lo que se puede o no hacer pero dentro de la legalidad. Ignorarla no es nunca cort¨¦s, sino arbitrario. Claro que la arbitrariedad puede ser amable, incluso equitativa, pero nunca es racional si el fin es convivir.
?Nimiedad?: si precisamente en un caso en que las reglas son claras los partidos se consideran por encima de ellas y se conceden incumplirlas, ?qu¨¦ no har¨¢n cuando las reglas remitan a est¨¢ndares m¨¢s borrosos y opinables? ?Qu¨¦ no ser¨¢n capaces a la hora de nombrar al ¡°m¨¢s capacitado¡±, o de optar por la ¡°mejor soluci¨®n t¨¦cnica¡±, o de decidir en favor del ¡°inter¨¦s general¡±? Si con la coartada cort¨¦s convierten seis en ocho, sean diputados o bienes mostrencos, ?qu¨¦ no har¨¢n con las exhortaciones hermen¨¦uticamente dif¨ªciles?
Por eso, antes de que nuestros representantes y gobernantes pongan en marcha ese regeneracionismo apasionado que les nubla, es hora de recordarles la humilde metarregla de la rep¨²blica de la raz¨®n: todo ser¨¢ in¨²til mientras sig¨¢is poni¨¦ndoos m¨¢s all¨¢ de la norma, por nimia que ¨¦sta sea. As¨ª que, mal est¨¢is empezando.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa es abogado.
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