Sofistas de museo
Pronto no habr¨¢ nombre que no est¨¦ prohibido. Hay gordos que prefieren ser llamados ¡°personas de tama?o distinto¡±
La noticia mereci¨® portada en este diario: ¡°La correcci¨®n pol¨ªtica asalta el museo¡±, rezaba el titular, y el reportaje de Isabel Ferrer se iniciaba con una cita falseadora y sofista de la responsable del Departamento de Historia del c¨¦lebre Rijksmuseum de ?msterdam. ¡°Imag¨ªnese un cuadro titulado Franchute vestido de gala. O, si no, Gabacho montado a caballo. Sonar¨ªa ofensivo, ?no?¡±, dec¨ªa Martine Gosselink, y a?ad¨ªa: ¡°Pues lo que intentamos es evitar t¨¦rminos de este tipo, que ya no encajan en nuestra sociedad¡±. Gosselink y su equipo han decidido, por tanto, desterrar de los r¨®tulos de los cuadros nada menos que veintitr¨¦s vocablos, entre ellos ¡°negro¡±, ¡°cafre¡±, ¡°indio¡±, ¡°enano¡±, ¡°esquimal¡±, ¡°moro¡± o ¡°mahometano¡±, ¡°considerados despectivos¡±. (?Cu¨¢les ser¨¢n los otros diecis¨¦is?)
La pregunta no se me hace esperar: ?considerados por qui¨¦nes? Si he tachado de sofistas las declaraciones de esta se?ora es porque empieza por equiparar t¨¦rminos que s¨ª tienen voluntad ofensiva por parte de quien los emplea con otros que son meramente descriptivos y que, si acaso, sirven a la econom¨ªa del lenguaje y a la comprensi¨®n entre las personas. En todos los idiomas, supongo, existen acu?aciones hechas con ¨¢nimo denigratorio, como ¨Cen espa?ol¨C las mencionadas ¡°franchute¡± y ¡°gabacho¡±, o en franc¨¦s ¡°boche¡± para menospreciar a un alem¨¢n.
?Qui¨¦nes han pasado a considerarlos despectivos? Tal vez los propios interesados
En el ingl¨¦s de los Estados Unidos lo son ¡°Polack¡± para referirse a un polaco (en vez de la neutra ¡°Pole¡±) o ¡°Spic¡± para denominar a un hispano, ¡°Wop¡± y ¡°Dago¡± para un italiano o ¡°Limey¡± para un brit¨¢nico. ¡°Nigger¡± para un negro ten¨ªa la misma intenci¨®n, no as¨ª ¡°Negro¡± en su origen, que no era sino la trasposici¨®n del vocablo espa?ol, por tanto un extranjerismo con funci¨®n m¨¢s bien eufem¨ªstica. Quien utiliza esas expresiones lo suele hacer a mala idea, para provocar o humillar. Pero este no es el caso de las que Gosselink se dispone a suprimir. Se han usado siempre, como digo, para entenderse, porque no se puede pretender que el conjunto de la poblaci¨®n sepa distinguir con precisi¨®n entre las distintas tribus nativas de Am¨¦rica o entre los miembros de los diferentes pa¨ªses ¨¢rabes, entre las etnias del ?frica o entre los nacionales de lo que sol¨ªa conocerse por ¡°Lejano Oriente¡±.
Por eso, durante mucho tiempo, a estos ¨²ltimos se los llam¨® ¡°orientales¡± en Occidente y todo el mundo se entend¨ªa, hasta que en los Estados Unidos (pioneros de todas las quisquillosidades y bobadas) se dictamin¨® que eso era ¡°ofensivo¡± y se sustituy¨® por ¡°asi¨¢ticos¡±. Nunca he comprendido por qu¨¦ esta denominaci¨®n les parece mejor y aceptable, cuando tan asi¨¢ticos son, adem¨¢s, los indios de la India y los pakistan¨ªes como los japoneses y los chinos, y me temo que los dos primeros grupos quedan excluidos del t¨¦rmino, al menos en el habla normal y com¨²n a todos.
Uno de los ejemplos que aparecen en el reportaje da idea de la ?ridiculez del asunto. ¡°Esquimal¡±, se?ala Isabel Ferrer, ¡°es el nombre ?gen¨¦rico para los distintos pueblos ind¨ªgenas de zonas ¨¢rticas y de Siberia. En cuanto se identifique el grupo ¨¦tnico al que pertenecen¡± (los esquimales pintados en cuadros, deduzco), ¡°se puede cambiar por inuit, yupik, kalaallit, inuvialuit, inupiat, aluutiq, chaplinos, naucanos o sireniki, sus diversas comunidades¡±. Y explica Gosselink muy ufana: ¡°Primero hay que encontrar la rama concreta del poblador. No nos podemos equivocar ¡¡± Si mi entendimiento no me enga?a, me imagino la surrealista y conmovedora escena: un grupo de expertos y fisonomistas escrutando el cuadro en el que aparece un esquimal y tratando de discernirlo (eso en el supuesto de que el pintor fuera bueno, y realista, y fidedigno, y no inventara ni adornada nada). ¡°Yo me inclino por un aluutiq¡±, dir¨ªa uno. ¡°No s¨¦ yo¡±, responder¨ªa otro, ¡°le veo rasgos de inuvialuit, aunque la zamarra es m¨¢s propia de chaplino¡±. Jam¨¢s he o¨ªdo como negativo el t¨¦rmino ¡°esquimal¡±, ni ¡°moro¡± tiene nada malo en s¨ª (otra cosa ser¨ªa ¡°moraco¡±), ni ¡°enano¡±.
Hay sordos que detestan ser conocidos por ese nombre y ciegos que por el suyo
?Qui¨¦nes han pasado a considerarlos despectivos? Tal vez los propios interesados, no s¨¦. Es sabido que desde hace decenios hay gordos que exigen ser llamados cosas tan antiecon¨®micas e incomprensibles como ¡°personas de tama?o distinto¡±, entre las que cabr¨ªan tambi¨¦n los gigantes, los ni?os, por supuesto los enanos y acaso los anor¨¦xicos. Hay sordos que detestan ser conocidos por ese nombre y ciegos que por el suyo, y hace siglos que fueron condenados vocablos como ¡°tullido¡±, ¡°lisiado¡±, ¡°paral¨ªtico¡± o ¡°minusv¨¢lido¡±. Supongo que ¡°discapacitado¡± correr¨¢ la misma suerte, y que pronto ser¨¢n desterrados ¡°cojo¡±, ¡°manco¡±, ¡°miope¡± y ¡°bizco¡±. Creo que quienes demonizan estas palabras son los verdaderos racistas, xen¨®fobos y discriminadores, porque lo que en verdad demonizan es lo que significan (el significado y no el significante, dicho con pedanter¨ªa). Si yo digo ¡°ese negro¡± para referirme a alguien no tiene peor intenci¨®n que si digo ¡°ese rubio¡± o ¡°ese con pecas¡±, es una manera de identificar, nada m¨¢s. Y si se me habla del cuadro Cabeza de hombre, me ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil reconocer la pintura en cuesti¨®n que si se siguiera titulando
Cabeza de negro, como hasta hace poco. Si nos atenemos y plegamos a la subjetividad y el capricho de cada uno, y a la extrema susceptibilidad de nuestros d¨ªas, pronto no habr¨¢ nombre que no est¨¦ estigmatizado y prohibido, y entonces no nos entenderemos. ¡°Te veo con tama?o distinto¡±, me esforzar¨¦ en decirle al pr¨®ximo amigo al que vea muy engordado.
elpaissemanal@elpais.es
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.