Libresco
Los espa?oles, a diferencia de los alemanes, siempre hemos vivido sometidos a unos amos que odian la sabidur¨ªa, la inteligencia, los libros y el conocimiento
Se fustiga George Steiner porque el r¨¦gimen pol¨ªtico m¨¢s sanguinario y funesto de todos los tiempos se engendr¨® en la naci¨®n m¨¢s culta y civilizada de la Tierra. All¨ª en donde m¨¢s se cultiv¨® el conocimiento, tanto humanista como cient¨ªfico, donde m¨¢s respetada era la sabidur¨ªa y mayor la estima social del profesor y del investigador, all¨ª justamente se desat¨® una tempestad genocida que parece impensable en pueblos can¨ªbales y antediluvianos.
Luego Steiner da una vuelta de tuerca y piensa que quiz¨¢s fuera precisamente esa densidad libresca y sabia lo que paraliz¨® a quienes pod¨ªan detener a los asesinos de Hitler, pero no lo hicieron. Las ¨¦lites eran ol¨ªmpicas. Viv¨ªan en una dom¨¦stica conversaci¨®n con Ant¨ªgona y con el rey Lear, con Plat¨®n y Galileo, conoc¨ªan de memoria los demonios que asaltan a los humanos y les chupan el seso. Seguramente los eruditos alemanes vieron lo que suced¨ªa desde la alta cima del saber acumulado por toda la cultura occidental y no reaccionaron. Debieron observar las primeras oleadas de cr¨ªmenes como rituales matanzas de ciervos, osos, jabal¨ªes, por parte de campesinos enloquecidos con el cuernecillo del centeno. Quiz¨¢s, se fustiga Steiner, fue el exceso de cultura lo que condujo al desastre a los alemanes.
Pero m¨ªranos a nosotros, George. Los espa?oles, a diferencia de los alemanes, siempre hemos vivido sometidos a unos amos que odian la sabidur¨ªa, la inteligencia, los libros y el conocimiento. Pues ya ves, cada siglo nos destruimos como salvajes. Nuestras carnicer¨ªas son famosas. No te preocupes, George, tambi¨¦n quienes vivimos en sociedades analfabetas sabemos arruinarnos la vida. La culpa no est¨¢ en los libros o en los laboratorios. Es que somos gregarios y sentimentales. Nos arrastra cualquier curilla sanguinario.
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