Una alternativa aristot¨¦lica
Lo peor de nuestra democracia es lo que se ha dejado de hacer. De nada sirve ir a otras elecciones si la miop¨ªa contin¨²a vigente. Una coalici¨®n basada en un programa de reformas es posiblemente la mejor soluci¨®n
Tuve la suerte de tener como profesor de historia econ¨®mica a Jordi Nadal. De sus trabajos sobre El fracaso de la revoluci¨®n industrial en Espa?a se desprend¨ªa una gran lecci¨®n: para entender la historia de Espa?a ¡ªy no solo de Espa?a¡ª se debe prestar atenci¨®n no tanto a lo que se ha hecho como a lo que no se ha hecho (o se ha hecho mal y/o tarde).
La democracia es un buen ejemplo. No es tan importante que haya elecciones como que haya alternancia (que un partido se eternice en el poder es signo de mala democracia). Sin embargo no basta con la mera alternancia: deber¨ªa ser aristot¨¦lica. Esto es, como preconizaba Arist¨®teles, se trata de que el gobernante lo haga por el bien de todos los ciudadanos; no porque se considere un benefactor sino porque sea consciente de que el d¨ªa de ma?ana ser¨¢ ¨¦l el gobernado. Evidentemente, solo con gobernantes de amplias miras se puede desarrollar una cultura democr¨¢tica aristot¨¦lica. De lo contrario, la alternancia se transforma f¨¢cilmente en asalto al poder en beneficio propio o, como m¨¢ximo, en beneficio exclusivo de quienes le han permitido el acceso al poder.
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Nuestra democracia ha sido ejemplar en su alternancia, pero escasamente aristot¨¦lica. La corrupci¨®n no ha sido m¨¢s que el s¨ªntoma ¨²ltimo del gobierno en beneficio propio, aunque no ha representado su mayor coste. Lo peor ha sido lo que se ha dejado de hacer. Se ha hecho mucha pol¨ªtica de partido y poca de Estado; y esa es la raz¨®n que est¨¢ detr¨¢s de un Estado democr¨¢tico d¨¦bil y una econom¨ªa muy por debajo de su potencial.
No obstante, como ha ocurrido a lo largo de la historia (incluida la revoluci¨®n industrial frustrada), tambi¨¦n ha habido aristot¨¦licos, genuinamente reformistas, en nuestra democracia. Desde los l¨ªderes, como Su¨¢rez o Carrillo, que se inmolaron por la transici¨®n democr¨¢tica, hasta muchos pol¨ªticos y funcionarios p¨²blicos que han trabajado ¡ªa menudo, contracorriente¡ª por introducir cambios y reformas que situaran a Espa?a entre las democracias m¨¢s exitosas en la Uni¨®n Europea en los albores del siglo XXI. Desgraciadamente, engre¨ªdos por el milagro espa?ol y aturdidos por la gran recesi¨®n, poco se ha hecho, y bastante se ha deshecho, durante los ¨²ltimos a?os.
El fin del bipartidismo parece una gran ocasi¨®n para abordar reformas de calado en este pa¨ªs
El fin del bipartidismo parec¨ªa una gran ocasi¨®n para abordar reformas de calado y acabar con la alternancia de miras estrechas. ?Vamos a perder otra ocasi¨®n hist¨®rica? Todo depende de si se sabe actuar con l¨®gica aristot¨¦lica, tan necesaria para abordar temas como los siguientes:
1. La descentralizaci¨®n del Estado. Parece un ox¨ªmoron porque, en relaci¨®n con la mayor¨ªa de Estados europeos, el Estado espa?ol ya est¨¢ muy descentralizado. Pero entra en el cap¨ªtulo de cosas que se han hecho mal: est¨¢ mal descentralizado ¡ªpor ejemplo, se han transferido competencias y recursos, pero no su gobernabilidad, lo que crea distorsiones e irresponsabilidad¡ª y la descentralizaci¨®n es asim¨¦trica, m¨¢s all¨¢ de lo que justifica la diversidad cultural y ling¨¹¨ªstica. Estas disfunciones tienen or¨ªgenes bien conocidos: la ambig¨¹edad con que, por razones pol¨ªticas, se trat¨® el tema en la Constituci¨®n y el oportunismo con el que posteriormente los partidos estatales hicieron transferencias y concesiones a cambio del apoyo de los partidos nacionalistas. Hasta llegar al problema del independentismo en Catalu?a, frente al cual el oportunismo no es soluci¨®n (por ejemplo, prometer el mantenimiento sine die del cupo vasco, o crear un ministerio de las nacionalidades); como no lo es hacer un refer¨¦ndum sin un dise?o aristot¨¦lico de Estado descentralizado, aprobado en las Cortes.
2. La sostenibilidad del Estado del bienestar y el empleo. Sin embargo, la mayor disfuncionalidad de nuestro pa¨ªs contin¨²a siendo la mala utilizaci¨®n de nuestros recursos humanos: bajas tasas de empleo que, aunque ahora est¨¦ mejorando, sigue siendo precario y vol¨¢til. A ello se a?ade un Estado del bienestar muy da?ado por la larga recesi¨®n.
Engre¨ªdos por el 'milagro espa?ol' y aturdidos por la 'gran recesi¨®n', poco se ha hecho en los ¨²ltimos a?os
Este no es el lugar para un an¨¢lisis detallado pero, tanto a los que dicen que la reforma laboral ya est¨¢ hecha como a los que pretenden derogarla, les convendr¨ªa tener en cuenta un dato: si para el periodo 2001-2014 se computa el coste que supondr¨ªa ofrecer el subsidio medio de paro a todos los parados y, a su vez, el impuesto medio a los ocupados que ser¨ªa necesario para financiar dicha medida, se obtendr¨ªa una tasa impositiva espec¨ªfica del 1,8% para el conjunto de UE-28 (Alemania 1,8%, Dinamarca 1,7%), mientras que para Espa?a la tasa ser¨ªa del 8,5%, la m¨¢s alta de la UE (Grecia 4,6%, Italia 4,0%). Sin reformas que mejoren la creaci¨®n de empleo de calidad y estable dif¨ªcilmente podremos permitirnos un mejor Estado del bienestar.
3. El sistema de conocimiento. La mejora del empleo de calidad y del sistema de bienestar requiere mejorar nuestra educaci¨®n y, en general, nuestro sistema de conocimiento. Otro tema que entra en el cap¨ªtulo se ha hecho poco. Me limitar¨¦ a constatar dos hechos que reflejan nuestra falta de l¨®gica aristot¨¦lica. Primero, el sinsentido de que la alternancia pol¨ªtica se haya traducido en leyes alternativas de educaci¨®n, cuando existe bastante acuerdo entre especialistas sobre lo que hay que hacer para mejorarla. Segundo, que en un campo como la pol¨ªtica cient¨ªfica y tecnol¨®gica las desavenencias fundamentales no han sido entre derecha e izquierda, sino entre quienes han impulsado reformas para mejorar la situaci¨®n de la ciencia en Espa?a y los correspondientes ministerios de Hacienda y Administraciones p¨²blicas que, salvo honrosas excepciones, se han dedicado a imponer trabas. El ¨²ltimo ejemplo: la Agencia Estatal de Investigaci¨®n, un proyecto desde hace varias legislaturas, recogido en la Ley de la Ciencia del 2006, que se deb¨ªa aprobar en junio del 2012 y que finalmente se ha aprobado a finales de 2015.
A d¨ªa de hoy, es dif¨ªcil saber qui¨¦n va a formar Gobierno o si se ir¨¢ a nuevas elecciones. La l¨®gica aristot¨¦lica indica que de nada sirve ir a otras elecciones si la miop¨ªa continua vigente; que plantear una alternativa de izquierdas tampoco resuelve dicho problema, y menos cuando depende de quienes sin amagos pretenden asaltar el poder; y que una coalici¨®n basada en un programa de reformas es posiblemente la mejor soluci¨®n. En cualquier caso, lo que hace falta son dirigentes con una gran l¨®gica aristot¨¦lica. Y en todo esto coincide la mayor¨ªa de los espa?oles, seg¨²n la ¨²ltima encuesta de Metroscopia (EL PA?S, 24/01/2016).
Ramon Marimon es profesor del European University Institute y de la Universitat Pompeu Fabra y fue secretario de Estado de Pol¨ªtica Cient¨ªfica y Tecnol¨®gica (2000-2002).
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