Distracci¨®n

Plantas en mi balc¨®n, un colibr¨ª, el cielo como una bandeja celeste, palomas, polvo tra¨ªdo por el viento y depositado como una capa de vello rubio sobre el piso de pinotea ¡ªyo, tratando de escribir esta columna¡ª, el pez articulado con escamas de n¨¢car que era de mi abuela y que est¨¢ junto a mi computadora, el cairel de la ara?a de su casa que se rompi¨® la semana pasada y cuyos trozos coloqu¨¦ sobre un pa?o, el goteo sincopado de un reloj ¡ªyo, tratando de escribir esta columna¡ª, retazos de recuerdos ¡ªuna cena en la plaza de Puebla, un hotel en Arequipa, risas¡ª, la alfombra ¨¢spera bajo los pies, las u?as de los pies que pint¨¦ ayer de color sangre, el pote con crema para las quemaduras (me quem¨¦ cocinando) cuyo olor me recuerda al de la crema que me pon¨ªa mi abuela para curarme las rodillas despu¨¦s de haberme pasado el d¨ªa jugando juegos de varones ¡ªyo, tratando de escribir esta columna¡ª, el pan en el horno, la m¨¢quina lavadora funcionando con su eficacia fresca, una nube como el retazo de una tela limpia, el poema de Ana Ajm¨¢tova que no citar¨¦, la sencillez rampante de los l¨¢pices negros en mi portal¨¢pices de acero ¡ªyo, tratando de escribir esta columna¡ª, el peque?o gajo de la desesperaci¨®n asomando como una u?a maligna, el abismo ah¨ª nom¨¢s, la charla de hace d¨ªas con el dibujante Miguel Rep, en su programa de radio, cuando le habl¨¦ de Un hombre enamorado, el libro de Karl Ove Knausg?rd que ¨¦l no conoc¨ªa, dici¨¦ndole que era la historia de un escritor que busca desesperadamente el tiempo y el espacio para escribir mientras vive con una mujer y unos hijos a los que ama, inmerso en una rutina que lo tranquiliza y que necesita pero que, a la vez, lo aniquila y le impide trabajar, y Miguel Rep, con ojos de quien ya ha estado all¨ª, diciendo sabia, medirianamente: ¡°Ah. La felicidad como distracci¨®n¡±. Yo, que no he dejado de pensar en eso desde entonces.