?Llorar por los viejos tiempos?
El PP empieza a tener m¨¢s gente defendi¨¦ndose en el banquillo que trabajando en los gobiernos
Hace 10 a?os Ignacio Carri¨®n public¨® en este diario un art¨ªculo sobre Valencia que titul¨® cr¨ªpticamente: Cuando la corrupci¨®n es la ley.Del mismo modo que en Santiago para llegar a la catedral hay que levantar la vista porque est¨¢ prohibido construir m¨¢s alto, Carri¨®n advert¨ªa de las consecuencias de bajar la mirada en el Mediterr¨¢neo y encontrarse el hotel m¨¢s grande de Europa construido sin licencia sobre una de las playas m¨¢s peque?as. Aquella brillante jugada describ¨ªa el King Kong de la corrupci¨®n: levantar el Empire State sin permiso municipal.
Una d¨¦cada m¨¢s tarde la consecuencia no ha sido el desmantelamiento, que nunca acaba porque no preocupa, sino la normalizaci¨®n. Las pr¨¢cticas resisten hasta incrustarse en una din¨¢mica cultural que ha perdido la capacidad de asombrar a alguien, asumidas como un hijo malo. Las tramas corruptas se fundan en la tradici¨®n. Se va deteniendo a los corruptos, casi nunca a los que corrompen, y el estilo permanece como cuando al Bar?a se le va un entrenador pero contin¨²a con el mismo esquema.
Que los casos se hayan reproducido con patrones similares en el resto de Espa?a ayuda a rebajar el debate. Casi siempre el mismo partido: el PP. Con el mismo material: el ladrillo. Y con un tipo de dinero muy especial: el p¨²blico. Con tanta naturalidad que la victoria es apenas perceptible; ayer en la jerarqu¨ªa informativa los sillones del Congreso eran el primer asunto. Anteayer, el rey Gaspar mal disfrazado o disfrazado raro. Todo llevado con tanta naturalidad que apenas se repara en que el partido que tiene a sus tesoreros imputados, y al que ayer volvieron a registrarle casas e instituciones, aspira a gobernar Espa?a creyendo que su obst¨¢culo es la falta de apoyo parlamentario, no el hecho de que empiece a tener m¨¢s gente defendi¨¦ndose en el banquillo que trabajando en los Gobiernos.
?Nos tocar¨¢ llorar por los viejos tiempos?, dice el protagonista de En la orilla, de Chirbes. ¡°Vivimos menos emputecidos, vivimos desengolfados o con resaca de golfeo (¡) En el ambiente se palpan nuevos valores, virtudes franciscanas (...) Incluso se mira con otros ojos el pobreter¨ªo: me atrever¨ªa a decir que est¨¢ de moda ser pobre y que te embarguen la casa y el coche¡±. El escritor cuenta que a los artistas, en el lecho de muerte, se les sacaba un molde de las manos. La manera po¨¦tica de perpetuar una habilidad, de que a pesar de morir pudiese quedar de los hombres su capacidad para pintar, para esculpir, para robar.
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