La esquel¨¦tica Barbie se acomoda al mundo real
Mattel crea nuevas mu?ecas con tallas aproximadas a las siluetas femeninas que pueden verse por las calles de cualquier ciudad
Si fuera una persona, tendr¨ªa 57 a?os, arrugas en la cara y quiz¨¢ artrosis en las manos. Pero en el imaginario mundo de Barbie el tiempo discurre muy lentamente. Ha tenido que pasar m¨¢s de medio siglo para romper el estereotipo femenino que representa la popular mu?eca ¡ªapoyado en unas medidas f¨ªsicas aparentemente poco saludables y unas proporciones corporales imposibles¡ª y adaptarse al mundo real. Barbie cambia su esquel¨¦tica figura, asociada a menudo a la anorexia, su cintura de avispa y sus interminables piernas, por un f¨ªsico m¨¢s convencional. Las nuevas versiones la presentan gordita, bajita y alta. Tallas con las que quiere aproximarse a las siluetas femeninas que pueden verse por las calles de cualquier ciudad.
Mattel, la empresa que ide¨® la mu?eca superventas, siempre defendi¨® que estaba dise?ada para que las ni?as pudieran jugar m¨¢s f¨¢cilmente y que no aspiraba a representar un ideal corporal. Ahora, la compa?¨ªa parece haber comprendido por fin que la mu?eca es ¡°el reflejo del mundo que las ni?as ven a su alrededor¡±. Y explica estas transformaciones por su ¡°responsabilidad¡± ante las menores (y tambi¨¦n ante los padres) de reflejar una mirada m¨¢s amplia de la belleza. Aunque tras esta operaci¨®n hay tambi¨¦n un claro inter¨¦s comercial. Las ventas del juguete favorito de millones de peque?as han ido en retroceso durante los ¨²ltimos a?os y se hac¨ªa necesario un golpe de efecto para colocarla nuevamente en el centro del escaparate.
Es cierto que Mattel ha ido acomodando su c¨¦lebre criatura a las demandas del p¨²blico. En los ochenta sac¨® al mercado Black Barbie, una mu?eca de tez negra, y poco a poco fue dise?ando otras relacionadas con profesiones que iban m¨¢s all¨¢ de las actividades de escasa cualificaci¨®n, tradicionalmente asociadas a las mujeres. Surgieron as¨ª las Barbie astronauta, m¨¦dica, piloto de carreras o ingeniera inform¨¢tica.
Pese a todo, la mu?eca de las formas quim¨¦ricas ha sido diana de sonadas pol¨¦micas. En Alemania se inaugur¨® hace tres a?os una casa de tama?o real ¡ªun edificio de 2.500 metros cuadrados con una fachada pintada del color rosa chicle corporativo¡ª y consagrada al universo Barbie, que aspiraba a ser una atracci¨®n tur¨ªstica. Pero se top¨® con la virulenta reacci¨®n de un grupo de manifestantes que tildaron la iniciativa empresarial de sexista, al tiempo que culpaban a la mu?eca de fomentar trastornos alimenticios en unas ni?as sometidas a presi¨®n para estar siempre guapas y a la ¨²ltima moda.
Pero no todo han sido arponazos en la larga vida de Barbie. Charlotte Alter escribi¨® en la revista Time que ¡°ha sido atacada sin compasi¨®n, quitada de las manos de ni?os por padres pol¨ªticamente correctos y usurpada por libertinas que carecen de su dignidad y profesionalidad¡±. Y admit¨ªa que si bien representa la belleza y el materialismo, tambi¨¦n encarna imaginaci¨®n y profesionalidad.
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