Esto no estuvo aqu¨ª siempre
Si ha habido en tiempos recientes una enga?ifa injusta y despreciable, ha sido la autopropaganda de algunos partidos
Si ha habido en tiempos recientes una enga?ifa injusta, despreciable y en el fondo muy burda, ha sido la autopropaganda de algunos partidos saltados hace poco a la palestra. La base de su publicidad ha sido presentarse como ¡°nuevos¡± frente a las formaciones ¡°viejas¡±, proclamarse ¡°m¨¢s representativos¡± pese a no haber pasado apenas por las urnas, vociferar que ¡°la gente¡± (concepto vago y delicuescente) est¨¢ con ellos, mientras que los dem¨¢s son ¡°una casta¡± (t¨¦rmino no original, sino copiado del tonto italiano Grillo) al servicio de ¡°los de arriba¡± (otro concepto tan demag¨®gico y facil¨®n como difuso), y brincar por el tablero con la misma facilidad que los caballos de ajedrez: ahora somos de extrema izquierda, ahora socialdem¨®cratas, ahora de centro, ahora estamos con ¡°los de abajo¡± como Per¨®n, ahora creemos en la democracia, ahora en el asamble¨ªsmo, ahora queremos arrumbar la Constituci¨®n, ahora preservarla y reformarla, ahora defendemos el ¡°derecho a decidir¡±, ahora a medias, ahora tenemos por modelo a Venezuela, o no, mejor a Dinamarca ¡ Si algo parece claro, y sin embargo dista de estarlo para un gran n¨²mero de votantes, es que ni Podemos ni la CUP, por mencionar a los m¨¢s conspicuos, son de fiar en absoluto y nada tienen de ¡°nuevos¡±. Al contrario, su oportunismo y su desfachatez se asemejan enormemente a los del PP, sobre todo cuando ¨¦ste se siente acorralado; con la diferencia sustancial de que, hasta ahora, ninguno de esos dos partidos se ha sentido acorralado, lo cual equivale a decir que su oportunismo y su desfachatez son vocacionales. Est¨¢n en su naturaleza, que en modo alguno desde?a enga?ar a la gente, ni tratarla como a idiota, si eso vale para sus prop¨®sitos.
Si algo parece claro es que ni Podemos ni la CUP son de fiar en absoluto y nada tienen de ¡°nuevos¡±
Lo ¨²nico en lo que no han variado su discurso es en la condena general de lo que han dado en llamar ¡°el r¨¦gimen del 78¡± (a la capciosa definici¨®n tambi¨¦n se han apuntado ERC, IU y otros). La palabra ¡°r¨¦gimen¡± est¨¢ muy connotada: as¨ª se calificaba a s¨ª mismo el franquismo. Al aplicar el t¨¦rmino al largo periodo democr¨¢tico que hemos vivido, se intenta asimilarlo a la dictadura, lo cual, como he dicho antes, es injusto, burdo y despreciable, y supone ponerse en contra no s¨®lo de los actuales pol¨ªticos a menudo corruptos y sin escr¨²pulos, sino tambi¨¦n de los que llevaron a cabo la Transici¨®n, todo lo imperfecta que se quiera, e instauraron la democracia sin apenas derramamiento de sangre. Es decir, se ponen del lado de quienes la combatieron en su d¨ªa. ?Y qui¨¦nes eran esos? Los residuos m¨¢s recalcitrantes del franquismo, que detestaban al Rey, a Su¨¢rez, a su necesario colaborador Carrillo, al General Guti¨¦rrez Mellado y a Felipe Gonz¨¢lez; la extrema derecha terrorista, autora de la matanza de Atocha; una parte considerable del Ej¨¦rcito, muchos de cuyos mandos a¨²n eran leales a Franco, y de ah¨ª que en aquellos a?os se rumoreara cada poco que hab¨ªa ¡°ruido de sables¡±, los cuales se convirtieron en estruendo con el golpe fallido de Tejero; la polic¨ªa, que cost¨® Dios y ayuda que se amoldara a los nuevos tiempos (aquellos s¨ª que eran nuevos de verdad, y no de pacotilla) y comprendiera que su funci¨®n era proteger a los ciudadanos y no controlarlos y amenazarlos; y ETA, claro, que increment¨® su actividad y lleg¨® a asesinar a ochenta personas en un solo a?o.
Se ha perdido de vista con qu¨¦ se hubieron de enfrentar los pol¨ªticos de la ¨¦poca, alegremente denostados ahora por muchos j¨®venes y no j¨®venes que reclaman para s¨ª un hero¨ªsmo que, para su bendici¨®n, no est¨¢ a su alcance. Se han encontrado un pa¨ªs plagado de defectos y carencias e injusticias, pero no intr¨ªnsecamente an¨®malo, como a¨²n lo era el de 1976. Se han encontrado con un Ej¨¦rcito profesional y sometido al poder civil, del que nadie teme que se pueda levantar en armas contra sus pol¨ªticos y su propia gente; con una polic¨ªa que, como todas, comete excesos, pero que no representa un peligro para la poblaci¨®n ni detiene a capricho; con un pa¨ªs sin censura, con libertad de expresi¨®n, en el que se admite cualquier postura (incluida la disgregaci¨®n) siempre que no la acompa?e violencia; con divorcio (no lo hubo hasta 1981), sin sumisi¨®n legal de la mujer, con libertad religiosa, con matrimonio homosexual, sin juicios de farsa, con sindicatos (?o es que ignoran que estaban prohibidos en el franquismo, lo mismo que los partidos y las elecciones?). Quienes han nacido ya con esto no saben o no quieren saber que esto no estuvo aqu¨ª siempre; que cost¨® mucho esfuerzo, mucha mano izquierda, mucha habilidad conseguirlo sin casi sangre, as¨ª como buenas dosis de renuncia y contemporizaci¨®n necesarias. La prueba del ¨¦xito de la operaci¨®n en su conjunto es la propia existencia de esos partidos ¡°nuevos¡± pero nada novedosos, dedicados a echar pestes de quienes la llevaron a cabo. Aquellos pol¨ªticos y aquella sociedad civil s¨ª que tuvieron dificultades, s¨ª que inauguraron una era e hicieron una revoluci¨®n en sordina, s¨ª que se la jugaron de veras. Hasta la vida, algunos. Lo hicieron regular o mal en algunos aspectos, qu¨¦ menos. Podr¨ªa haberse hecho mejor, como toda empresa humana. Pero lo que desde luego no merecen es el vituperio a que se los lleva sometiendo alg¨²n tiempo, a ellos y a sus logros. Por parte, adem¨¢s, de ventajistas y megal¨®manos, de los que la pol¨ªtica ha estado llena desde su prehistoria. Nada tan viejo como los caudillos ¡°carism¨¢ticos¡± y con labia. Lo que hoy presume de ¡°nuevo¡± es en realidad de una ancianidad, qu¨¦ digo: de una decrepitud pavorosa.
elpaissemanal@elpais.es
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