No basta
Son las siete de la tarde y hay todav¨ªa mucho sol y olor a condimentos y a levadura y a flores
Hoy compr¨¦ una docena de jazmines en el puesto de la esquina, sub¨ª a casa y los puse en un florero con forma de pecera. Cort¨¦ romero de la maceta del balc¨®n, lo lav¨¦ y lo dej¨¦ sobre una tabla en la cocina. Le¨ª estos versos de Mart¨ªn Prieto, argentino: ¡°Y no s¨¦ nada, no pienso nada, sigo dormido,?/ hasta que apoyo la boca?/ en el borde de la porcelana y reconozco ah¨ª un resto de saliva / seco ya y todav¨ªa perfumado / que concentra, sobre mi cabeza, / toda la presi¨®n del universo¡±. Hay olor a pan reci¨¦n horneado (porque he horneado pan). Encend¨ª la l¨¢mpara del living, abr¨ª la ventana del cuarto. El sol atraviesa las cortinas como una mermelada ambarina y espesa. La casa est¨¢ fresca, aireada. Miro los libros de la biblioteca, el caracol irisado que traje desde Filipinas y que parece un ser de otro planeta, algo que da algarab¨ªa y tambi¨¦n un poco de miedo. Son las siete de la tarde y hay todav¨ªa mucho sol y olor a condimentos y a levadura y a flores. He escrito duramente, largamente, trabajosamente durante toda la tarde. He hecho cosas. Pero ya saben. Siempre est¨¢ ah¨ª, agazapado, eso que dice que con esto no basta, que nunca basta. ¡°Tal vez no era pensar, la f¨®rmula, el secreto,?/ sino darse y tomar perdida, ingenuamente,?/ tal vez pude elegir, o necesariamente,?/ ten¨ªa que pedir sentido a toda cosa.?/ Tal vez no fue vivir este estar silenciosa?/ y despiadadamente al borde de la angustia?/ y este terco sentir debajo de su m¨²sica?/ un silencio de muerte, de abismo a cada cosa (...) Tal vez pude subir como una flor ardiente?/ o tener un profundo destino de semilla?/ en vez de esta terrible lucidez amarilla¡±, escrib¨ªa la uruguaya Idea Vilari?o en los a?os cuarenta. A veces pienso que mi oficio no es otro que el de venir aqu¨ª y contrabandear poemas que escribieron otros. Despu¨¦s, alguna vez, salir en puntas de pie, quedarme quieta, desaparecer.
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